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Cuadernos del Albagate / Es lo que tienen las querellas panameñas

Eligio Hernández, abogado de José Manuel Soria. (ALEJANDRO RAMOS)

Carlos Sosa

La última vez que el letrado Eligio Hernández tuvo una ocurrencia de las suyas perdí la única querella que he perdido hasta ahora contra José Manuel Soria. El ex fiscal ilegal del Estado decidió que lo mejor para mis intereses era renunciar al interrogatorio del querellante, el ex ministro de Industria, en aquel asunto de La Favorita. “Estrategia procesal”, la llamó, y yo le creí porque, al fin y al cabo, entonces gozaba de un gran prestigio y se prestó voluntario a defenderme. También ha llamado “estrategia procesal” a su decisión de no constituirse este jueves ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias a la declaración de Victoria Rosell, querellada por el mismo ex ministro corrupto, una declaración solicitada por él mismo a la jueza instructora, Margarita Varona, tras haberse presentado también voluntario para tal causa.

Lo ha revelado El Mundo, cómo no, que ha anunciado que el Pollo de El Pinar sí acudirá este viernes a las declaraciones como testigos del empresario Miguel Ángel Ramírez y de Miguel Juanes, ex secretario del Juzgado de Instrucción 8, de Las Palmas de Gran Canaria.

Que Eligio Hernández desistiera de una prueba testifical (la declaración de la querellada) que él mismo solicitó dice mucho del olor, el color y el sabor de esta querella panameña: todo se inicia con un ministro corrupto empleando con descaro los medios del Estado (la Fiscalía Provincial de Las Palmas); que luego, al fracasar la investigación del Ministerio Público (declarada ilegal por el TSJC), mete una querella en los juzgados de Plaza de Castilla; que luego traslada ante el Tribunal Supremo y engorda con un informe fabricado por un juez corrupto (Salvador Alba) en un copia y pega digno de unas diligencias penales, montado a partir de una conspiración grabada para la posteridad por el empresario Miguel Ángel Ramírez; que es rechazada dos veces por la Fiscalía del Supremo; que es enviada al TSJ de Canarias cuando se descubre el complot del magistrado Salvador Alba…

Luego vino personarse como acusación popular, con depósito de 12.000 euros de fianza, y paralelamente la apertura de diligencias penales contra el magistrado que fabricó las pruebas falsas.

¿Y todo esto para rajarse llegado el momento procesal oportuno? 

Es lo que tienen las querellas panameñas: más cosas que ocultar que mostrar, como las empresas en paraísos fiscales; como los lobbys internacionales, más difíciles de explicar que el triángulo de las Bermudas.

Eligio Hernández ha tratado de calmar a su cliente diciéndole que él es un crack, que no le hacía falta estar en las declaraciones de Rosell y de los otros dos testigos que comparecimos este jueves (la fiscala Evangelina Ríos y un servidor), porque “se iban a negar a responderme”. ¿Quién se iba a negar a responderle? ¿La querellada o los testigos, obligados a declarar y a decir verdad? Cuentos chinos.

Eligio Hernández prefirió quedarse en Tenerife y tomar el vuelo a Gran Canaria este jueves a las 13.00 horas, coincidiendo en el avión -casualidades de la vida- con los dirigentes del PP Australia Navarro y Jorge Rodríguez (milagrosamente exculpado por el TSJC en el caso Europa porque su tráfico de influencias fue chiquitito).

Todavía habrá que soportar informaciones sesgadas, maniobras obscenas e intentos de escapatorias ajenas al ordenamiento jurídico. Lo mejor será siempre ponerles encima el foco de la verdad. Al menos para no morir ignorantes.

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