Primera ruptura de una tregua etarra sin previo aviso

El atentado de este sábado con una furgoneta bomba en el aeropuerto de Barajas se produjo sin un comunicado previo que avisara de la decisión de ETA de dar por finalizados los 9 meses de alto el fuego permanente, a diferencia de lo que la banda terrorista hizo en las treguas de 1989 y 1998. En ambas ocasiones ETA hizo pública su decisión de dar por terminado el periodo sin atentados, varios días antes de llevar a cabo acciones con armas o explosivos y causar víctimas.

El propio ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, se refirió este sábado a esta circunstancia en rueda de prensa en la que dijo que nadie podía imaginar que se pudiera producir un atentado, entre otras cosas, porque éste no es el comportamiento habitual de la banda ya que siempre ha anunciado la ruptura de sus treguas. Sin embargo, Rubalcaba no puso en duda en ningún momento la autoría de la acción terrorista que -dijo- “interrumpe” y “rompe” el alto el fuego permanente.

Sin embargo, la banda no actuó de la misma manera durante la tregua que los terroristas mantuvieron entre septiembre de 1998 y diciembre de 1999, ni en la que llevaron a cabo en los primeros meses de 1989 coincidiendo con las conversaciones de Argel. El 18 de septiembre de 1998 comenzó una tregua indefinida anunciada por ETA dos días antes y que ha sido la de mayor duración de las seguidas por la banda terrorista.

El 28 de noviembre de 1999 los terroristas anunciaron que darían por concluida su tregua a partir del 3 de diciembre siguiente. Días después la organización envió a Madrid dos furgonetas cargadas con más de 1.600 kilos de explosivos, pero la Guardia Civil las descubrió el 20 de diciembre en la provincia de Zaragoza y frustró las intenciones de la banda. Sin embargo, ETA cumplió su amenaza y el 21 de enero de 2000 perpetró el asesinato en Madrid del teniente coronel Pedro Antonio Blanco mediante la explosión de un coche bomba.

Tampoco ETA atentó antes de anunciar el fin de la tregua que mantuvo en 1989 durante las conversaciones con el Gobierno en Argel. Los terroristas anunciaron una tregua de quince días el 8 de enero de 1989 que luego prorrogaron hasta el 26 de marzo.

Dos días después ETA aseguró en un comunicado que había alcanzado un acuerdo con el Gobierno sobre ocho puntos, entre ellos la creación de una mesa negociadora complementaria entre PSOE y HB, lo que provocó el rechazo de las fuerzas políticas y la posterior garantía del Ejecutivo de que ese punto no había sido aceptado. ETA instó al Ejecutivo a rectificar y, al no lograrlo, el 4 de abril declaró abiertos “todos los frentes”.

El 7 de abril un profesor de gimnasia resultó herido grave en Irún (Guipúzcoa) por la explosión de una carta bomba dirigida a un policía nacional. Al día siguiente siete artefactos estallaron en la vía férrea Pamplona-Alsasua y otros tres fueron desactivados por artificieros de la Guardia Civil.

El 10 de abril de 1989 el Gobierno dio por rotas las conversaciones con la banda terrorista.

Casi medio siglo de terrorismo

La organización terrorista ETA se encamina hacia su medio siglo de existencia, con más 40 años de violencia y cerca de 850 asesinatos, miles de heridos directos y una cifra de afectados totales imposible de calcular.

Fundada en 1959, ETA cometió su primer atentado mortal el 7 de junio de 1968 contra el guardia civil José Antonio Pardines. Desde aquel día se han registrado 851 asesinatos, 77 secuestros, miles de cartas exigiendo el impuesto revolucionario, explosiones de coches bomba similares a la que hoy destruyó parcialmente uno de los aparcamientos de la terminal T4 de Barajas, y amenazas contra jueces, policías y periodistas.

El primer golpe policial de entidad contra la banda ocurrió a los diez años de su fundación, con la primera desarticulación de la cúpula etarra. Dieciséis de sus miembros fueron juzgados un año más tarde en el consejo de guerra conocido como Proceso de Burgos.

Seis de ellos -Onaindía, Larena, Uriarte, Izko de la Iglesia, Gorostidi y Dorronsoro- fueron condenados a muerte, aunque la presión popular, nacional y extranjera, la labor de la prensa internacional y cientos de peticiones de clemencia lograron que Franco conmutara las penas por reclusión mayor. Como protesta a este “proceso”, ETA cometió ese mismo año su primer secuestro, aunque no fue hasta enero de 1973 cuando raptó a un empresario por motivaciones puramente económicas.

En 1973, ETA actuó por primera vez en Madrid y cometió el atentado más espectacular de su historia: el 20 de diciembre asesinó al presidente del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco.

Atentados masivos y escisión

Un año después, el 13 de septiembre de 1974, la banda perpetraba, también en Madrid, su primer atentado masivo con la colocación de una bomba en la cafetería Rolando. Murieron 13 personas y 80 resultaron heridas. Este atentado despertó un debate interno que concluyó con la escisión de ETA en dos ramas: “milis”, partidarios de la insurrección popular, y “poli-milis”, mayoritarios y que apostaban por la violencia selectiva.

Los atentados de ambas ramas se superpusieron hasta 1982, cuando los “poli-milis” se disolvieron y se configuró lo que sería la dirección de ETA hasta 1992, cuando se desarticuló la cúpula en Bidart (Francia). Hasta entonces, la banda perpetró atentados indiscriminados como el de Hipercor en 1987, con 21 muertos; el de la plaza de la República Dominicana de Madrid en 1986, en el que fallecieron 12 personas; la casa-cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza en 1987, con 11 muertos, o la casa-cuartel de Vic en 1991, con 10.

Además, ETA cometió asesinatos de especial impacto social, como el José María Ryan Estrada, ingeniero jefe de la central nuclear de Lemóniz, que fue secuestrado el 29 de enero de 1981 para exigir que, en el plazo de siete días, fuese demolida la central. También destaca en el sangriento historial de ETA el asesinato de María Dolores González Catarain, Yoyes (1986), que había abandonado la banda en desacuerdo con la línea dura y que, tras once años de exilio, se había acogido a las medidas de reinserción social.

La irrupción a partir de 1983 del GAL, que mató a 14 miembros de ETA hasta 1987, y la desaparición del “santuario francés”, que trajo la detención de parte de la dirección etarra en 1984, supusieron fuertes cambios en la estructura de ETA. El 8 de enero de 1989, ETA declaró su primera tregua de dos semanas coincidiendo con las negociaciones de Argel, cuyo fracaso supuso la reanudación de la actividad armada en abril.

En 1992, ETA volvió a quedar descabezada. La detención en Francia de su cúpula supuso un duro golpe y propició un notable descenso de su actividad, aunque continuaron los atentados.

La decisión en 1995 de atentar de manera sistemática contra políticos -el primero en caer fue el presidente del PP en Guipúzcoa, Gregorio Ordóñez- supuso una nueva vuelta de tuerca en la estrategia etarra. ETA llegó incluso a atentar, también en 1995, contra el entonces presidente del PP y líder de la oposición, José María Aznar, que salió ileso de un atentado con coche-bomba, gracias al blindaje de su vehículo oficial.

Desde entonces, la banda ha asesinado a 20 políticos, entre ellos, 15 concejales.

Espíritu de Ermua

En 1996, ETA planeó su secuestro de mayor duración, el del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, para cuya liberación exigía el fin la dispersión de sus presos. Ortega Lara fue liberado por la Guardia Civil tras un cautiverio de 532 días. Al año siguiente, ETA cometió su último secuestro, el del concejal del PP en Ermua, Miguel Ángel Blanco Garrido, quien fue asesinado al cumplirse el plazo de 48 horas que la banda había dado para que el Gobierno accediera a reagrupar a sus presos.

La muerte del edil produjo la mayor movilización popular contra ETA, el llamado “Espíritu de Ermua”, un fenómeno que, según los expertos, llevó a la banda a declarar el 16 de septiembre de 1998 una tregua unilateral e indefinida. Las negociaciones con el Gobierno del PP no fructificaron y el 3 de diciembre de 1999, ETA rompió la tregua.

Desde entonces, ETA ha asesinado a 46 personas y herido a más de 300. Su último atentado mortal -a la espera de que se sepa si este sábado ha habido algún muerto- se produjo el 30 mayo 2003, cuando una bomba acabó con la vida de dos policías nacionales en Sangüesa (Navarra). La ilegalización de Batasuna y el desmantelamiento de diversas organizaciones afines hicieron mella en ETA, que en enero de 2005 anunció su apoyo a la propuesta anunciada por Batasuna en Anoeta en noviembre de 2004, que se refería a la creación de dos mesas de negociación, una entre los partidos vascos para discutir las cuestiones políticas, y la otra entre el Gobierno y ETA, para la “desmilitarización del conflicto”.

En mayo de 2005, el Congreso de los Diputados aprobó una resolución que avalaba un hipotético diálogo del Gobierno con ETA si ésta abandonaba las armas. El 22 de marzo de 2006, ETA anunció un Alto el Fuego permanente, que el Gobierno acogió con esperanza y cautela, aunque en junio anunció el inicio de contactos con la banda.

En septiembre, tres encapuchados armados leyeron un comunicado durante la celebración del Gudari Eguna en Oiartzun (Guipúzcoa) en el que aseguraron que ETA no dejará la lucha armada hasta la independencia del País Vasco. Un mes después, el 23 de octubre, el robo de gran cantidad de pistolas y munición en Vauvert (Francia) demostró que la banda continuaba rearmándose y que preparaba su vuelta a la violencia.

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