El robot Remora II confirmó con imágenes que los cuatro militares siguen atrapados en el helicóptero del SAR

Los cuatro militares desaparecidos en el helicóptero del SAR en aguas canarias.

Teresa Cárdenes

Las Palmas de Gran Canaria —

El teniente Sebastián Ruiz Galván habría cumplido 30 años el 25 de junio próximo. Pero para el final de esta amarga Semana Santa, su padre no esperaba otra cosa que una llamada de teléfono que le confirmara que los restos de su hijo, desaparecido en el mar junto a otros tres militares el pasado 19 de marzo, pudieran volver a casa, a descansar para siempre en Chiclana y al menos “poder llevarle sus flores”. Sebastián Ruiz, el padre del teniente, tenía un presentimiento sobre este domingo de Resurrección que se ha visto cumplido: antes del amanecer, la esperada llamada llegó a su móvil. El Ejército del Aire le notificaba oficialmente la localización bajo el océano, a 37 millas náuticas de Gran Canaria y 2.362 metros de profundidad, del helicóptero del SAR que se hundió en el Atlántico el 19 de marzo pasado, llevándose consigo los sueños de cuatro jóvenes militares, entre ellos el piloto Ruiz Galván. Su padre, un hombre al que esta tragedia le ha partido el corazón pero no le ha robado el aplomo, hizo entonces lo que él creía que debía: tomó su móvil, seleccionó los nombres de algunos periodistas y mandó un whatsapp: “Los encontraron. Un abrazo”. Eran las 5:39 horas de este domingo de Resurrección.

Los que en medio de esta tragedia podían conciliar el sueño, dormían en tierra en la madrugada de este domingo. Pero no el ROV (Remoted Operated Vehicle) Remora II, el ingenio submarino de menos dos toneladas de peso, corazón electrónico, ojos de alta definición y conexiones de fibra óptica que rastreaba desde el miércoles una milla cuadrada de superficie submarina en busca del helicóptero del SAR hundido el 19 de marzo entre las islas de Gran Canaria y Fuerteventura. Tampoco los especialistas de Phoenix International Holding (PIH), la empresa experta en rescates en aguas profundas contratada por el Ministerio de Defensa, ni la tripulación del EDT Ares, el buque fletado por PIH para rastrear la zona de la desaparición.

Los ojos electrónicos de Remora II, que alberga varias cámaras de alta definición y sistemas de iluminación capaces de abrirse paso en profundidades abisales de hasta 6.000 metros, detectaron a las 3:00 de la madrugada del domingo el fuselaje del Súper Puma fatalmente accidentado cuando, según una dramática paradoja, su tripulación iniciaba el camino de regreso a tierra al término de un entrenamiento de rescate nocturno.

La localización exacta del helicóptero, después de los trabajos previos para acotar la zona de rastreo en el mar, era una de las tareas más complejas de la operación de búsqueda y rescate de la aeronave del SAR. Pero aún quedaba otra verificación dramática, pero clave para las familias que llevan un mes desesperándose por conocer el paradero de sus seres queridos: comprobar si dentro del helicóptero estaban los cuerpos de los tres pilotos, el capitán Daniel Pena Valiño, los tenientes Carmen Ortega y Sebastián Ruiz, y el mecánico, el sargento Carlos Caramanzana, a los que se creía atrapados en el interior de la nave. Las cámaras de Remora II se acercaron, enfocaron y transmitieron las imágenes a los ordenadores a bordo del buque EDT Ares: según los someros datos que este domingo difundió el Ministerio de Defensa, las imágenes enviadas por el ROV acreditan que los cuerpos de los 4 militares permanecían en el interior del helicóptero.

Antes de que la confirmación llegara de Defensa, el padre de Sebastián Ruiz lo relataba a esta periodista con una sencillez demoledora. Horas antes había recibido una de las llamadas más esperadas de su vida. Pero él no preguntó por los datos técnicos, ni por la profundidad, ni por los detalles. “Yo solo hice una pregunta, ¿están los cuatro? Y ellos me han dicho que sí. Afortunadamente sí están”. Con este dato se liquidaba la duda que atenazaba el corazón de las familias desde hace ya un mes, la duda que todos compartían, pero que nadie se atrevía a comentar en público desde que Defensa pusiera la búsqueda del helicóptero en manos de la que pasa por ser la mejor compañía del mundo en rescates subacuáticos en aguas profundas, Phoenix International.

Determinar la posición exacta del helicóptero ha sido desde hace ya semanas una de las fases más complejas de la operación de búsqueda y rescate lanzada por Defensa después de que la madre del capitán Pena y el padre del teniente Ruiz tuvieran que iniciar una campaña de apoyo público para que fueran rescatados los restos de sus hijos. Esta fase fue culminada en la madrugada del domingo por Remora II. Detrás quedaban los estudios del Instituto Hidrográfico Nacional y del buque Malaspina para verificar cómo podían haber afectado las corrientes marinas y los remolinos ciclónicos frecuentes en la zona (grandes masas de aguas oceánicas en movimiento circular) al descenso de la aeronave hasta los 2.362 metros de profundidad donde ha silo localizado por el robot submarino.

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