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Abismo con sombra de palmera

Tramo medio del barranco, con sus laderas colonizadas por las palmeras.

Román Delgado

Diferente, singular, inigualable, irrepetible… Así es La Gomera, y así también es Valle Gran Rey, en el oeste de esta isla. Valle Gran Rey, con una naturaleza monumental que se ha desarrollado bajo el dominio del barranco, de su lecho, de sus vertientes y de sus degolladas, representa algo insólito en Canarias, y ello a pesar de que hay muchas otras cuencas que se le aproximan en el archipiélago…, aunque ninguna se acerca con temor a quitarle el puesto de más privilegio.

El impresionante barranco de Valle Gran Rey, en cuyo seno vive la mayoría de la población que reside en el segundo municipio, según número de habitantes, de La Gomera, se puede disfrutar de muchas maneras, aunque hay una que marca de verdad y con fuerza, que es la que resulta de tomar como punto de partida el pueblo de Chipude y, desde éste, iniciar el camino, por la cumbre sudoeste de la gran cuenca, hasta la ermita de Guará, donde el espectáculo ya se activa sin marcha atrás posible.

El paseo de Chipude a Guará es sencillo, cómodo y de gran belleza, ya que permite ver panorámicas inmejorables, una de ellas de La Fortaleza de Chipude, a la que se une la visión de parte del parque nacional de Garajonay y de los barrancos, crestas, vertientes y accidentes orográficos que dominan el entorno más próximo (formas erosivas).

Todo es magia en ese lugar, y esa magia alcanza su máximo posible cuando se desciende por la ladera sur del barranco hacia el lecho de éste, hacia el lugar conocido como Chelé o El Hornillo. Antes de llegar a estos caseríos, se puede disfrutar, desde arriba del todo, de un paisaje minúsculo al fondo, con vegetación rica en verde y especies propias de las islas, como la palmera canaria, que avasalla todo lo demás.

Estos ejemplares de plantas arborescentes dominan las laderas y el fondo de la cuenca, que es tanto como decir que colonizan el paisaje en su totalidad, y marcan la foto de la visita, que no es otra que el abismo adornado de naturaleza, más abundante y mejor en los tramos alto y medio del barranco, y peor, con mucho más deterioro por el efecto de la acción humana, en el tramo bajo de la cuenca, donde ésta ya se abre y abraza el océano Atlántico, no sin poco cemento.

Desde los caseríos mencionados, se llega con facilidad a Los Granados, y de este núcleo a la ermita de Nuestra Señora de Los Reyes, aún en el tramo medio del barranco. Todo este recorrido, que se realiza por el lecho, deriva en salida al mar y en la posibilidad de tener una visión amplia de la costa, quizá menos elegante que los anteriores encuadres.

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