'Sin techo' denuncian adaptaciones de mobiliario urbano para no dejarles dormir

MADRID, 24 (EUROPA PRESS)

Personas sin hogar han denunciado que las ciudades cambian el mobiliario urbano por bancos sin respaldo o sillas más pequeñas para que los 'sin techo' no puedan dormir en ellos por las noches, en un manifiesto hecho público con motivo de la Campaña de las Personas sin hogar organizada por Cáritas, FACIAM, la Federación de Entidades de apoyo a las Personas Sin Hogar y la Xarxa d'atenció a Persones sense llar que se celebrará este domingo bajo el lema 'Todos somos ciudadanos. Nadie sin hogar'.

Asimismo, advierten de que hay ciudades donde cobran por empadronarse o donde, si están empadronados, les dejan hasta 15 días en el albergue o pueblos pequeños en los que no hay servicios sociales y no les pueden atender profesionales. “Y luego viene la primera pregunta de si estamos empadronados --señalan-- y, si no lo estás, la mayoría de las veces nos quitan de en medio con el billete para el pueblo más cercano”.

Igualmente, apuntan que, al tiempo que limpian las calles de suciedad, “las limpian también de los sin techo” y recuerdan que, cuando hay un gran acontecimiento en las ciudades lucen obras nuevas, flores, fachadas limpias de pintadas y “calles limpias de pobres”. “Se nos oculta, estorbamos”, afirman.

Ante esta situación, las personas sin hogar han reclamado que se legisle pensando en ellos y que se les considere dentro de medidas de discriminación positiva. Además, han pedido que se elabore un plan de información para que cuando lleguen a una localidad les expliquen dónde pueden ayudarles a salir de su situación. “Son pasos que se pueden dar igual que se ha hecho con el Plan General de Droga, que reconoce ya la ludopatía como enfermedad a tratar”, indican.

Por otra parte, en el manifiesto, leído durante un acto público que ha tenido lugar este jueves en 28 ciudades españolas y en el que las personas sin hogar han participado en un 'flashmob' (acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente), aseguran que no son “indignos” sino que están “indignados” e invitan a indignarse --“¡Indignémonos!”, dicen--.

En este sentido, afirman que ven “tambalearse muchos de los logros democráticos conseguidos” y observan cómo derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución Española, como el derecho a la vida, a la dignidad humana, a la libertad, a la salud, a la formación, al empleo, a la vivienda, a la protección contra la pobreza y a la exclusión social, sólo los acarician “tímidamente”.

“Nosotros, las personas sin hogar, preguntamos: ¿Es digno ser invisible a los ojos de los demás? ¿Es digno el rechazo? ¿Es digno que te quiten de en medio con un billete para que te vayas a otro pueblo? ¿Es digno que no te atienda un médico? ¿Es digno no poder solicitar una tarjeta de salud porque no conseguí todos los papeles? ¿Es digno que los medios de comunicación construyan y vendan morbo a costa de mis problemas? Y respondemos: no, no lo es”, afirman en el manifiesto.

Además, lamentan que la gente les “criminalice por pobres, borrachos, drogadictos, enfermos o sucios” y que se les vea “como amenaza”. “No nos conocéis, no nos comprendéis, no profundizáis en lo que nos pasa en por qué nos encontramos en esta situación”, dicen, al tiempo que explican que cuando las personas pasan a su lado sin mirarles si quiera se sienten “menos que un perro”.

En cualquier caso, han remarcado que, aunque hubo un momento en que llegaron a esta situación por distintas circunstancias, los 'sin techo' tienen “derecho a cambiar” y quieren tener “derechos y obligaciones”. Así, reivindican que necesitan espacios en los que se les ayude a curar sus problemas físicos y psicológicos, las enfermedades mentales, las adiciones y a poner en orden su vida.

De hecho, han apuntado que “no vale cualquier ayuda” porque, a veces, el dinero que recaudan a la puerta del “súper” les anima a seguir pidiendo, pero, en el fondo, necesitan “otra cosa: un trabajo, un hogar”. “Y no lo consigues y la gente pasa y no te mira o te echa unas monedas y la situación se te hace insostenible y bebes para tener fuerzas y aguantar la indignidad de no tener donde asearte, de pedir limosna, de no tener un sitio al que ir”, explican.

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