Sobre este blog

El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Excursión a Andorra

No aparece, que sepamos, en los catálogos de los grandes mayoristas de viajes, pero estamos casi convencidos de que desde Gran Canaria, y más concretamente de una agencia radicada en la calle Pío XII, terminará imponiéndose la moda de viajar, entre semana, al principado de Andorra. Lo mejor es organizarse cada uno por su cuenta, nos dicen desde la afamada agencia. Para ello es conveniente tener el coche a nombre del incansable viajero y obtener un billete de barco en primera clase, con todos los gastos incluidos. El buque llega a Cádiz y entonces se abre ante los ojos del viajero un amplio abanico de posibilidades antes de llegar a los Pirineos. La oferta de carreteras es amplia, pero en la agencia recomiendan pasar por Madrid. Siempre es gratificante pisar la capital de España y circular por la M-30 bajo el Vicente Calderón. Incluso, con un poco de suerte, uno se puede tropezar con la familia Gil Marín, gestores de la empresa Gilmar, momento en el que es recomendable no ofrecerse para traerse un paquete para Canarias porque lo mismo te jincan un maletín y tienes que ir cargando con él. Bien es cierto que, por haber escogido el barco, el viajero no ha de pasarlo por arcos de seguridad ni detectores de nada, pero es engorroso. Aunque bien pensado, qué más da si el viajero va en coche. Tras la visita a la capital del Reino, viaje raudo a Andorra, donde en esta época se puede hacer de casi todo, excepto esquiar, pero el viajero puede aprovechar para dejar olvidado el maletín en algún banco del principado de manera que el coche no regrese muy cargado. El viajero calcula que ha de pasar luego por Asturias para aprovechar que su equipo favorito juega allí, y siempre que se va por Asturias le da a uno por traer tocinillo de cielo y compango para una fabada. Hay que hacer hueco. Y actualizar el vocabulario de paso, que allí en Asturias, pese al bable, ya no hablan de pesetas, sino de euros, lo que convierte en “eureros” a los “peseteros”, o algo así. Y, tras tan apasionante periplo, regreso para Canarias, el paraíso. Con las alforjas llenas de intensas emociones y el corazón henchido de gozo.

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