Un refugio para los inmigrantes

En tan sólo unos días, decenas de inmigrantes llegan a Lanzarote a bordo de pateras y huyen al tomar tierra. Mientras Policía y Guardia Civil mantienen activa su búsqueda, estas personas intentan esconderse de las fuerzas de seguridad. Vienen indocumentados, y en muchos casos, deshidratados y con dolencias físicas. Tras superar los riesgos de la travesía y la llegada a la costa, empieza su particular odisea: sobrevivir y quedarse en tierras canarias.

En Lanzarote, algunas ONGs y colectivos asisten a los sin papeles. Lanzarote Acoge es uno de ellos. Tras su llegada a la Isla, muchos inmigrantes acuden a esta organización para pedir ayuda. “Llegan indocumentados, sin ningún tipo de pasaporte o carné, para que no los repatríen si los detiene la Policía”, explica María del Mar Fajardo, responsable de la delegación de la organización en Lanzarote. “Tienen miedo y se esconden”. Su situación, en muchas ocasiones, es desesperada. “Al parecer, en Marruecos nos conocen, y cuando llegan a Lanzarote, algunos vienen aquí directamente”, añade María del Mar. “También hay otros que vienen ya con algún contacto: algún familiar o amigo que ya está en la Isla, o preguntan por la calle, o en la mezquita, y les mandan aquí”.

Lo primero que hacen los trabajadores de Lanzarote Acoge cuando llega un inmigrante a sus dependencias es hacerle una pequeña entrevista para conocer su situación. Se cubren sus necesidades más básicas, se le ofrece alojamiento en su albergue y una autorización para que pueda acudir al comedor de Cáritas. El albergue de “Lanzarote Acoge” cuenta con veinte plazas, todas ellas masculinas.

“En caso de que llegue una mujer, solicitamos plaza en la residencia de acogida de Cáritas”, explica María del Mar, alegando que sus instalaciones no permiten tener dos baños, o dormitorios diferenciados. La estancia máxima en este albergue es de tres meses, aunque el plazo depende también de la situación personal de cada persona y de su evolución.

“Lanzarote Acoge” no se hace cargo de menores. “Si llega algún niño llamamos a la Policía Nacional o la Guardia Civil, para que se persone aquí alguien del grupo operativo de extranjeros, y ellos ya se encargan de hacerle la prueba ósea”, explica María del Mar. Sin embargo, la organización no realiza ningún tipo de notificación a las fuerzas de seguridad cuando acoge a inmigrantes.

“Nosotros les asistimos, intentamos cubrir todas sus necesidades básicas, les ayudamos en todo lo que podemos, así que no vamos a perjudicarles en ningún sentido”, afirma María del Mar de forma contundente. Además de facilitar comida y alojamiento, la organización también cuenta con un servicio jurídico que pretende conseguir la regularización de estas personas. “No tenemos bolsa de empleo porque no podemos fomentar el trabajo en situación irregular, pero en cambio, sí contamos con asistencia jurídica y cursos de español para extranjeros”, explica María del Mar.

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