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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Cosas de las segundas residencias

A Manolo Fajardo se la tenían jurada en Lanzarote. Todo el mundo lo dice en esa isla en la que se le conocen, al menos, dos traiciones políticas. La última, a un triste Juan Carlos Becerra al que le salen los respondones de debajo de las piedras. Fajardo, además, tenía serios problemas familiares para continuar cuatro años más en primera línea de fuego de la política. De ahí que todos en Lanzarote se creyeran las primeras y oficiales explicaciones acerca de los motivos personales que le alejaban de un cargo al que ya había dicho que sí. Pero Fajardo le había cogido el gusto a la segunda residencia en el campo y se lanzó a las tremendas a construir para luego intentar legalizar. Justo, justo, lo que le ocurrió a Fernando González con su magnífica segunda residencia de Arucas, que ahora ha convertido en primera, después de un sinuoso mecanismo de decisiones administrativas y políticas que lo han dejado al hombre más contento que unas castañuelas.

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