Un catedrático de la ULL asegura que el culpable del sexismo no es el lenguaje, sino los hablantes

Humberto Hernández, catedrático de la Lengua Española en la Universidad de La Laguna

Alejandra Nexans De Sandez/Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

El lenguaje no es sexista ni es simpático, no se le puede atribuir ninguna característica humana y en tal caso, los responsables de estas actitudes son los hablantes, explica el catedrático de la Lengua Española en la Universidad de La Laguna, Humberto Hernández.

La lengua es un reflejo de la sociedad y los diccionarios se encargan de describir la lengua, si la sociedad es machista, esto se evidenciará en el lenguaje, no al contrario, afirma el experto en una entrevista a la Agencia Efe.

Como ejemplo considera que no es necesario decir “portavoza” ya que “portavoz” es un caso en el que un sustantivo es invariable en relación con el género.

La paradoja de convertir “portavoz” a “portavoza” es que la persona que utiliza este término en concreto no se da cuenta de que es una palabra compuesta por el lexema “porta” y el sustantivo “voz”, y este último es femenino por lo que el término acuñado por la portavoz de Podemos, Irene Montero, es un cambio de una palabra al femenimo “cuando ya lo es”.

Si el término de “portavoza” se extiende entre los hablantes, deberá ser incluido en los diccionarios, pero esto no sucede por una imposición individual o unilateral, explica el catedrático.

Asegura que ningún lingüista está en contra del cambio de género gramatical de las palabras que permiten esta modificación, como puede ser la conversión de “ministro” a “ministra”, pero hay una serie de vocablos que son invariables en relación con el género gramatical, como es el caso de “portavoz”.

Hay casos que contrastan con el anterior y como ejemplo cita que de forma tradicional “poetisa” ha sido el femenino de “poeta” pero en la actualidad las propias mujeres prefieren el término en masculino debido a que el otro tiene connotaciones negativas referidas a la escritura de poesía ñoña o insulsa, agrega el lingüista.

Humberto Hernández aclara que hay una diferencia entre el género gramatical (masculino o femenino), que es una concordancia entre unidades lingüística, y el sexo (macho o hembra), una división aprovechada entre los hablantes para hacer referencia a la separación real que hay entre sexos, es un “aprovechamiento” de la circunstancia, agrega.

El catedrático de la ULL admite que se solidariza con los movimientos que buscan la igualdad entre sexos aunque reitera que el género es una cuestión gramatical, no de sexos, por lo que considera que la equidad debe ser perseguida a través de otros mecanismos, como la legislación.

La lengua ha habilitado el llamado masculino genérico cuando se hace referencia al masculino y al femenino y para el experto su uso no es excluyente del femenino por lo que es contrario al empleo de, por ejemplo, “todos y todas”, salvo que su no utilización genere una confusión.

Ante la existencia de femeninos genéricos como “policía” o “víctima” que incluyen a los dos sexos, el catedrático admite que los masculinos son más numerosos, pero insiste en que es una cuestión de economía lingüística.

Humberto Hernández afirma que en la sociedad hay preocupación por la lengua ya que es “el principal patrimonio cultural de los pueblos”, aunque, de forma general, los hablantes no tienen interés en estudiarla en los institutos o en las universidades.

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