La cumbre del volcán de El Hierro se desmoronó a los dos meses de la erupción

Epicentro de la erupción volcánica en el Mar de Las Calmas

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

El volcán submarino que obligó a desalojar en dos ocasiones el pueblo pesquero de La Restinga, en El Hierro, durante el otoño de 2011 sufrió un drástico colapso a los dos meses de comenzar la erupción que desmoronó toda su cumbre y le hizo perder, de golpe, unos 30 metros de altura.

Diez investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), el Instituto Español de Oceanografía (IEO), el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera y las universidades de Auckland (Nueva Zelanda), Évora (Portugal) y Complutense de Madrid publican en el último numero de la revista “Geochemistry, Geophysics, Geosystems” un nuevo trabajo sobre el volcán Tagoro.

Este estudio compara las imágenes del volcán que recogieron distintos buques científicos mediante ecosondas y robots submarinos con todos los datos que se han publicado en los últimos años sobre las características de esa erupción, la primera en la historia que se monitoriza en tiempo real desde sus prolegómenos hasta su final.

La erupción del Mar de las Calmas comenzó el 10 de octubre de 2011 a unos cinco kilómetros del puerto de La Restinga, tras casi 40 años exactos sin episodios de este tipo en Canarias; en concreto, desde el nacimiento del volcán Teneguía en La Palma en 1971.

En sus cinco meses de duración, construyó un cono de 286 metros altura, que se quedó a solo 89 de emerger sobre el mar, y emitió millones de toneladas cenizas, azufre y otros compuestos que tiñeron kilómetros de océano, en una mancha divisable desde el espacio.

Los firmantes de este artículo sostienen que en esa erupción pueden distinguirse dos grandes fases, separadas por un gran colapso del edificio volcánico que ocurrió a principios de diciembre.

Los científicos no puede precisar la fecha exacta de ese derrumbe, pero sí han comprobado que el volcán perdió de repente entre 25 y 30 metros de altura cuando ya había crecido unos 230 metros y su cumbre se situaba a unos 145 metros de profundidad.

Ese hundimiento, que había sido precedido por otros anteriores de menor entidad en los momentos iniciales de la erupción, privó al Togoro de una altura equivalente, por ejemplo, a la del acueducto de Segovia, pero la recuperó en un mes y luego creció otros 51 metros.

Los autores de este artículo, cuyo primer firmante es el geólogo marino Luis Somoza, del IGME, precisan que ese colapso coincidió con el drástico cambio en la composición de las bombas flotantes que emergían a principios de diciembre sobre el volcán, como detectaron otros trabajos científicos anteriores, como el dirigido por Joan Martí, del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera-CSIC.

Y proponen una explicación de lo que pasó: un hundimiento de la cámara situada bajo el cono del Tagoro, a la que siguió un proceso de recarga del volcán con magma químicamente “más primitivo”.

Al principio, el volcán pasó por una primera fase explosiva, que provocó un intenso burbujeo en la superficie del mar divisable desde la costa de la isla, emitió al océano ingentes cantidades de ceniza y lapilli y formó bombas piroclásticas de enorme tamaño (los robots submarinos fotografiaron algunas de cuatro metros de diámetro).

En esos primeros meses, los materiales que fueron cayendo por la ladera del volcán hacia zonas más profundas del fondo del mar generaron dos grandes faldas de depósitos en los que se acumularon 86,5 millones de metros cúbicos de materiales, en buena parte movilizados por deslizamientos y colapsos del cono del Tagoro.

Esa cantidad equivale al 68 % de todo el material emitido por la erupción hasta el último gran colapso de diciembre. Semejante cifra, remarcan los autores, demuestra “la importancia de las fases destructivas de los volcanes en Canarias y cómo los conos submarinos pueden formarse en diferentes fases de crecimiento y colapso”.

A partir de enero de 2012, la erupción perdió violencia y se volvió “más efusiva”, con fuentes de lava que se fueron deslizando ladera abajo, aunque también con episodios explosivos intermitentes.

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