40 años dando esperanza

“Llevo meses sin encontrar empleo”. “Quiero quitarme de en medio”. “No sé cómo dejar a mi marido”. “Lo he perdido todo”. Son voces anónimas que a diario se escuchan al otro lado del hilo del Teléfono de la Esperanza y que pertenecen a personas que necesitan ayuda o simplemente ser escuchadas. Este año se cumple el cuarenta aniversario desde la puesta en marcha de este servicio y, concretamente, en Canarias el teléfono no ha parado de sonar desde hace quince años.

No importa la hora ni el día. Ante cualquier situación de angustia, de crisis inminente, siempre se puede encontrar a alguien que te escuche. Sólo hay que descolgar el teléfono y llamar. El Teléfono de la Esperanza contribuye a mejorar la salud emocional de las personas poniendo al alcance de los ciudadanos un servicio cualificado y gratuito que les ayude a superar sus problemas. Además, siendo conscientes de la importancia de la prevención, promueven el cuidado de la salud emocional a través de cursos, talleres, grupos de formación y autoayuda.

El pasado año en las Islas, el Teléfono de la Esperanza recibió 3.002 llamadas, de las que un 75,75% correspondían a mujeres y el 24,25% restante a hombres. José Cabrera, director técnico de la sede de esta ONG en Las Palmas de Gran Canaria, explica que “no sólo las mujeres tienen más dificultades por la sociedad que tenemos sino que, además, tienen más facilidad para expresar los sentimientos y pedir ayuda, al contrario que los hombres que creen que lesionan su autoestima al tener que llamar”.

La actual situación de crisis económica que atraviesa el país, ya arrastrada desde el pasado año, ha disparado las llamadas y el perfil de los llamantes. Son numerosas las consultas relacionadas con “el estrés, la depresión y muchos problemas familiares que tienen un trasfondo relacionado con la crisis”, señala Cabrera, que también es psicólogo.

Los problemas más comunes, tanto en hombres como en mujeres, son los psicológicos y psiquiátricos. “Problemas personales”, prefiere llamarlos Cabrera.

Ocupan también un alto porcentaje las llamadas por problemas de relación o de familia. Un capítulo importante y al que se le presta especial atención son las llamadas con cierta inclinación suicida. En torno a un 7% de estas consultas tienen detrás a alguien que ha tirado ya la toalla y no quiere luchar más por su vida. En estos casos, el papel del orientador es muy crucial. Por eso, un importante equipo humano de voluntarios ha sido preparado para estar a la altura de estas situaciones. Su principal función es saber escuchar.

Como dato relevante, según se desprende de las estadísticas del pasado año, el principal reclamo de los llamantes es hablar, desahogarse con alguien. Muchas veces los que llaman no necesitan ayuda sino simplemente ser escuchados. “Hay una necesidad de comunicación que no está cubierta en la sociedad actual”, dice el director de esta ONG en Canarias.

El objetivo es la prevención

No se trata de tener un problema, descolgar el teléfono y llamar para que te den una solución. El objetivo principal del Teléfono de la Esperanza es la prevención. “Nosotros no damos consejos ni decimos lo que tienen que hacer porque creemos que es una falta de respeto el no creer en la capacidad de la persona. La tarea es aclarar cuál es su situación, orientarla y encerder una luz en la cueva oscura en la que se encuentra”, dice el director.

Depende del día y la hora el teléfono no para de sonar. El grueso de las llamadas tiene lugar en torno a media mañana y el día que más consultas se producen son los lunes, mientras que el que menos es el domingo. Los meses de septiembre y octubre son los que más llamadas reciben y la duración media de las conversaciones suele estar en los 22 minutos.

Sin embargo, existe un colectivo de personas a quienes denominan llamantes crónicos. Se trata de personas que llaman con excesiva frecuencia y actúan con cierta dependencia afectiva. José Cabrera asegura que desde el centro se les da una atención especializada y se intenta evitar que se “enganchen” a la línea de teléfono ya que encuentran en él “un refugio fácil”.

Jose Cabrera hace un balance bastante positivo de estos quince años al frente de la dirección del Teléfono de la Esperanza en las Islas y muestra entusiasmo ante el proyecto de construcción de una nueva sede en Tenerife y otro centro asociado en Fuerteventura. Él y su equipo de voluntarios hacen una gran labor silenciosa que contribuye a mejorar la salud emocional de muchos canarios.

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