El símbolo oxidado

Cuatro años después de que el Ayuntamiento de Santa Cruz gastara 135.000 euros en llevar a cabo una profunda limpieza de la fuente de la plaza de Weyler para eliminar el color amarillo que se había pegado a su superficie, la pieza se encuentra en el mismo estado que antes de las obras o aún peor.

Lo cierto es que la recuperación del tono original del mármol apenas duró unos meses. El escaso tiempo que tardó en aparecer nuevo el óxido. El origen de este curioso fenómeno parece estar en la mala calidad del agua de la ciudad y el deterioro de las tuberías que en teoría se iban a sustituir por otras nuevas. Pero nunca se ha sabido si en realidad se cumplió con esta parte del contrato. El anterior concejal de Patrimonio, Alfonso Soriano, llegó a pedir la creación de una comisión de investigación para determinar cómo era posible que en apenas pocos meses la fuente apareciera en el mismo estado en el que se encontraba antes de las obras.

Alrededor de esta actuación todo parece un misterio. El arquitecto que redactó el proyecto, Alejandro Beautell, aseguró en su día que como no le permitieron ejercer de jefe de obras nunca tuvo la posibilidad de constatar el alcance de la restauración. “O bien no hicieron lo que venía en el proyecto o puede ser que lo hicieran y que de cualquier forma hubiesen vuelto a aparecer las manchas”. Lo cierto es que ni la anterior Corporación ni la actual ha dado nunca explicaciones de qué es lo que realmente ocurre para que el color amarillo del óxido aparezca una y otra vez sobre la superficie de uno de los principales símbolos de Santa Cruz.

Soriano siempre ha sospechado que no se llegaron a tomar todas las medidas que se habían propuesto para solventar las aparición de manchas sobre el mármol. Recuerda que tras plantearse la propuesta se elaboró un dossier completo sobre la situación de la fuente y se adjuntó un informe por parte de la Universidad de La Laguna (ULL), donde se incluían las actuaciones a tomar. “Pero nada de esto se tuvo en cuenta. Aquí hicieron unas obras que nadie sabe en qué consistieron y el resultado es que ahora mismo la fuente está igual o peor”. La restauración se financió con los fondos estatales del Plan E pero desde un primer momento le dejaron claro al entonces responsable de Patrimonio que solo trabajaban con tres empresas, de las cuales se eligió una que, según Soriano, “a la vista está que no tenía ni idea de lo que debía hacer”.

Por todo ello, apenas cuatro años después de darse por finalizada la restauración, los males de la fuente siguen siendo prácticamente los mismos: presencia de suciedad debida a la contaminación, depósitos de sales sobre el mármol y proliferación de elementos orgánicos a causa de la excesiva rugosidad que presenta la superficie de este elemento. Por ello, el redactor del proyecto original había apostado por limar el mármol, unos trabajos que a nadie le consta que se hayan ejecutado realmente. El arquitecto propuso llevar a cabo la limpieza de la suciedad y su desinfección, así como eliminar los efectos que había originado una rehabilitación anterior realizada a golpe de chorros indiscriminado de arena. Igualmente, se propuso la reconstrucción del pavimento interior del vaso de la fuente y la sustitución del sistema de tuberías que consideraba en parte responsable del mal estado que presentaba entonces y que continúa aún hoy.

La fuente de la plaza de Weyler es uno de los elementos históricos más característicos de Santa Cruz. La construcción de este entorno es obra del general Valeriano Weyler y tiene su origen en el año 1868, aunque no se comenzaría a ejecutar hasta varios años después. El lugar elegido fue el solar del antiguo Hospital Militar y venía a sustituir a otra plaza anterior que estaba rodeada de una verja. En contra de lo que pueda parecer, la fuente no ha sido declarada Bien de Interés Cultural (BIC), a pesar de su más que evidente valor tanto histórico como simbólico.

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