''¿Dónde está Mauricio?; está comunicando''

La solemnidad del acto fue estropeada por tres espontáneos que, sin el menor respeto a las personas y a la institución, increparon en varias ocasiones a la alcaldesa saliente, Pepa Luzardo, con frases relacionadas con su gestión y su nueva situación de líder de la oposición municipal. Pero también fueron espontáneos situados entre el público los que montaron la crónica inmediata del pleno: “¿Dónde está Mauricio?”, preguntó uno a voz en grito tras leerse la relación de concejales del mandato 2007-2011, a lo que otro ciudadano, con muchos reflejos y mayor retranca contestó: “Comunicando”.

José Carlos Mauricio, efectivamente, no sumó los votos necesarios para ser concejal de su ciudad y, como tenía previsto, convertirse en pieza clave en la nueva gobernabilidad. Sigue, no obstante, moviendo sus hilos, celebrando reuniones con los más influyentes empresarios y, pese a su anuncio de retirada definitiva, trata de transmitir en determinados cenáculos que está muy vivo como componedor de apaños. Su teléfono comunica, pero no para conformar mayorías democráticas.

No estaba Mauricio y tampoco había ningún representante de Coalición Canaria entre el público, aunque fuera para ser testigo de un cambio histórico en la principal Corporación de las Islas Canarias. Faltó el presidente del Cabildo en funciones, José Manuel Soria, que lo seguirá siendo de modo automático el próximo día 26 salvo que renuncie a su acta de consejero insular. Fue invitado, pero prefirió no estar.

De este modo se perdió las lágrimas de Pepa Luzardo al ser insultada desde el público, pero se perdió también la forma que tuvo de arroparla el mismo público y sus compañeros de Corporación de todas las fuerzas polícias, empezando por el aldalde, Jerónimo Saavedra.

Luzardo leyó un discurso inoportuno e inadecuado para la sesión que se trataba. A medida que lo iba leyendo se iba dando cuenta de que podía sonar a provocación dedicarse a decir que cogió el Ayuntamiento hecho un desastre y lo devuelve saneado y en perfecto estado de revista. Del mismo modo que chirrió oirla volver a hablar del teatro Pérez Galdós o de lo perfectamente engrasada que está la maquinaria municipal, con numerosos funcionarios presentes dispuestos a atestiguar lo contrario.

No fue el mejor día para la alcaldesa saliente, empeñada aún en no reconocer ni un solo error y atribuirlos todos a quienes prefirieron mandarla a la oposición durante los próximos cuatro años.

Porque el público hizo distingos, y si abucheó o despreció en algunos momentos la actitud de Pepa Luzardo, que lucía nuevamente la dichosa pulserita verda de la Gran Marina, supo aplaudir a rabiar a su concejal de Cultura, Isabel García Bolta, que hasta se distinguió del resto de sus compañeros de partido utilizando la fórmula de la promesa en lugar del juramento a la hora de su toma formal de posesión.

García Bolta está considerada una isla en medio del tenebroso mar de soberbia y malos modos políticos que ha empleado el PP en Las Palmas de Gran Canaria y que, al final, le han pasado factura electoral.

Junto a la concejala de Cultura saliente, que despachará los temas culturales de la ciudad directamente con el nuevo alcalde, que no delegará esas competencias, resultaron ser muy populares este sábado Nardy Barrios y los concejales socialistas Roque Díaz e Inmaculada Medina. Así lo reflejó la contundencia con que fueron aplaudidos cuando se pronunciaban sus nombres.

Barrios colocó al respetable un discurso sin papeles al que le sobraron más o menos quince minutos. Quiso ser didáctica sobre la conformación de la ciudad medieval de hace once siglos para llamar la atención de la concurrencia sobre lo bonito que es vivir en comunidad, con los gremios estupendamente organizados y con una clase dirigente totalmente en sintonía con las necesidades del vulgo. Al final terminó explicando los seis puntos programáticos que le han unido al nuevo grupo de gobierno. La participación ciudadana será el eje central, no hay duda.

La intervención del nuevo alcalde no defraudó al público porque, lejos de columpiarse en la solemnidad requerida por el momento o en la fácil tentación de la pose institucional, Jerónimo Saavedra apostó por seguir mojándose, por reiterarse en el nuevo Ayuntamiento que quiere presidir, con mayores y más ricos canales de comunicación con la ciudadanía. Sus guiños a los ciudadanos se complementaron con un mensaje de compromiso y motivación a los funcionarios y con un envite a los empresarios, con los que pretende relanzar económicamente la ciudad.

En algunos momentos era tal la convicción y la pasión que imprimía Saavedra a sus palabras que hasta se diría que es el primer cargo público que asume el dos veces ministro del Reino y otras tantas presidente de Canarias.

Entre el público, lo más florido de la clase empresarial de la isla, incluidas las dos facciones que pretenden disputarse la presidencia de la patronal provincial. Muchísimos socialistas históricos, algunos venidos de otras islas para no perderse el momento, y otros más recientes. Ninguno ocultaba su satisfacción de ver a un alcalde de su partido tomando el bastón de mando de una ciudad que ha vivido doce años del PP que a algunos han parecido eternos.

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