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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Bravo calla; Mauricio habla

José Miguel Bravo de Laguna. (GERARDO OJEDA- CEDIDA POR EL CABILDO DE GRAN CANARIA)

José Miguel Bravo de Laguna todavía no se ha recuperado de la gripe que también a él le alcanzó la semana pasada. Pero el pleno ordinario del Cabildo de Gran Canaria que presidirá al menos hasta mayo próximo, le obligó a abandonar momentáneamente su convalecencia, que retomó acto seguido para ver si se recupera antes del martes, día en el que tiene que ir al Parlamento a recoger en nombre de la Corporación la Medalla de Oro de la Cámara autonómica. Hace un par de semanas supo de las intenciones de José Manuel Soria de apartarlo de la carrera electoral en beneficio de María Australia Navarro. Alguien le hizo llegar el recado, que venía adornado con unas excusas puerilmente trabadas con palabros referidos al compromiso que el Gran Timonel y ministro tenía adquiridos con la presidenta del PP grancanario desde que en 2011 se quedara en la estacada por imposición directa de Mariano Rajoy. Soria, según estas excusas, es un hombre de palabra, y le tenía prometido a Australia Navarro que algún día no muy lejano vería cumplido su sueño de al menos intentar presidir el Cabildo de su isla. Pero además de Bravo de Laguna, por aquellas mismas fechas había alguien que ya lo sabía y lo estaba haciendo circular en determinados foros muy escogidos. José Carlos Mauricio tiene hilo directo con José Manuel Soria, como lo tiene con Paulino Rivero y con otros líderes regionales. Y por aquellas fechas el Gran Timonel ya le había notificado su decisión de prescindir de Bravo de Laguna a pesar de que las encuestas lo colocan como el único dirigente del PP al que le queda algo de pegada. O quizás por eso: Soria no podría soportar que quien le dio en 1999 la alternativa se convierta en el líder menos discutido de su partido, con una valoración muy superior a la suya. Y si lo sabía Mauricio lo sabían otros líderes locales a los que no tuvo el menor recato de comunicarles, igualmente, que el señor ministro no piensa obsequiarnos con su regreso al terrero político isleño; que Fernando Clavijo será el candidato de Coalición Canaria por mucho que caigan sobre él todas las plagas bíblicas y judiciales y que a Patricia Hernández le saldrá otra mujer candidata, María del Carmen Hernández Bento.

Preparando un pacto anti Podemos

Mauricio no está retirado en absoluto. Mantiene, como decíamos, un contacto permanente con líderes políticos y empresariales para tomar el pulso constantemente a lo que pasa en Canarias y pergeñar a su modo lo que puede pasar en el futuro más próximo. Como componedor no tiene precio y su visión política se la reconocen hasta sus más conspicuos adversarios, enemigos y ex compañeros de partido. Su tiempo lo dedica al análisis y al asesoramiento a varias grandes empresas para las que busca el mejor acomodo frente a las instituciones y frente al ordenamiento urbanístico o la elaboración de leyes estratégicas de ésas que tan a menudo vemos en los titulares de la prensa regional. Además, sin cargo y sin IGIC, se está dedicando seriamente a componer un ambiente propicio que evite que la irrupción de Podemos pueda perturbar lo que él considera un delicado status quo isleño que él considera irrenunciable para la buena marcha del negocio. O de los negocios. Busca el entendimiento en el más amplio sentido del término: entre fuerzas políticas con capacidad de maniobra en el escenario que arrojen las urnas en mayo y entre los poderes ocultos que han de operar para que las fuerzas políticas hagan lo que él considera que tienen que hacer. Prepárense para volver a saber de él con más frecuencia que hasta la fecha porque hay gestiones que por muy discretas que sean terminan conociéndose. Si no por su devenir, seguro que por sus resultados.

Colocar al Niño Bravo

Pero volvamos a José Miguel Bravo de Laguna. Su colmillo político es uno de los más afilados, a la par que sibilinos, a este lado del río Pecos. Quien piense que va a montar en cólera por la defenestración que contra él ha decretado José Manuel Soria no lo conoce en absoluto. Permitirá que los periodistas teoricemos sobre los motivos que le han conducido a esta situación, que especulemos acerca de manos negras que han mecido su cuna para que se cayera con estrépito. Que hagamos los cálculos de lo que perderá el PP en su feudo histórico de Gran Canaria, el resultado que podría alcanzar con suerte Australia Navarro y las consecuencias que se deriven hacia la lista de Cardona en el Ayuntamiento y del PP al Parlamento por esta isla. Pero de él no saldrá una palabra de reproche, al menos por el momento. Ya se estará ocupando de hacer llegar a Mariano Rajoy su malestar con Soria, y de negociar que su hijo, Lucas Bravo de Laguna, ocupe un puesto de relumbrón en la lista de Navarro para perpetuar la saga y al menos no hacerle pagar al él el precio de su infortunio. Pero si llega el momento de retirarse, lo hará con la misma elegancia que empleó en 1999 para entregar a Soria la presidencia del PP regional, solo que en esta ocasión lo hará desde el poder, fortalecido por una gestión que él considera defendible y con la sombra de una falaz denuncia ante la Fiscalía (la que le interpuso el famoso Marichal del Oasis de Maspalomas) totalmente disipada.

Las sospechas recaen sobre otros (y otras)

Pero mientras a Bravo de Laguna le han archivado el único escándalo que habría podido salpicarle durante su mandato, hay dos que deberían preocupar más a José Manuel Soria que a él. Las investigaciones del caso Enredadera, que se alargan a la etapa en la que el señor ministro era presidente del Cabildo y su ahijado Miguel Jorge Blanco consejero de Obras Públicas, no tienen ninguna buena pinta. Hablan de comisiones por obras públicas y nadie se atreve a estimar hasta dónde salpicarán. Como tampoco se puede calcular el alcance del nuevo escándalo ahora conocido en torno a la empresa Valora, en la que aparecen interesantes personajes muy vinculados a la financiación del Partido Popular de Canarias, cosa a la que es totalmente ajeno José Miguel Bravo de Laguna por razones obvias. Primero, porque eso de Valora es un invento de Soria y de su mano derecha en lo económico, Rosa Rodríguez, y segundo porque jamás le han dejado al actual presidente meter allí la cuchara. Ya pueden ir algunos revisando sus actuaciones y la de sus versos alejandrinos, que como todo el mundo sabe, no tienen nada de sueltos.

Aguedita, en capilla

José Manuel Soria es un reputado experto en crearse problemas y añadirlos a los que ya tiene, cada vez más numerosos. Menos el turismo, que a pesar de él ha aumentado vertiginosamente en España, todas sus áreas de responsabilidad ministerial parecen campos minados: desde las energías renovables hasta las eléctricas, pasando por Castor, por las TDT y la gestión petrolera, no hay charco que no haya pisado con apoteósicas consecuencias. Como si los designios de las encuestas le permitieran ir de sobrado, su decisión de apartar a Bravo de Laguna parece responder a su enfermizo empeño por arrasar aquello que luego pueda endilgar a otros. Una decisión que acrecienta los rumores de que no va a estar en la carrera electoral de su tierra y que, por ello, lo que le interesa realmente es que se visualice que sin él, el desastre es total. No ha de poner mucho empeño para conseguirlo porque a la degradación de su imagen y la del PP canario por culpa de su alocada gestión del petróleo, de las renovables, de los certificados de residencia y de las relaciones institucionales se han de sumar los escándalos que están por caerle encima. Ya habrán leído que es inminente que a Águeda Montelongo le abran procedimiento abreviado, paso previo al juicio por la malversación de fondos públicos que se investiga en el caso Patronato. En manos de la jueza Carla Bellini está hacer caso a la Fiscalía Anticorrupción y sentar a la lideresa del PP majorero en el banquillo o limitar los indicios solo al gerente del Patronato de Turismo –puesto por ella- y dejarla marchar de rositas como ya hizo el TSJC con Jorge Rodríguez por haber metido solo la puntita en el caso Grupo Europa. Lo mismo que en Fuerteventura le pasa a Soria en la segunda ciudad de Gran Canaria, Telde, donde la alcaldesa ya no tiene hueco en su agenda para atender sus obligaciones públicas y las que les imponen los juzgados de instrucción. Un panorama desolador al que no contribuye en nada la defenestración de Bravo. Pero él sabrá las cabras que guarda.

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