Los 'okupas' se instalan en el Gran Guanarteme proyectado en la era Luzardo

Colectivos de okupas se han asentado en el barrio de Guanarteme de la capital grancanaria, aprovechando el estado de abandono en el que quedaron numerosas viviendas que fueron adquiridas por promotoras inmobiliarias en la efervescencia del Gran Guanarteme, un proyecto gestado por el grupo de gobierno de la popular Pepa Luzardo en 2005.

El Gran Guanarteme fue un convenio entre el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y Fadesa (ahora Martinsa Fadesa) para la construcción de 300 viviendas en un edificio de 13 plantas en la confluencia de las calles Fernando Guanarteme, Mario César y Cayetana Manrique.

Este acuerdo urbanístico preveía la prolongación de Mesa y López y su conexión con El Rincón, con modificación del Plan General de Ordenación incluida, y la posibilidad de aumentar en tres pisos la edificabilidad prevista, hasta ese momento, en el ordenamiento de la zona.

Esta circunstancia fue aprovechada por Fadesa y otras promotoras para lanzarse a la compra de inmuebles en el barrio de Guanarteme, con unos métodos que fueron criticados duramente por los vecinos de la zona, que incluso llegaron a adoptar popularmente el calificativo de espantaviejas para definir a los agentes que negociaban con los propietarios la venta de las viviendas.

El estallido de la crisis económica dejó tocadas a las inmobiliarias, que no pudieron hacer frente al derribo de las casas terreras para construir edificios en altura, dejándolas en el abandono.

En febrero de este mismo año, la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Canarias anuló la operación urbanística para la construcción del Gran Guanarteme, lo que ha obligado recientemente al Ayuntamiento a devolver 1,5 millones de euros a Martinsa Fadesa por el aprovechamiento urbanístico que le correspondía.

Red de contactos

El colectivo de okupas que se ha instalado en este barrio de la capital grancanaria es heterogéneo, por lo que resulta difícil dibujar un perfil, aunque predominan las personas jóvenes (en torno a los 25 años), de nacionalidad extranjera, que se definen como artistas callejeros y que acceden a estas viviendas a través de una red de contactos que les permite desplazarse de un lugar a otro. De ahí que las estancias, en la mayor parte de los casos, sea de meses, según informan los propios okupas.“Aquí entra y sale gente continuamente”, señala uno de ellos.

“Cuando vemos alguna casa abandonada, venimos con nuestra cerradura ya preparada, forzamos la puerta y entramos a vivir”, relata este okupa, que afirma que los gastos de electricidad los comparten con la vivienda aledaña. “Algunas tienen y otras no”, responde otro joven al ser cuestionado sobre el abastecimiento de agua en los inmuebles.

La nueva realidad del barrio ha generado división de opiniones entre los vecinos. Algunos han visto en la presencia de los okupas una amenaza para la seguridad de la zona. Otros valoran su interés por integrarse y advierten una oportunidad para la revitalización cultural y social en Guanarteme.

“El barrio no ha degenerado en seguridad. Ellos tienen una forma de vida que a veces choca con personas que llevan mucho tiempo aquí, pero están haciendo esfuerzos por integrarse e intentan erradicar esa fama que les persigue”, subraya Lidia Cruz, presidenta de la asociación de vecinos La Barriada.

Cruz enfatiza el papel que está desempeñando una de las casas ocupadas, La Tomatera, en la vida cultural de El Pilar. “Están participando en las actividades del barrio, la semana pasada incluso prepararon un papahuevo para las fiestas, y han organizado ciclos de cine y talleres que publicitan entre los vecinos”.

''Negocio'' de alquiler de habitaciones

En el lado opuesto, Nino Quesada, otro representante vecinal, denuncia ''el negocio'' del alquiler de habitaciones a inmigrantes en una situación económica precaria en alguna de las viviendas ocupadas. ''Se han convertido en auténticos pisos patera“, concluye.

Hasta la fecha, los principales problemas de convivencia se focalizan en la zona alta del barrio, en las inmediaciones del centro de salud de Guanarteme. “Allí sí que están desquiciados, se han formado guetos y han creado un foco de venta de drogas. La policía viene muy a menudo”, relatan los vecinos.

Esta actitud ha sido censurada por algunos grupos de okupas, que consideran que esta forma de vida no hace más que contribuir a la ''criminalización“ del colectivo.

La Policía Local ha llevado a cabo en los últimos meses el recuento de los inmuebles ocupados en Guanarteme. En reuniones mantenidas con los vecinos, los efectivos policiales les han trasladado la imposibilidad de actuar y desalojar a los okupas si no media una denuncia de los propietarios de los inmuebles, promotoras y entidades financieras.

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