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Los mapas de Juan Negrín completan el relato de la Batalla del Ebro

La Fundación Negrín expone desde hoy los mapas y croquis que utilizó el Estado Mayor de la República durante la "batalla de las batallas" de la Guerra Civil, la del Ebro. EFE/Ángel Medina G.

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

La Fundación Negrín expone desde este miércoles los mapas y croquis que utilizó el Estado Mayor de la República durante la “batalla de las batallas” de la Guerra Civil, la del Ebro, unos documentos inéditos vienen a completar el relato de un acontecimiento que cambió la historia de España.

Los partes de guerra suelen mentir, porque no pueden escapar a la censura ni a la propaganda, pero los mapas, difícilmente, y los militares, menos aún. Esa es una de las máximas que ha llevado a la fundación que custodia el archivo personal del último presidente del Gobierno de la II República a mostrar al público la que considera una de sus “joyas de la corona”, los mapas de la Batalla del Ebro.

La exposición ofrece por tres meses la oportunidad -que podría ser la última, porque por razones de conservación los mapas se van a digitalizar y seguramente no volverán a exhibirse- de asomarse a la que pudiera haber sido la mesa de operaciones en la que Juan Negrín, el general Vicente Rojo y sus más altos oficiales siguieron el curso de la batalla más larga, multitudinaria y cruenta de la contienda.

La muestra permite observar los croquis manuscritos que el Ejército de la República manejaba cada día sobre las posiciones de los dos bandos a ambos lados del Ebro, acompañados por los partes mecanografiados o manuscritos en los que las distintas unidades dan cuenta al Gobierno de cómo discurren las operaciones.

Más de 230.000 soldados de los dos bandos participaron de julio a noviembre de 1938 en aquella batalla -y unos 130.000 murieron o cayeron heridos o presos-, en la que fue la última gran ofensiva del Ejército republicano antes de que todos sus demás frentes se desmoronasen ante el empuje de las tropas de Franco y de las unidades alemanas e italianas que le apoyaban.

“Mi abuelo siempre estuvo obsesionado con que aprendiéramos a nadar, decía que todo el mundo debía saber nadar”, ha rememorado este miércoles Carmen Negrín, presidenta de honor de la Fundación. “Yo siempre lo he asociado a aquella batalla. Muchos de los soldados que cruzaban el Ebro en barcas o sobre pontones mientras eran bombardeados se ahogaron sin llegar a participar en la batalla por no saber nadar”.

El catedrático de Historia Contemporánea José Miguel Pérez, que durante su mandato como presidente del Cabildo de Gran Canaria inició las negociaciones para que el archivo de Negrín regresara a la tierra natal del político, ha defendido que estos mapas tienen un valor incalculable, en términos históricos.

“El geógrafo francés Yves Lacoste decía que la geografía es un arma para hacer la guerra”, ha resaltado Pérez, que subraya que los croquis y planos de esta exposición servirán para completar el relato de unos hechos de los que se ha escrito mucho, pero casi siempre a partir de las fuentes documentales del bando franquista.

Los asesores científicos de la Fundación Negrín defienden que estos mapas, como el resto de documentos que el líder republicano conservó durante todo su exilio, van a dar lugar a amplios estudios. Pero, a bote pronto, anticipan algunas conclusiones dibujadas directamente sobre los croquis: Seguramente, dicen, los dos bandos sabían más de los movimientos del otro de lo que se pensaba.

Y Carmen Negrín añade otra. Toda la cartografía que se expone en esta muestra y el material que la apoya ayudará a rebatir otra de las leyendas del Ejército de la República, al que muchas veces se ha tildado de improvisado, anárquico o desorganizado.

“No fue así. En realidad era un Ejército bien formado, con una tecnología avanzada para la época... Lo que ocurre es que no tenía a los alemanes e italianos apoyando con sus aviones y tanques. Esa fue la diferencia en esa batalla y en toda la Guerra Civil”, defiende.

Los mapas y partes también ayudan a comprender las razones de una batalla que la República sabía que podía perder. Pérez ha enfatizado este miércoles que no solo existían razones militares “incontestables”, como evitar la caída de Valencia y frenar el avance franquista hacia Cataluña, sino sobre todo políticas, porque se buscaba convencer a la comunidad internacional de que la República aún no estaba vencida y ganar tiempo así ante el conflicto ya se barruntaba en Europa.

Las canciones de la época han grabado para siempre en la memoria de miles de combatientes cómo “el Ejército del Ebro una noche el río pasó” (“¡Ay, Carmela!”) y que todo se estancó en la población de Gandesa (“Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero”).

La exposición que este miércoles se abre en Las Palmas de Gran Canaria incluye también el parte original enviado a Negrín de cómo terminó aquella matanza el 16 de noviembre de 1938: “Debido al desgaste general que experimentan nuestras fuerzas, y en particular las divisiones 11, 42, 43, 44 y 46, que habían combatido intensamente durante la séptima contraofensiva enemiga en la Batalla del Ebro, se decidió replegar nuestras líneas a la fortificada de la cabeza de puente Ribagorda-Flix”. Lo firma el general Juan Modesto.

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