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Llamadas a un acuerdo por el Carnaval de Tenerife ante las pérdidas millonarias

Aunque es difícil evaluar el impacto de la suspensión del Carnaval en el sector comercial de la ciudad y en el turismo e imagen de la isla, el Cabildo de Tenerife adelantó que los ingresos que se dejarían de percibir superarían los cinco millones de euros.

La suspensión cautelar de la celebración en la calle del Carnaval fue decidida por el Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 1 de Santa Cruz de Tenerife a instancias de un grupo de vecinos de la zona centro, que consideran afectado su derecho al descanso por los ruidos que genera esta fiesta. Esta petición de los vecinos se produjo tras una sentencia previa del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) en la cual se reconocían los derechos fundamentales de los vecinos y se establecía que el ruido no podría sobrepasar los 55 decibelios, algo que el Ayuntamiento considera imposible de cumplir.

La noticia recorrió el mundo y el Cabildo de Tenerife constató su repercusión en medios de comunicación del Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos, lo cual podría afectar a la imagen que quiere transmitir la isla como destino turístico alegre, acogedor y festivo. De momento no se han producido cancelaciones en las reservas turísticas tras la difusión mundial de la noticia, según la patronal hotelera Ashotel, que hizo un llamamiento a un acuerdo que concilie el derecho de los denunciantes al descanso con el del conjunto de ciudadanos a celebrar una fiesta de gran repercusión turística.

En la misma línea se pronunció el presidente del Gobierno de Canarias, Adán Martín, quien reclamó una solución pactada al conflicto, porque “los ciudadanos no se van a resignar” a perder el Carnaval.

Aclaración del Tribunal Superior

Ante el relieve que ha alcanzado la suspensión cautelar de las fiestas, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias consideró necesario aclarar que esta medida afecta sólo a los musicales nocturnos que se organizan en la zona centro de la ciudad, y no a la totalidad de las fiestas ni a sus actividades tradicionales.

Por eso no corren peligro la gala de elección de la Reina del Carnaval, la cabalgata, el coso u otros actos similares, sino que lo que hay que resolver es qué pasa con las fuentes de sonido procedentes de bares, kioscos, escenarios y coches engalanados. La decisión definitiva se adoptará por parte del juzgado de lo contencioso administrativo el próximo lunes, tras una vista en la que comparecerán los representantes legales de los vecinos denunciantes y del Ayuntamiento.

El abogado de los denunciantes, Felipe Campos, declaró que si el alcalde de Santa Cruz de Tenerife, Miguel Zerolo, quiere llegar a un acuerdo respecto a la celebración de los actos nocturnos del Carnaval de la capital tinerfeña, le espera “con los brazos abiertos”. Recordó que el exceso de ruido vulnera un derecho fundamental de los vecinos que lo han denunciado y, en lugar de intentar alcanzar un acuerdo, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife “ha iniciado un camino peligroso de alarma social”.

Felipe Campos pidió al alcalde de Santa Cruz de Tenerife que “se siente” con los afectados, “pierda algunos votos y asuma su responsabilidad para comprometerse con los vecinos y salvar el carnaval”.

Manifestación en favor de la fiesta

Por otro lado, alrededor de 400 jóvenes se manifestaron este viernes por las principales vías de Santa Cruz de Tenerife en defensa del Carnaval callejero nocturno. Los jóvenes tinerfeños, que lanzaron duras crítica contra los vecinos de la zona centro de la ciudad que ha denunciado al Ayuntamiento, iniciaron su marcha sobre las 18:00 hora local en la plaza Weyler, desde donde se dividieron en dos grupos de unas 200 personas cada uno.

Muchos de los jóvenes manifestantes pertenecen a agrupaciones musicales, murgas o comparsas que participan en el Carnaval y exigían con sus gritos de rabia contenida la celebración de las fiestas nocturnas. Además, algunos jóvenes comenzaron a pasar mensajes por el móvil para convocar esta noche a un “botellón” masivo en un lugar guardado con sigilo.

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