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Frágil equilibrio en la Reserva Marina de Lanzarote: pocos estudios, mucha presión y sobrepesca

Barco pesquero con Alegranza al fondo

Saúl García

Arrecife —

La Reserva Marina de la Isla de La Graciosa y los Islotes del Norte de Lanzarote es única. No sólo por su tamaño, ya que es la más grande de las diez que hay en España (más de 70.000 hectáreas), sino también porque es la única que alberga dentro a una población tradicionalmente pesquera y porque es la que destina menor espacio de toda su superficie (sólo un uno por ciento) como reserva integral, donde la pesca está totalmente prohibida, en los alrededores del Roque del Este. También es la única donde se permite la pesca de fondo de recreo.

La Reserva se creó en 1995 por el descenso palpable de la fauna marina, que comprometía no sólo la continuidad de esa fauna, sino también la continuidad del sector pesquero de La Graciosa. En los primeros años la fauna se recuperó, pero en los últimos años la situación no ha mejorado. Desde hace casi una década se han dejado de hacer los estudios científicos con la periodicidad y el rigor necesarios, debido al recorte presupuestario por parte del Ministerio, y aunque no hay datos fiables determinantes, la sensación general es que se está ejerciendo una presión pesquera, deportiva y profesional, mayor de la deseable. Así que ese carácter único está en riesgo.

En la última reunión de la Comisión conjunta de la Reserva Marina, que se celebró el año pasado en La Graciosa y en la que participaron representantes de todas las administraciones locales, regionales y estatales, así como de las cofradías de pescadores e instituciones científicas, entre otras, el jefe de servicio del Área de Pesca del Gobierno de Canarias, Víctor García, pedía a todos los presentes al final de la reunión que propusieran “cuanto antes unas medidas de gestión con respecto a la flota pesquera recreativa y profesional, ya que actualmente las cosas van mal porque hay sobrepesca en la reserva, y hay que poner límites para que funcione”.

En esa reunión se trataron muchos temas, y todos preocupantes. Los datos de barcos profesionales y deportivos autorizados a pescar revelan que no sólo no hay diferencia entre la presión dentro y fuera de la Reserva, sino que en la llamada cuña de Haría la presión es mayor dentro de la reserva.

“Esta situación, y la evolución de la actividad pesquera en la Reserva Marina deben ser seriamente considerados porque cuestionan la regulación de la actividad pesquera y su volumen en la reserva marina”, recoge el acta de esa sesión. El Instituto Español de Oceanografía (IEO) propuso en 2009 una serie de medidas, pero parece que no se han cumplido. De hecho, en 2011 se amplió de forma temporal el número de barcos que se permitían, ampliando a nueve más de Arrecife, y antes, en en el año 2000, fue la Cofradía de La Graciosa la que pidió que se aumentaran las modalidades de pesca permitidas y el número de barcos en aguas interiores. La Dirección General de Pesca del Gobierno canario asegura que el año pasado se eliminaron setenta licencias que permitían pescar a vecinos de Haría.

El acta de la última reunión señala que “en aguas interiores, la información disponible permite afirmar que hay un gran volumen de actividad y de capturas, si bien no se sabe con certeza el número de pescadores jubilados y residentes en Haría autorizados reales, por lo que se pide la colaboración de los ayuntamientos implicados para poder actualizar el estado de las personas autorizadas”.

Residentes y jubilados

Desde el inicio de la Reserva se abrieron los permisos a residentes y jubilados en las zonas limítrofes, (Haría y Teguise). Esas autorizaciones no caducan y se van acumulando, aunque algunos de los beneficiarios hayan fallecido. En los últimos cinco años se ha autorizado a más de 140 personas. Por otra parte, el número de barcos profesionales que pesca en las aguas interiores de la Reserva es de 35 de La Graciosa, 13 de Arrecife, dos más de La Tiñosa y dos embarcaciones de buceo. También se autorizan cuarenta embarcaciones cada año de las listas sexta y séptima.

“Con los datos presentados sobre densidad y presión pesquera y considerando los informes científicos disponibles sobre el estado de la Reserva Marina, es evidente que hay que reducir esta presión en gran medida”, señala el acta de la reunión a propuesta del propio Gobierno de Canarias.

Sólo los barcos recreativos pueden capturar unas cincuenta toneladas de pescado cada año, y muchas de esas capturas acaban en el mercado, con lo que significa de competencia desleal para los pescadores profesionales. Pero el problema no sólo es el número de barcos, sino también la forma. “Hay furtivismo”, reconoce Domingo Delgado, asesor honorífico de pesca del Cabildo. Y el problema viene de lejos, porque en 2015 ya propuso que se regulara la actividad y se redujera el número de barcos de pesca recreativa a un centenar y que sólo pudieran pescar jueves y domingos.

En la comisión se reconoció la existencia de nasas, de palangres y de barcos que sobrepasan su permiso. Por otra parte, no sólo hay carencia de estudios. También hay escasez de vigilancia o la que hay no es efectiva. Hay un barco del Gobierno de Canarias, el Isla de Nubes, pero el Cabildo no tiene competencias y el Seprona apenas tiene personal para todas las competencias que tiene. Una solución podría ser la colaboración de las policías locales, que ya dio buen resultado en Tinajo. Los datos del Gobierno de Canarias reflejan que el año pasado hubo 35 actuaciones, de las que diez fueron denuncias y el resto advertencias. Desde el Gobierno señalan que “el furtivismo es preocupante en cualquier medida de gestión pesquera y más aún en una Reserva Marina de interés pesquero. El efecto reclamo de esta herramienta de gestión, a veces dificulta su control”.

Delgado lo advirtió en aquella reunión: “Si no se aporta información de actividad y se sigue haciendo uso de artes y aparejos no permitidos, no se cumple la regulación de la primera venta y no se controlan y limitan las capturas y la actividad de la pesca recreativa, la viabilidad de la Reserva Marina puede verse seriamente comprometida”. Y lo dice ahora más claro aún: “Para seguir así, lo mejor es quitar la reserva y que hagan lo que quieran, luego vendrán llorando porque no hay pescado”. En todo caso, lo principal es volver a evaluar el recurso pesquero. Delgado también apunta una posible solución para el futuro, el proyecto de pesca turística que se ha quedado frenado por Fomento por problemas de seguridad en las embarcaciones. Funciona en países como Italia y consiste en que los turistas se embarcan en un pesquero, pagan por ello y después se llevan el pescado para comérselo. “Y así el pescador ya no esté pensando en pescar 200 kilos porque ya tiene unos ingresos asegurados”, señala.

“Exceso de presión pesquera”

Tanto el secretario general de Pesca del Ministerio como el director general de Pesca coincidieron en que la conclusión evidente “es que hay un grave problema de falta de aportación de información de esfuerzo pesquero y otro añadido de exceso de presión pesquera, por lo que es necesario, para reconducir la situación, ajustar la regulación de la pesca de recreo, limitar la presión pesquera, que los sectores extractivos aporten información veraz sobre esfuerzo pesquero y que colaboren con los servicios de la Reserva Marina en la recopilación de información sobre su actividad y sus capturas, y un estricto cumplimiento de la normativa referente a la primera venta”.

Era algo que se veía venir. Hace seis años, en otra reunión, el representante del Instituto Español de Oceanografía, Pablo Martín-Sosa, dijo que la situación de la Reserva Marina no era buena en cuanto a sus resultados como figura de protección pesquera y que era preciso controlar el esfuerzo pesquero, entre otras cosas por la actividad de recreo, y que había que ser muy cauteloso. Hoy, en entrevista telefónica, señala que los últimos datos son de 2008-2010 porque ya no había convenio de colaboración con el IEO. Los únicos datos que hay ahora disponibles son de capturas “pero así no se pueden sacar conclusiones, sólo indicios”, dice.

Blanquizales y sebadales

Y hay otros problemas. Los blanquizales que provoca el erizo diadema han aumentado, pero ya no se erradican porque el erizo no es antillarum sino africanum, y por tanto es una especie autóctona. El destrozo que hace es el mismo, y tampoco se han aplicado otras medidas como vedar la pesca de sus predadores, como el pejeperro, los gallos o la sama roquera. También hubo un proyecto para buscar salidas comerciales al erizo pero no se conocen sus resultados. Según el Gobierno, las poblaciones de este erizo “se vieron seriamente mermadas en 2014, año en el que se registró la mayor mortalidad masiva de erizos de la familia Diadematidae en el Atlántico oriental” causada por una bacteria. “Se están estudiando medidas de protección a los predadores naturales del erizo para permitir que el medio marino pueda alcanzar un equilibrio sostenible”, señala el Gobierno.

Mientras avanzan los blanquizales disminuyen los sebadales, en algunos casos provocados por el fondeo de las embarcaciones que acuden al Parque Natural. Los barcos de las excursiones tienen su propio anclaje, pero no el resto, y el ancla arrasa con el fondo. En el último estudio sectorial del IEO de 2014 se señala que “como conclusión a las observaciones realizadas en los puntos de fondeos se podría apuntar que no existe un control de los mismos, en cuanto a su ubicación y su conservación en estado y forma, ya que, de manera general, se han observado en todas las zonas estudiadas, un número elevado de rezones y distintos tipos de anclas depositadas en el fondo”. El año pasado, en esa ruta, entre Caleta de Sebo y la Punta de La Herradura, fondearon una media de 7,5 embarcaciones al día, con 207 personas diarias.

El Gobierno de Canarias señala que “periódicamente, desde esta Dirección General de Pesca, se realizan seguimientos del estado de los sebadales; había una tendencia a la disminución de la superficie ocupada por los mismos; no obstante, se deben considerar las variaciones periódicas puesto que su estado varía en las distintas estaciones del año”. La superficie total que ocupan los sebadales es de 1,6 millones de metros cuadrados.

En Playa Francesa se han llegado a contabilizar este verano hasta 25 barcos, con cientos de personas que desembarcan hasta en zodiac a pesar de que la Ley de Costas prohíbe el desembarco sin balizar en zonas de baño. A esto hay que añadir la situación de incertidumbre del Plan Rector de Uso y Gestión del Archipiélago Chinijo (PRUG) anulado en los tribunales y pendiente del recurso de casación. El Cabildo está redactando un nuevo PRUG que apuesta por la pesca profesional y es más restrictivo con la deportiva, según señala el ex consejero de medioambiente Marcos Bergaz. También se aumenta la superficie destinada a reserva integral, donde se prohíbe la pesca.

Por otro lado, la Dirección General de Pesca reconoce que la salud de la Reserva es de “frágil equilibrio por lo que hay que tener en cuenta muchos condicionantes sobre modificaciones sobre la Reserva Marina”, y asegura que en la actualidad se están recopilando datos de primera venta “y se está pendiente de elaborar un informe sobre la evolución de las capturas y el esfuerzo pesquero”.

Este reportaje ha sido publicado en la edición impresa de Diario de Lanzarote.

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