¿Por qué los guirres de Fuerteventura cambian el color de sus plumas?

Composición fotográfica cedida por su autor, Thijs van Overveld, de la Estación Biológica de Doñana-CSIC. Las imágenes muestran a un guirre tiñéndose de rojo con barro las plumas de la cabeza.

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

Los biólogos que siguen a la población de guirres de Fuerteventura se preguntaban hace tiempo por qué un ave de plumas blancas presenta con mucha frecuencia tintes rojizos; un equipo del CSIC acaba de descubrir la respuesta: el ave más emblemática de Canarias se maquilla con barro.

Tres investigadores de la Estación Biológica de Doñana, Thijs van Overveld, Manuel de la Riva y José Antonio Donázar, publican este mes en la revista Ecology un trabajo que incorpora a esta variedad de alimoche endémica de Canarias a la reducida lista de aves que utilizan elementos externos para cambiar su apariencia, en la que ya figuran algunas grullas, la perdiz nival y el quebrantahuesos.

Estos tres científicos se reconocen “emocionados” de poder enseñar al mundo cómo los guirres de la isla más árida de Canarias utilizan el barro rojizo que encuentran en algunos barrancos con fines todavía no muy claros, pero que consideran “cosméticos”.

Los científicos de Doñana remarcan que la población de guirres de Fuerteventura ha estado tan amenazada que casi todos sus individuos (unos 300) están anillados con marcas identificativas, por lo que es posible distinguir a cada uno cuando se les observa.

“Determinados días es posible identificar hasta 150 individuos en alguno de los comederos que tienen en la isla. Al observar esos lugares, nos dimos cuenta de que pájaros cuyas plumas son blancas presentaban un tono rojizo variable en partes del cuello y la cabeza. Además, algunos guirres son completamente blancos, mientras que otros lucen un tono rojo en casi todo el cuerpo”, relatan.

Estos biólogos del CSIC sospechaban de dónde provenía la coloración e hicieron un experimento: acudieron a un comedero de guirres y colocaron en el suelo dos baldes, uno con agua limpia y otro con barro elaborado con el polvo rojizo típico de la isla.

Casi nada más darse cuenta de la existencia del balde de barro, explica en su artículo, una hembra adulta se fue hacia él, comenzó a mirarlo y escarbar con sus patas y finalmente se frotó ambos lados de la cabeza con el lodo. En las cinco horas siguientes, otros 18 guirres de diferentes edades y sexos hicieron lo mismo -incluso tres repitieron-, mientras que solo uno optó por bañarse en el agua.

Van Overveld, De la Riva y Donázar no descartan que bañarse con lodo pueda servir a las aves para protegerse de bacterias o virus, pero subrayan que no tienen ninguna duda de que los guirres buscan con ese comportamiento algún tipo de comunicación visual, dado “su efecto evidente sobre un ave que, de lo contrario, es blanca”.

En otras aves que también “se maquillan”, como el quebrantahuesos (especie con la que están emparentadas los alimoches), ese comportamiento se ha asociado con algún tipo de jerarquía social o con la exhibición del dominio de algún tipo de recurso “preciado”.

El CSIC no cree que sea el caso de los guirres, porque se ha observado a individuos de todo sexo y edad pintarse con barro y porque el lodo en Fuerteventura puede escasear, pero “no es un recurso limitante”. “Pese a sus condiciones semiáridas, en Fuerteventura hay estanques permanentes, salvo en años muy secos, y muchos barrancos tienen agua algunos meses”, apunta el artículo.

Lo autores recuerdan, además, que, mientras los quebrantahuesos son solitarios, es frecuente ver a muchos guirres juntos. De hecho, por el comedero que controla la Estación de Doñana pasan hasta 100 guirres y los conflictos entre ellos se limitan a algunos ejemplares concretos, “lo que sugiere unos altos niveles de reconocimiento”.

“Nuestro trabajo añade un comportamiento nuevo e inusual al ya impresionante repertorio de comportamientos de los guirres y abre excitantes oportunidades para investigar hipótesis alternativas que expliquen la cosmética de las aves y otras formas de comunicación no vocal entre los pájaros en general”, concluye el artículo de Ecology.

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