El estudio del cráter del Teide ayuda a predecir sismos en la isla

Una investigación llevada a cabo por científicos del Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER), organismo dependiente del Cabildo Insular de Tenerife, y en la actualidad formando parte del Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN), ha confirmado que la crisis sismo-volcánica de Tenerife ocurrida en el 2004 estuvo precedida por una inyección de fluidos magmáticos en el sistema volcánico-hidrotermal que alimenta el proceso de desgasificación que tiene lugar en el cráter del Teide a través de sus manifestaciones de emisión de gases volcánicos visibles (fumarolas) así como de aquellas emanaciones de gases volcánicos que ocurren en el interior del cráter de forma no-visible, dispersa y silenciosa (emanaciones difusas).

El análisis de los datos científicos correspondientes a 15 campañas científicas de observación de emisión difusa de dióxido de carbono (CO2) realizadas en el cráter del Teide así como de un importante número de análisis sobre la composición química e isotópica de los fluidos emitidos por las fumarolas del Teide desde 1991 hasta el 2010 confirman esta hipótesis ya formulada por los científicos del ITER en el mes de marzo de 2004, un mes antes de iniciarse la crisis sísmica de Tenerife. Los resultados y las conclusiones de este trabajo han sido recientemente divulgados por la revista “Bulletin of Volcanology” la publicación científica oficial de la Asociación Internacional de Volcanología y Química del Interior de la Tierra (IAVCEI).

Un pulso significativo de emisión difusa de dióxido de carbono (CO2) en el cráter del Teide fue registrado a mediados del 2001 mientras que en diciembre de 2003 se empezó a observar un cambio significativo en la composición química de las fumarolas del Teide con incrementos en las concentraciones de monóxido de carbono (CO) y ácido clorhídrico (HCl) así como la detección de concentraciones cuantificables de dióxido de azufre (SO2) en los gases emitidos por las fumarolas que anteriormente no se podían cuantificar. Estos cambios en el quimismo de las fumarolas se vieron acompañados por un descenso en las concentraciones de sulfuro de hidrógeno (H2S) y metano (CH4) así como en la relación gas/vapor de agua. Pocos meses después del descenso de la actividad sísmica en el interior de Tenerife, las concentraciones de dióxido de azufre (SO2), de monóxido de carbono (CO) y ácido clorhídrico (HCl) experimentaron un fuerte descenso, mientras que el metano (CH4) y las relaciones gas/vapor de agua reflejaron un incremento en sus valores.

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