‘La chica de rosa’ cumple 30 años

Posado de los protagonistas de la película. (Canarias Ahora)

Nidia García Hernández

Santa Cruz de Tenerife —

La chica de rosa

está de aniversario, cumpliendo treinta años este 2016. La película fue el cierre de la trilogía ideada por John Hughes e interpretada por la actriz Molly Ringwald, que estuvo precedida por Dieciséis velas y El club de los cinco. Esta saga retrata la adolescencia norteamericana de los años ochenta con sus trifulcas, centros comerciales, dramas existenciales y bailes de instituto. Hughes ofreció a los espectadores la visión de un adolescente que busca diferenciarse pero que, al mismo tiempo, necesita ser aceptado y, como no podía ser de otro modo, ansía enamorarse. Son tramas que se alejan de los estándares de la época, donde los jóvenes del cine parecían estar destinados a vivir en una persecución sexual constante, en títulos tipo Porky’s; o a terminar decapitados en un Viernes 13.

Hughes dejó a sus adolescentes ser adolescentes. Sus historias reflejan con mayor veracidad un tiempo donde el sexo es más elucubración que realidad y donde las personalidades empiezan a definirse, tras formularse por primera vez las grandes preguntas. “En esa época se piensa mucho más acerca de todo” −diría Hughes−. “Cuando creces, tienes que bloquear esas cuestiones porque estás haciendo frente a las cosas del día a día. En esos años, en cambio, cuando algo te sucede se percibe de un modo más intenso; parece que todo se viva más profundamente”.

Esa sensación de intensidad se transmite a lo largo de toda la trilogía, que rememora un tiempo más inocente, donde todas las opciones parecían posibles. En definitiva, fueron las primeras películas en tomarse en serio a los adolescentes, mostrando sus conflictos y sentimientos sin ridiculizarlos pero sin dejar de incluir, por ello, gags y escenas cómicas.

No dejaban de ser los años ochenta, una década de excesos, donde colorido, hombreras y cardados se entremezclaban con una actitud opuesta a la derrota. Una ambientación que Hughes supo encapsular en su filmografía, aliándose con Marilyn Vance, diseñadora de vestuario y encargada de dar a sus películas ese aire tan reconocible. A día de hoy nos pueden resultar combinaciones estridentes, pero en su momento crearon tendencia y cualquier joven hubiese soñado con tener los zapatos blancos de punta de Duckie.

Hughes escribía rápido, siendo capaz de terminar un guión en un fin de semana, recluido en su granja de Illinois. Sus guiones estaban influenciados por la música, canciones que inspiraban las escenas y que quedarían para siempre vinculadas a sus historias. Imposible no relacionar el Don’t you forget about me de Simple Minds con el celebrado puño en alto de Emilio Estevez al final de El club de los cinco o la escapada de Samantha y Jake mientras suena If you were here de Thompson Twins en Dieciséis velas. De hecho, sus bandas sonoras sirvieron de lanzamiento para muchas bandas. Precisamente La chica de rosa obtuvo su título original, Pretty in pink, del tema de The Psychedelic Furs. Una canción que adquirió fama a raíz de su estreno en cines, habiendo pasado desapercibida durante su lanzamiento varios años antes.

Los treinta años de La chica de rosa son, por tanto, la oportunidad perfecta para descubrir anécdotas y detalles que, posiblemente, a muchos les han pasado desapercibidos. Es el momento de ir profundizando en escenas míticas o conocer el verdadero final que Hughes había escrito.

Diez curiosidades de 'La chica de rosa'

1. Los flechazos existen

El director, Howard Deutch, quería aumentar la chispa interpretativa entre los actores protagonistas, así que hizo creer a Andrew McCarthy que Molly Ringwald se sentía secretamente atraída por él y viceversa. Éstos cayeron de lleno en la trampa y mejoraron su química en pantalla sin darse cuenta.

2. La mejor banda sonora

Como suele ocurrir en las películas de Hughes, la música tiene un papel protagonista, por eso no sorprende que la revista Rolling Stone incluyese la banda sonora de La chica de rosa en el puesto once de su lista: Las mejores bandas sonoras de todos los tiempos.

La lista de canciones incluye temas icónicos de bandas como Echo and the Bunnymen, New Order, The Smiths, INXS o Orchestral Manoeuvres in the Dark.

3. El final original

Todos hemos visto la última escena de La chica de rosa con un Duckie sacrificándose para que Andie termine con el guapo arrepentido; como si fuera un Humphrey Bogart en Casablanca, dejando escapar a la mujer que ama, pues valora su felicidad por encima de la suya propia. Pero como eran los ochenta, a Duckie le sacan un ligue instantáneo con un chasquido de dedos y así todos felices (incrédulos, pero felices).

Sin embargo, no era ésta la idea original que Hughes tenía en mente. Él quería que Andie y Duckie terminasen juntos y así se grabó en principio pero al hacer un pase de prueba de la película, el público –compuesto por adolescentes− empezó a abuchear el final. Se decidió entonces, darle un cierre más clásico. Para Molly Ringwald tenía todo el sentido: “No puedes escribir La Cenicienta y hacer que ella no se case con el príncipe”, diría.

Hubo que volver a reunir a los actores para grabar la nueva versión y aunque todos tenían un aspecto que coincidía con el de los últimos días de rodaje, no era el caso de Andrew McCarthy, que estaba en Broadway actuando en The Boys of Winter. Para ese papel había tenido que bajar mucho de peso y raparse la cabeza, por lo que para disimularlo le pusieron un abrigo abultado y una peluca.

Así que ahora lo sabemos, en el icónico beso en los aparcamientos lleva peluquín. “Parece que llevo un ratón en la cabeza” –diría McCarthy− “Si hubieran sabido que seguiríamos hablando de La chica de rosa hoy en día, seguro que habrían pagado por una peluca mejor”.

4. Otras Andies

Hughes escribió el papel de su protagonista pensando en Molly Ringwald pero, inicialmente, ésta no aceptó el papel y tuvieron que barajar otras opciones. Entre las actrices consideradas para interpretar a Andie surgieron nombres como Tatum O’Neal, Lori Loughlin , Diane Lane , Sarah Jessica Parker o Brooke Shields.

5. Jon Cryer no fue la primera opción

Acababa de terminar de rodar El club de los cinco y Hughes pensó en Anthony Michael Hall para hacer de Duckie. Ya habían trabajado juntos pero Hall temía quedar encasillado en este tipo de papeles y rechazó la colaboración.

Ringwald quería que el papel fuese para Robert Downey Jr., con el que sentía que un romance al final de la película podía ser mucho más creíble, cosa que con Cryer no encajaba. Éste último bromeó sobre el tema al enterarse, durante los extras grabados para el DVD en 2006, “Fue como: Guau, ¿es por lo poco atractivo que soy? Vaya, ¡gracias, Mol!”.

6. ¿Duckie era gay?

Hace unos años, Molly Ringwald declaró en una entrevista para Out Magazine que el personaje interpretado por Jon Cryer, Duckie, el eterno enamorado de la pelirroja, era gay en realidad y que ella siempre lo supo.

“Duckie no sabe que es gay” −comentó Ringwald− “Él quiere a Andie de la misma manera que mi mejor amigo, que es gay, me quiere a mí”. La actriz afirmó que su teoría estaba fundamentada, pues Hughes solía decir a uno de los ayudantes de producción: “Tú eres Duckie, eres como él”, y ese chico era gay. Para la actriz, la idolatría de Duckie era más admiración que amor.

Cryer, en cambio, no está de acuerdo: “Molly dice que el chico en el que está basado Duckie es gay, pero de ahí a decir que el personaje es gay media un trecho”, comentó el actor a la web Zap2It. “Sé lo que ella piensa acerca de Duckie, y que a estas alturas el personaje habría salido del armario pero, con todos mis respetos, debo disentir”, apuntó Cryer antes de comentar con humor, que muchos espectadores piensan que él mismo es gay. “Quiero representar orgullosamente a todos los pringados con pluma que, en realidad, son heterosexuales. No tenéis nada de qué avergonzaros, chicos: sólo porque un detector de gays tenga una falsa lectura, no quiere decir que vaya a fallar siempre”.

7. ¡Odio ese vestido!

Cuando Andie decide ir ella sola al baile, se fabrica su propio vestido combinando dos, fiel a la trayectoria de su personaje que personalizaba siempre su ropa. Éste fue el idéntico proceso que llevó a cabo Marilyn Vance, la diseñadora de vestuario, esperando conseguir un patrón único tras unir dos vestidos diferentes. Sin embargo, Molly Ringwald detestó el diseño y lloró desconsolada pidiendo otro. “No puedes obligarla a llevarlo, lo odia” le diría Hughes a Vance, que argumentaría que Andie no podía usar un vestido tipo Madonna: “Ella no va a vestir como los otros chicos, es distinta y tiene su propio estilo”. Esto convenció a Hughes y, entendemos, también a Ringwald.

8. Grandes frases improvisadas

Tanto Hughes como Deutch crearon un ambiente donde los actores se sintieran libres para improvisar, y esto dio lugar a algunas de las líneas más memorables de la película, especialmente por parte de Jon Cryer. A éste le surgió espontáneamente referirse a la máquina de tampones del baño de las chicas como “máquina de chicles”, cuando trata de disimular que los matones lo han empujado ahí dentro.

Otra de las ocurrencias míticas de Cryer tuvo lugar durante la escena en que descubre el nombre de su rival, el amor de Andie, y clama exasperado: “¿Blane? ¿Su nombre es Blane? ¡Eso es un electrodoméstico, no un nombre!”.

9. El baile de Duckie

Sin duda, uno de los momentos que más se han quedado grabados en nuestras memorias es el que tiene lugar en la tienda de discos, cuando Duckie coreografía un apasionado Try a little tenderness de Otis Redding. Al parecer, los ya famosos pasos fueron obra del propio Cryer, que ya había realizado un número similar durante su audición, sólo que en aquella ocasión con el State of shock de Mick Jagger y Michael Jackson.

Así que se pensó en repetir el baile pero al no conseguir los derechos de la canción, ésta se reemplazó por el tema de Otis Redding. Una elección más acertada, pues contenía todo el desgarro que Duckie estaba sintiendo en aquel momento. “Y nos enamoramos de él, porque todos somos capaces de identificarnos con eso” diría Deutch.

La noche anterior de rodar, Cryer se reunió con Kenny Ortega, coreógrafo de Dirty dancing, que terminó de aplicar la magia a la que sería una escena memorable.

El año pasado Cryer retó a un duelo de baile a James Corden en The Late Late Show, demostrando que recuperar a Duckie es siempre un valor seguro.

10. Pequeña compensación

Si descubrir que Duckie estaba realmente destinado a tener su final feliz le ha dejado con pena, existe una pequeña compensación en la filmografía de Hughes. El cineasta pudo hacer realidad su historia de dos amigos que terminan enamorándose en su siguiente película: Una maravilla con clase. El triángulo amoroso cuenta, en esta ocasión, con un Eric Stoltz que haría las veces de Andie (cabello pelirrojo incluido) y Mary Stuart Masterson como alter ego de Duckie. La tercera en discordia sería Lea Thompson, la chica popular que se queda desemparejada esta vez para permitir, aunque sea en una película diferente, que Andie y Duckie consigan por fin el amor.

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