La obra pública, una subasta sin más: los proyectos en Lanzarote salen mal y tarde

Obras en la Avenida Marítima de Arrecife

Saúl García

Arrecife —

Las obras de la Avenida de Arrecife son sólo el último ejemplo: descoordinación, mala gestión y retraso. Lo malo es que no son una excepción. Son muchas las obras públicas en la Isla que han terminado mal ejecutadas, tarde y con un sobrecoste inexplicable. La sensación generalizada es que la obra pública sale mal y la privada sale bien. Diario de Lanzarote analiza las causas de la mala fama de la obra pública en Lanzarote y expone las posibles soluciones que plantean los agentes implicados.

El origen: los pliegos de condiciones

“El problema principal está en el origen, en los pliegos de condiciones, que han pasado a ser una subasta pública”, señala José Torres, presidente de la Cámara de Comercio. “Lo barato sale caro”, corrobora Neftalí Acosta, presidente de la asociación de constructores de la Isla, que insiste en el concepto de subasta.

“Sí, así es, sólo se valora el precio y no se tienen en cuenta otras mejoras técnicas para valorar cada propuesta”, coincide el consejero de obras públicas del Cabildo, Antonio Morales. “No se puede ir tanto a la valoración económica y ya hemos hablado con Contratación para que la oferta económica no sea la única que pese”, asegura el alcalde de Arrecife, José Montelongo. El prihttp://www.diariodelanzarote.com/noticia/la-obra-p%C3%BAblica-una-subasta-sin-m%C3%A1s-los-proyectos-en-lanzarote-salen-mal-y-tardemer paso está claro. El resultado es producto del proceso. Los pliegos de condiciones en las administraciones locales premian, muy por encima de otros conceptos, la oferta más barata… y después vienen los problemas.

El contexto lo explica el presidente de los constructores: “Después de la crisis la obra pública era casi el único reducto de la construcción, una huida hacia adelante; todos querían meterse ahí y abarataban los presupuestos, y entonces la Administración no profundiza en otros conceptos y sólo valora el precio, lo que se traduce en que las obras se las lleva la oferta más barata y el concurso público se convierte en una subasta pura y dura”.

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