Ceñidos al manual

Y seguimos con el emocionante arte de la auditoría. Lejos de polemizar acerca de los antecedentes -tan ampliamente aireados- de la empresa auditora que se ha hecho cargo de revisar las cuentas del Cabildo de Lanzarote, sí debemos volver sobre ella porque es noticia su modus operandi. Ya les contamos aquí que la Audiencia de Cuentas de Canarias, con ese particular modo que tiene de adjudicar los trabajos, había encargado a esta firma -Auditores Canarios- la auditoría del Cabildo que preside Dimas. Hacia allá, hacia Lanzarote, debieron mandar a un poco iniciado auditor que, tirando de manual y sin alejarse de él un ápice, pidió reunión inmediata con el interventor. Una vez conseguida la cita, nueva consulta al manual y primera interpelación: “que se me den los estatutos de constitución de la sociedad”. Alguien sugirió facilitar la Ley de Cabildos o los decretos de 1927, pero prefirieron explicar la sutil diferencia que separa a las empresas privadas de las corporaciones públicas, si bien es cierto que los ejemplos de mezcolanza son tan cantosos que darían para suspender la auditoría. Especialmente en esa misma reserva de la Biosfera.