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La Bodega Insular y otros proyectos en decadencia

Ana Tristán / Ana Tristán

La denuncia que ha realizado el PSOE de Gran Canaria sobre el estado de abandono en el que se encuentra la Bodega Insular, prácticamente terminada, es sólo la punta de un iceberg. En la misma situación se encuentran numerosas instalaciones agrícolas y sociosanitarias que por toda la isla languidecen ante la impasible mirada de las autoridades competentes.

La bodega, una de las actuaciones estrella de la Corporación, se encuentra en un estado de abandono absoluto a pesar de que “la infraestructura está óptima para su uso”, como afirma el consejero socialista José Antonio Godoy. Ubicada en el municipio de San Mateo, esta casona canaria ofrece un aspecto desolador.

Los más de cuatro millones de euros invertidos en la rehabilitación de esta instalación no han dado resultado a día de hoy. Como tampoco lo dieron los más de ocho millones de euros destinados a la segunda fase de la desaladora de Guía, que sigue sin explotarse en medio de un eterno conflicto de competencias entre administraciones que desde 1998 impide su utilización en beneficio de todos los canarios.

Según el consejero socialista, quien toma prestado el lenguaje empresarial del Partido Popular para hablar de “la marca Gran Canaria”, la apertura y puesta en marcha de este espacio vitivinícola sería un elemento fundamental de desarrollo económico. Afirma que el adecuado funcionamiento de la Bodega Insular generaría planes de empleo agrícola y cursos de formación, además de constituir “un escaparate privilegiado para enriquecer la ruta turística que atraviesa la zona”.

Cabe destacar que en la villa Santa Brígida, una Casa del Vino no pudo cumplir con su objetivo y tuvo que reconvertirse en restaurante para evitar echar el cierre. Actualmente es un centro de comercialización de los vinos locales, así como un elemento de canalización del turismo de la zona, ya que cuenta con museo, restaurante, cursos de formación y por supuesto venta y degustación de vinos.

Más abajo, en Tafira, encontramos el antiguo Hospital Psiquiátrico en franco proceso de decadencia a pesar de su enorme capacidad. Este centro construido a principios del siglo pasado por el arquitecto racionalista canario Miguel Martín Fernández de la Torre, es otro de esos proyectos que, tras una inversión inicial rodeada de bombo y platillo, de repente entra en estado de hibernación. Aún en peor situación se encuentran el antiguo Dermatológico de Tafira, o el ruinoso orfanato de las Oblatas, este último asaltado a menudo por amigos de lo ajeno que tras la cuestionable supresión del servicio de seguridad del edificio, no dudan en llevarse hasta los marcos de las puertas.

Todo esto mientras las listas de espera para centros de mayores sólo en Gran Canaria llegan a las 2.000 personas que desde el año 2011 demandan una plaza, y mientras los centros públicos para la atención a la discapacidad brillan por su ausencia.

El caso de la Bodega Insular representa sólo un ejemplo más, de que no siempre las buenas ideas tienen buenos cimientos, ni cuentan con el apoyo final.

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