El árbol, el otro mejor amigo del hombre

Roque Nublo y Bentayga desde el Pico de Las Nieves

Cristóbal D. Peñate

Las Palmas de Gran Canaria —

Los expertos en arboricultura, los botánicos, los ingenieros de Montes y los medioambientalistas coinciden cada día más en exigir a las autoridades competentes la elaboración de un censo o catastro de árboles en las ciudades como instrumento para salvar, cuidar y conservar especies que están en vías de extinción y otras que sufren un maltrato permanente. Actualmente el único municipio que cuenta con un catálogo para la protección de árboles de interés local es Santa Brígida.

Es una reivindicación común entre los expertos que participaron recientemente en un seminario sobre arboricultura y paisaje celebrado en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria.

Las casas que están cerca de zonas verdes y arboladas tienen un incremento del valor residencial de hasta el 20%, según estudios realizados en el sector inmobiliario y corroborados por organismos internacionales de medio ambiente y naturaleza. “Los árboles urbanos tienen una esperanza de vida más corta que en el bosque porque están estresados”, según señala el ingeniero de Montes Jorge Naranjo Borges.

“Hay que proteger los árboles de interés local a través de catálogos, como el que ha elaborado Santa Brígida, el único que existe en Canarias. El árbol mejora la contaminación acústica porque disminuye los ruidos, regula el clima y reduce la temperatura”, añade Naranjo Borges.

Profesionales forestales

Este ingeniero, que es miembro de la Asociación de Profesionales Forestales (Profor) de Canarias y trabaja en la Dirección General de Ordenación del Territorio del Gobierno de Canarias, subraya que los árboles ayudan a minorar el riesgo de desastres naturales, “sobre todo de inundaciones y la contaminación atmosférica; el cemento no”.

En España los datos que se manejan son de 2006, según el cual el 68% de la población vive en ciudades. “España es urbanita. Ese dato se saca de las estadísticas de las personas que viven en núcleos de población de más de 10.000 habitantes. Sabemos que va a seguir en aumento el número de habitantes en ciudades y el porcentaje. En el año 2030 se prevé que en Latinoamérica va a haber el mayor número de urbanistas porcentuales ya que va a llegar al 85% de su población”.

A nivel mundial la media es que en 2025 o 2030 más del 60% de la población vivirá en ciudades, “por lo que tenemos que hacer esas ciudades mucho más habitables. Las ciudades son muy importantes porque hay mucha población viviendo en ellas. Primero tenemos que ver que el árbol es un ser vivo, por lo que tenemos que ver el beneficio del árbol urbano. La gente ve la importancia que tiene el árbol cuando está en los bosques, cuando está lejos. Cuando está en las ciudades hay que buscar una compatibilidad”.

Sin embargo, no todas las especies están adaptadas a la ciudad ya que en la ella el árbol está sometido a un estrés debido a la contaminación atmosférica. “No todos los árboles pueden aguantar esa contaminación atmosférica. Además de eso, tienen poco espacio para desarrollar las raíces. Se rompe el ciclo nutriente, el suelo se agota”.

El suelo muchísimas veces se compacta, con lo cual ni el agua les llega bien ni se filtra adecuadamente. “Toda esa serie de inconvenientes existen aunque podemos disminuirlos. Eso lleva a la conclusión de que los árboles urbanos tienen una esperanza de vida más corta que en el bosque. Eso es importante saberlo. Nosotros podemos mejorar las condiciones, pero siempre el árbol, al estar estresado, va a tener una esperanza de vida más corta, va a vivir menos años que uno en el bosque”.

Árboles urbanos

Los árboles urbanos, según los botánicos, tienen una serie de beneficios para la población. “Lo primero que sale es la sombra. La gente quiere más árboles que den sombra en la ciudad para no achicharrarse. Pero no solo es problema de sombra, son muchos más puntos los que hay que tener en cuenta en las ventajas que nos da el árbol”.

Asimismo, el árbol también mejora la contaminación acústica y disminuye los ruidos, regula el clima y reduce la temperatura. El árbol puede hacer bajarla unos cuantos grados centígrados. “Las ciudades tienen siempre mayor temperatura que el entorno. Los edificios, con su cemento y su hormigón, se calientan y calientan la ciudad. Los árboles regulan esa climatología con microclimas que consiguen reducir la temperatura en algunos grados”.

“Además hay un incremento de la biodiversidad porque estamos plantando y eso atrae a los árboles y a los animales. Mejora la calidad de vida. Hay un impacto psicológico y sociológico positivo. La gente, al tener parques o áreas verdes cerca, hace ejercicios, por lo que se fomenta la actividad física, equilibra la tensión arterial y el nivel de estrés de las personas”.

Contaminación atmosférica

Los expertos inciden en que los árboles aminoran la contaminación atmosférica. En un estudio de la Universidad de Córdoba se señala que una encina filtra 7.000 kilos de partículas al año. Al día mueren en el mundo 10.000 personas por contaminación atmosférica, de forma directa o indirecta, y al año son algo más de tres millones y medio de personas. La contaminación atmosférica se produce fundamentalmente en ciudades. Y los árboles son muy importantes porque filtran y depuran el medio ambiente.

En el estudio de la Universidad de Córdoba se dice que una encina, que necesita 2.500 litros de agua para mantenerla, es capaz de retener 70.000 litros. “Eso significa que los árboles ayudan a minorar el riesgo de desastres naturales, sobre todo de inundaciones. Eso las plazas de cemento no lo consiguen, los árboles sí. La energía cinética de la lluvia es disipada por las hojas, caen con poca fuera y encima se filtra”.

Una cosa que la gente no sabe o no valora es el incremento del valor residencial. Según varios estudios científicos, las casas que están cerca de zonas verdes y arbolados tienen un incremento del valor residencial de hasta el 20%.

Adornos en la ciudad

Hay gente que cree que los árboles solo sirven de adorno en la ciudad o para dar sombra. Los avances científicos van demostrando las distintas ventajas que tienen los árboles. Yo defiendo la necesidad de un plan de arbolado urbano. Hay ciudades españolas como Madrid, Barcelona o Málaga, que tienen su plan de gestión. No es ley, pero marca unas directrices. Si las directrices están hechas por un equipo de especialistas, marca unas pautas para poder planificar las cosas. Y si planificas las cosas desde un principio, ves las especies adecuadas en el arbolado urbano y entonces consigues más esperanzas de vida para el árbol urbano que de por sí está más estresado“.

En Barcelona lo tienen claro. En el plan de Barcelona, dependiendo de la dimensión de la acera, se planta un tipo de árbol u otro. “Si el ancho de la acera es corto, se plantan árboles pequeños; si la acera es media, se plantan árboles de porte medio, y si la acera tiene más de seis metros de ancho, se ponen árboles de porte grande y se distancian los suficiente como para que puedan crecer sin competencia”.

Se hace un análisis muy minucioso. Se tiene en cuenta hasta el tamaño de los alcorques: dependiendo del volumen del árbol, el alcorque va a tener más dimensión o menos. “Es importante que las cosas sean planificadas por especialistas que conozcan bien la materia”.

Asfixia radicular

Los árboles también necesitan respirar. No se puede sellar un árbol porque eso lleva a una asfixia radicular. Eso significa que no entra oxígeno en el suelo, lo que dificulta que las raíces puedan vivir. “Los árboles son seres vivos. Si tú pones cemento en las aceras y no dejas sitio a los alcorques, llegamos a la asfixia radicular. Eso en los planes de gestión viene establecido para cada especie y los lugares. Hay que planificar”.

Barcelona, por ejemplo, tiene 150.000 árboles y el 30% son de una sola especie: el plátano. “El plátano lo tienes en las plazas de Valleseco y Teror, en el parque de las brujas de la finca de Osorio, delante del Ayuntamiento de Santa Brígida”.

En Barcelona hay 45.000 árboles plátanos. El almez, que es una especie de olmo autóctono de la Península Ibérica, ocupa un 12% del censo arbóreo. Es decir, que casi la mitad de todos los árboles que hay en Barcelona pertenecen a esas dos especies. Después hay varias especies más, que tienen un 7% u 8%.

En Barcelona han previsto la diversidad arbórea. “Cuando Barcelona elabora por primera ves su plan de gestión se da cuenta que el sobrepeso está en pocas especies y puede ocurrir que si entra una plaga se quede con muchos menos árboles”.

Naranjo amargo

El caso de Córdoba es parecido: tiene un 25% de naranjo amargo. “Entonces si pensáramos en Las Palmas, podríamos ver que podría pasar algo parecido al haber un sobrepeso de algunas especies. Solo si tenemos un plan de gestión podemos ver las especies que hay y en base a eso, como han hecho en Barcelona, se puede establecer una política de planta con especies nuevas que nos interesen desde el punto de vista de la jardinería y de la vistosidad porque el paisaje también juega un papel importante. Especies que sean compatibles con la climatología y con el medio, que aguanten el estrés de la ciudad y que no sean invasoras”.

Los especialistas abogan por que en las ciudades de Canarias hubiera un plan de gestión del arbolado urbano que dieran unas pautas y una directrices sobre qué política seguir. “En las islas se emplean muchas especies subtropicales y tropicales. Cuando plantas especies tropicales tienen que estar asociadas a riego. De manera natural hay que ver los árboles que mejor se dan en las ciudades costeras. Menos Valverde en El Hierro, el resto de las capitales de las Islas Canarias están en la costa. De manera natural crecen especies de bajo porte como son las tabaibas o los cardones, salvo en algunos sitios donde crecen tarahales, que es un arbusto, y las palmeras en vaguadas. Las palmeras son plantas de porte arbóreo. Salvo palmeras, de manera natural no teníamos árboles. Por eso tenemos que adaptar esos árboles que hemos sacado de los subtrópicos y los trópicos”.

Laurel de Indias

El laurel de Indias es una especie tropical. “Los ficus benjaminas que se han plantado en Siete Palmas son especie tropicales. Pero después tenemos el pimentero, que viene de Sudamérica y otras especies subtropicales que también se pueden adaptar. Las plantas se deben cultivar en los viveros nuestros”.

Existe la posibilidad de proteger los árboles de interés local a través de catálogos, como el que ha elaborado Santa Brígida, que es el único que existe en este sentido en toda Canarias. En 2009 se aprobó el primer y único catálogo de árboles de interés local en el Archipiélago. La media del coste de un árbol urbano es de 2.400 euros al año.

Arboricultor

El arboricultor terorense Alfredo Yánez llegó a Inglaterra en 1993 y un año después empezó a trabajar en arboricultura y jardinería. No tenía ninguna experiencia pero estuvo en Inglaterra 20 años, de los que 16 lo dedicó a la arboricultura. Desde 2003 a 2010, año en el que regresó a Gran Canaria, trabajó para un ayuntamiento al este de Londres, haciendo todo tipo de trabajos de arboricultura, relacionándose con árboles en zonas urbanas e interurbanas.

La arboricultura se trabaja seriamente en Europa desde hace más de 20 años. “Aquí en las islas está yendo a mejor pero, debido a una falta de preparación de la gente del gremio y de no saber cómo hacer las cosas, algunas se están haciendo mal. Hay podas que no se hacen bien y eso hay que corregirlo”.

Yánez asegura que hay grandes diferencias entre la arboricultura inglesa y la canaria. “Aquí se trabaja prácticamente solo con el cucharón, que es una grúa en la que te elevas. Ahí solo trabajas en un plano; en cambio, las técnicas que se usan en Inglaterra son distintas. Allí escalas, trepas al árbol con cuerdas y tienes una tridimensionalidad. Te vas moviendo por la copa del árbol y puedes hacer un tratamiento como dios manda y no desmochando sin ton ni son”.

Cortes y podas

Para hacer eso hay que tener una formación adecuada. “Ya que te subes a un cacharrón antes de subirte a un árbol, debes tener conocimientos de las técnicas de corte. Eso es muy importante. Y tener ideas de la biología del árbol, saber en qué árbol te estás subiendo, saber sus características, cómo va a reaccionar a la poda”.

Los cortes y las podas son muy importantes. “Tú no puedes cortar ramas con dimensiones de a metro. Estamos hablando de la circunferencia, de masas de madera grandísimas. Esa poda, cuando quitan esas ramas y no hacen cortes, se hace de manera que el árbol aísla el daño, aunque no se sane ni se cure. Crece normal y cuando lo dejan con crecimiento asimétrico, con la copa dejada de lado y las ramas rectas sin ton ni son, y salen de ese corte mal hecho, es muy probable que esas ramas caigan con viento y que haya problemas. Muchas veces la mala poda es por falta de formación y educación, básicamente”.

Sin embargo, las malas prácticas se pueden corregir. Se ven ciertas mejorías y ciertas correcciones. “La Administración está abierta a cambios. Por ejemplo, antes se hacían desmoches y dejabas unas heridas tremendas que se pudrían. Ahora se ve que a muchos árboles que se están tratando se les deja la copa y se les cortan todas las ramas de abajo, que no es bueno porque les subes el punto de gravedad y son más inestables. Está habiendo ciertas mejoras, pero aun estamos a mitad de camino”.

Todo eso se puede comprobar en las carreteras de las islas. “Ahora mismo en la carretera de Teror puedes ver que está todo podado. Cualquiera que sepa un poco sabe quién ha estado podando y cuándo se cambia el turno por los cortes y la metodología de trabajo. Pero el que estuvo primero lo estuvo haciendo durante meses y ya el daño es irreparable. Hay que poner un control de las autoridades medioambientales locales y que pidan responsabilidades a la empresa. Cuando un trabajo se empieza mal hay que pararlo para que no haya más daño”.

Punto de equilibrio 

Los expertos proponen entonces buscar un punto de equilibrio. “Pivotamos entre la necesidad de seguridad que tienen los técnicos y los políticos y la demanda urbana de que no me toques nada. Entonces de aquí para atrás la Administración ha tendido a ser más agresiva al ver al árbol como un enemigo y en cambio luego se ve por otro lado al árbol como un amigo fenomenal y fiable. Pero ni una cosa ni la otra”.

En Inglaterra se funciona de una manera más rigurosa. “En Inglaterra si una empresa hace un trabajo como los que se hacen aquí no vuelve a trabajar para la Administración nunca más. Paga una multa grandísima. Aquí se permite porque no saben, pero esto se lleva haciendo hace 20 años”.

Según Alfredo Yánez, la técnica de la poda debe hacerse de forma muy profesional. “Lo que está claro es que los árboles están para no podarlos y no tocarlos, pero solo si crecen en el sitio adecuado. El árbol en el bosque se poda solo, pero en carreteras y ciudades tenemos que mutilarlo por el cableado, por las casas, por seguridad vial”.

“En Canarias yo conozco a gente del gremio que sabe subirse a un árbol y hacer un corte, pero esa gente está haciendo trabajos en jardines privados. Lo que no puedes es tener a gente que no tiene ningún tipo de formación haciendo árboles en carretera. Simplemente cogen una motosierra y suponen un peligro. Los árboles están ahí para conservarlos”.

Evolución favorable

No obstante, cree que la situación evoluciona favorablemente. “También se observa unas ganas por mejorar. Desde el servicio de Medio Ambiente del Cabildo se han dado pautas a Carreteras para que no tocaran un árbol singular y ellos incluso han ensanchado curvas y han cambiado trazados para respetarlos. En El Madroñal un compañero de Medio Ambiente marcó una serie de árboles y habló con Carreteras para decirle que si retranqueba el muro no hacía falta cortar el árbol. Se habló con el propietario y se salvaron unos árboles preciosos. Hay que analizar lo que ha pasado para ir aprendiendo de la experiencia y para que dentro de poco tengamos una arboricultura reglada y controlada”.

En los siete u ocho años que lleva aquí de regreso ha notado un progreso de la arboricultura. “Sí, hay una evolución a mejor, pero hay todavía mucho por hacer. Aquí hay buenos profesionales en el gremio, desde biólogos hasta medioambientalistas para dar clases de biología del árbol. Hay que compaginar la teoría con la práctica”.

Árboles singulares

El especialista reconoce que el Archipiélago tiene una climatología y unos árboles singulares. “Canarias, por la climatología, alberga una cantidad de árboles singulares, tanto autóctonos como de fuera, que tienen un valor tremendo. Puedes tener árboles de zonas semidesérticas, templadas. Desde fuera se cree muchas veces que en Canarias solo hay palmeras, pero no deja de ser un tópico. Aquí hay eucaliptos de carretera con una copa perfecta de 30 o 40 metros de altura. Eso no lo tienen en cualquier sitio. El eucalipto es un superviviente nato. Tiene pocos aliados porque los ecologistas lo ven como una plaga y la Administración lo ve como un peligro al borde de las carreteras porque levantan el asfalto. Pero es un árbol con unas ansias de vivir tremendas a pesar de los desmoches que se les han hecho.

Universidad alemana

La alemana de 26 años Lisa Franke es licenciada en Arboricultura en la Universidad de Göttingen, la única en Alemania que tiene esta especialidad. En España no existe ninguna con esa disciplina. No es la primera vez que visita Gran Canaria. Estuve tres meses el año pasado para hacer el trabajo del fin de carrera sobre ingeniería biológica, que es restaurar con elementos vivos, como plantas, zonas que están muy degradadas.

“Pusimos unas barreras con troncos, repoblando encima, poniendo acolchado de pinochas… Toda una serie de técnicas para, encima de un suelo raso de pura piedra, iniciar otra vez un proceso de restauración, usando los métodos de cicatrización que tiene la propia naturaleza”.

Ha venido a la isla por un convenio que hay entre el servicio de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria con la universidad HAWK (Hochschule für Angewandte Wissenschaft und Kunst) de Göttingen. “Allí tenemos dos ramas, una de arboricultura y otra de silvicultura. La primera se dedica a la enseñanza de la técnica de cultivo de los árboles y la segunda se aplica al cuidado de los bosques y los montes, así como las ciencia que trata de este cultivo y las técnicas que se aplican a las masas forestales”.

Ordenanzas de seguridad

 Las ordenanzas que hay de seguridad vial son muy estrictas con respecto a los árboles para evitar accidentes. “Por la ciudad transitan muchas personas y los árboles conllevan riesgos que pueden afectar a los viandantes. Debido a la existencia de árboles y el tránsito de personas, es obligatorio hacer controles de todos los árboles de la ciudad en un período de dos a tres años”.

Eso es habitual en Alemania, pero aquí no tanto. “Aquí hay catas de árboles singulares que miran solo a árboles puntuales por la edad, la especie, etcétera. A lo mejor puede haber algún registro de árboles, aunque no creo que estén todos completos, y además no se hace esa revisión periódica ni se tiene ese ciclaje de trabajo. No está sistematizado”.

“Hay que buscar un compromiso entre la seguridad vial cien por cien, que no existe, y la estética de la naturaleza cien por cien, que tampoco existe. Ese compromiso se busca formándose y conociendo muy bien las características que tienen los árboles, como enfermedades y otras cosas, porque si no estás bien formado siempre vas a tener miedo y la tendencia es cortar más de la cuenta. Cuando no se está seguro y se piensa que el árbol se puede caer, la tendencia es a cortarlo”.

“Ante la duda, se corta. Eso se hace en muchos municipios por orden de los ayuntamientos. Se ven muchos árboles desmochados. Ahora hay un par de municipios en los que se nota más. A lo mejor se cae un árbol o apenas una rama y los técnicos y los políticos cogen miedo y arrasan con todo. Para eso están los expertos en arboricultura, para poder evaluar las ramas que están dañadas, por dónde hay que cortar, ver qué ramas están bien para no cargarse todo el árbol y hacer el tratamiento adecuado”.

En positivo

Lisa Franke estima que hay que ver los árboles en positivo. “Siempre hemos visto el árbol como un problema porque está al borde de la carretera. La solución fácil es cortarlo y se acabó el problema. Pero no. El árbol es una oportunidad, es parte del sistema y lo que hay que hacer es tener una gestión adecuada para que pueda convivir el árbol con la seguridad”.

El objetivo es conseguir una población de árboles notables, singulares, adultos y ya maduros porque son los que albergan de la mejor forma todas las características de importancia ecológica, paisajística, ornamental, etcétera. “Ese es el desafío porque a medida que van pasando los años los árboles van envejeciendo y teniendo problemas. Si no tuviésemos arboricultura la gente empezaría a hacer desmoches indiscriminados en los árboles y no llegarían a viejos. Les cortamos la vida arbitrariamente”.

Por eso Franke cree que es fundamental la elaboración de un censo de árboles. “Como tiene que haber una documentación escrita y gráfica de ese control, se realiza un catastro de árboles, que es como un inventario donde quedan todos registrados. Se escribe la localización, en qué calle está ese árbol para que después se pueda otra vez localizar el árbol y tener la localización exacta. Edad, especie, diámetro, una serie de medidas y después posibles síntomas de alguna enfermedad, ver si en dos años conviene revisarlo otra vez para ver cómo está. Y ver qué tratamientos se pueden aplicar”.

Censo

Según ella, no es complicado elaborar un censo de árboles. “Hay que hacer una propuesta de planificación: hacer un seguimiento específico, verlo de nuevo en dos, tres o cuatro años. Hacer un censo completo, no solo cuantitativo sino también cualitativo. Porque puede que un árbol esté muy bien, fenomenal, que no es preciso hacerle nada, pero a lo mejor el que está al lado tiene una micosis y convendría revisarlo después de hacerle una cura”.

Es la forma de tener controlados a todos los árboles. “Si pasa algo, algún accidente, se cae una rama, ya tienes un historial del árbol. Ver si no se había detectado nada, si se había detectado algo, si tenía una micosis, si pasó algo concreto que te sirva como experiencia para otros árboles”.

Eso se puede extrapolar a todas las especies de las islas. “Es muy sencillo. Funciona como un programa que tienes que comprar, tienes una foto, puedes marcar cada árbol, pinchas en él y te aparece toda la documentación. El tema no está tanto en la herramienta sino el tener el rigor de hacer bien las revisiones. La herramienta sola no sirve para nada si no hay un seguimiento práctico”.

“El catastro se debe aplicar donde tengas árboles que quieras conservar por su valor y mucho tránsito de personas; tiene sentido el seguimiento mediante un registro o un catastro arbóreo. Esto sería aplicable no solo para las ciudades, sino en las avenidas y en las carreteras comarcales, como los eucaliptos que están al borde o los cipreses. No solo en las ciudades sino en las carreteras. Cuando hay vendavales, los árboles que están al borde la carretera están muy expuestos y pueden caer encima. Es un peligro de seguridad vial. Hay ramas grandes que caen por las malas podas. Todo eso se puede prevenir adecuadamente con un buen catastro de árboles”.

 

Etiquetas
stats