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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Mouhannad Almallah dice que 'El Tunecino' era ''un señor violento, no tranquilo''

El acusado Mouhannad Almallah aseguró este martes que el presunto cerebro del 11-M que se suicidó en Leganés Serhane Ben Abdelmajid, El Tunecino, le comentó que quería ir a la guerra de Irak y trató de persuadirle para que fuera a combatir, pero, según su declaración, le manifestó: “vete tú si quieres. Yo me quedo aquí”.

Almallah, el séptimo acusado en declarar en el juicio por los atentados y para quien la fiscal solicita 12 años de cárcel por integración en organización terrorista, negó cualquier relación con el 11-M y con organizaciones terroristas manifestando: “pertenezco al Partido Socialista Obrero Español”, al que se afilió poco después de los atentados y al que dijo: “he dado mi voto desde 1999”.

También dijo que simpatizaba, aunque no pertenecía, a los Hermanos Musulmanes, organización islámica de origen sirio, nacionalidad que el acusado comparte con la española.

Sobre el hallazgo de un libro con anotaciones manuscritas suyas en el piso de los suicidas en Leganés, Almallah, cuyo hermano Moutaz está detenido en Reino Unido por su presunta relación con el 11-M, lo achacó a que uno de ellos -Rifaat Anouar-, al que le alquiló una habitación en su local de la calle de Virgen del Coro, pudo llevárselo a ese domicilio cuando dejó su habitación.

Definió a El Tunecino, al que dijo conocer desde 1996, como “un señor violento, no tranquilo”, y explicó que el ofrecimiento para luchar en Irak, al que él respondió que “vivía bien en España” y que se quedaba “aquí”, “directamente, no vi ofrecérselo a nadie más”.

Sin embargo, Almallah, cuyo desparpajo al contestar a la fiscal Olga Sánchez despertó en varias ocasiones la risa entre el público y los otros acusados, admitió poco después que a su amigo Basel Ghalyoun, al que este lunes le tocó ser interrogado, se lo propuso una vez en su casa en el año de 2003 estando él presente, lo que, destacó, provocó que se enfadara con él.

Aunque en su declaración ante el juez instructor, Juan Del Olmo, Almallah indicó que El Tunecino influía sobre Ghalyoun y otro de los acusados, Fouad El Morabit (a los que les alquilaba habitaciones en su local de Virgen del Coro), al ser preguntado por ello contestó: “puede ser, pero no lo puedo asegurar”, aunque, al insistir Olga Sánchez, matizó que “alguna vez lo intentó con Basel”.

El procesado, al que la fiscal acusa de captar y dar alojamiento a jóvenes que se preparan para la yihad en su local, reconoció que alguien de parte de El Tunecino, del que reconoció que trataba de erigirse en líder, se interesó en alquilar ese local para hacer reuniones, pero él dijo que no le interesaba que hicieran eso en su local y no lo alquiló.

Insistió además en numerosas ocasiones en que en ese local no había vídeo y por tanto no podían hacer reuniones para ver cintas sobre la yihad y sostuvo en todo momento que lo único que tenían ahí, lugar en el que podía vivir “a veces una persona, a veces dos y a veces estaba vacío”, era una televisión en la que se sintonizaban canales árabes.

Con todas las personas que admitió conocer (El Tunecino, Ghalyoun, El Morabit, el suicida Rifaat Anouar o a Jamal Zougam, al que compró un cargador en su locutorio) explicó que coincidía con ellos de vez en cuando en la Mezquita de la M-30, pero a Jamal Ahmidan, El Chino, aseguró que no le conoció, “ni me suena”, y, añadió, para tratar de demostrarlo: “si digo que conozco a Abu Dahdah y a Serhane ¿por qué voy a decir que no conozco a El Chino”.

La fiscal también le preguntó si tenía “temporizadores” y éste señaló que los usaba en su trabajo para arreglar lavadoras, aunque el abogado de una de las acusaciones le pidió que precisara si los empleaba para programar aparatos explosivos, lo que el acusado negó.

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