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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Lanzarote no se rinde (Clavijo, tampoco)

Pedro San Ginés y José Juan Cruz, en la firma del pacto con el PIL (De la Cruz)

Carlos Sosa

¿Quién está tensionando la cuerda en el pacto de Gobierno de Canarias? ¿Es acaso el PSOE con la actitud de sus ejecutivas locales de La Laguna y Lanzarote? ¿Es por ventura Coalición Canaria imponiendo en ambas plazas sus criterios por sus santos cojinetes? ¿Los socialistas se han dado al conchabo con Nueva Canarias para jeringar a sus socios nacionalistas o todo es producto de la inocente casualidad electoral? ¿Por qué dice Fernando Clavijo que los asuntos partidistas no están influyendo en el funcionamiento del Gobierno cuando este mismo viernes bloqueó el nombramiento de los dos viceconsejeros socialistas que faltan en el organigrama? Es difícil encontrar un inicio de legislatura más enrevesado que este en Canarias. La culpa, cómo no, la tienen los puñeteros electores, que dejaron en treinta diputados exactos la suma entre Coalición Canaria y el PP. Hubiera bastado uno solo, un Tamayito de nada, para alcanzar el ansiado sueño de reeditar el pacto que un día rompió Paulino Rivero con Soria pese a los pornográficos ofrecimientos del líder del PP canario para que no se produjera el pacto con el PSOE que ha llegado hasta estos días. La misma pornografía que empleó, dicho sea de paso, con los socialistas para que no firmaran con CC, que todo en esta tierra tan puñetera se termina sabiendo. Sea quien sea el culpable, el hecho incontrovertible es que este Gobierno está absolutamente en precario por desconfianza mutua, por mucho que los interpretes se empeñen en insistir lo contrario. Este viernes fue José Miguel Pérez quien, a la salida de una apacible Ejecutiva Federal lanzó unos mensajes muy sutiles: el PSOE no va a romper este pacto; es el que eligieron los ciudadanos y lo vamos a apoyar hasta donde quiera que llegue, “incluso cuando se cometan errores”. Y un “error” es, a juicio del secretario general de los socialistas canarios, lo que hizo por la mañana el presidente Clavijo negándose a aprobar en el Consejo de Gobierno el nombramiento de Manuel Fajardo y José Francisco Armas como viceconsejeros de Justicia y de Relaciones con el Parlamento. Hasta que el PSOE de Lanzarote firme un compromiso de no censurar en este mandato al presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, Fernando Clavijo se mantendrá en sus trece. Un grave error, por mucho que aparentemente sea él quien tenga la sartén por el mango.

El error de Pedro San Ginés

El PSOE de Lanzarote no se moverá de su sitio. Y el que se ha puesto al frente de esa posición es precisamente Manuel Fajardo, que se niega rotundamente a ser utilizado como rehén en una operación tan estúpida como perniciosa. Demasiadas bajadas de pantalones ha habido en el PSOE en el arranque de esta legislatura como para tener que soportar la afrenta que han sufrido en el Cabildo los socialistas conejeros. Coalición Canaria quiere que los consejeros socialistas se suiciden políticamente; no le ha bastado su rendición inicial de no entrar en el gobierno y de no ejercer de oposición. Ahora quiere que firme un documento formal en el que se comprometa a no respaldar una moción de censura contra Pedro San Ginés estos próximos cuatro años. El harakiri. Los nacionalistas quieren ese documento para, llegada la ocasión de una indisciplina en la Corporación, forzar la expulsión de los consejeros del PSOE para poder aplicarles las leyes contra el transfuguismo y bloquear, por una alta exigencia de votos, una posible moción de censura. Es, más o menos, lo que han conseguido que se firmara para La Laguna, con el riesgo cierto de que, en el caso de expulsión, no quedara ningún concejal socialista que pudiera hacer pensar que no fueran marcianos los purgantes y no los purgados. Si en La Laguna el desacuerdo proviene del deseo no satisfecho de Javier Abreu, del PSOE, de tener más poder municipal al haberse acercado su número de concejales al de CC, en Lanzarote todo proviene de una decisión muy controvertida de Pedro San Ginés: tras haber decidido entregar al PSOE la consejería de Política Territorial, entre otras, destituyó al director de la oficina del Plan Insular, Leopoldo Díaz, el funcionario más íntegro en la lucha contra la extendida corrupción urbanística en la isla. Se equivocó San Ginés, quizás en un gesto realizado para satisfacer las ansias de venganzas de personajes tan nocivos para Lanzarote (y para sus políticos) como Juan Francisco Rosa. Pero no ha rectificado, lo que cada día que pasa fortalece más a los socialistas en su postura. Si San Ginés no cede, ni ceden los socialistas de Lanzarote, Fernando Clavijo llegará a diciembre sin autorizar el nombramiento de los dos viceconsejeros que le faltan a su socio en el Gobierno. Y en diciembre (o en enero) puede pasar que todo le estalle en la cara, que CC quede renqueante en el Gobierno (si se queda) y que pierda La Laguna y el Cabildo de Lanzarote cuando el PSOE quede liberado del yugo que ahora tiene que soportar.

El PP mete cuchara

Habló Soria. En su tradicional visita de fin de semana a Canarias, José Manuel Soria ha vuelto a hablar, y lo ha hecho siguiendo la línea argumental ya iniciada estos días por Asier Antona: oye, que si quieren que echemos una mano a arreglar los problemas internos del Gobierno, aquí estamos nosotros siempre espercudíos. Y, a mayor abundamiento: el PSOE es un gran partido pero tiene un problema de liderazgo. Aguanta con paciencia el señor ministro la llegada del momento en que pueda volver a firmar un pacto con Coalición Canaria en la creencia (ya generalizada dentro del PP) de que la fecha escogida para las Generales (20 de diciembre, con la peña desmovilizada) permitirá al PP llegar con mejores datos económicos y de desempleo y con los demás desinflados en las encuestas. No ha tenido tiempo el señor ministro de evaluar en su justa medida el efecto que pueda tener en los resultados electorales canarios el acuerdo ya en marcha entre el PSOE y Nueva Canarias, un acuerdo en cuyas claves está Pedro Sánchez desde el principio y que no está nada mal para tener una dirección regional descabezada. Porque es José Miguel Pérez el que está liderando ese proceso por más que pueda pesarle a sus críticos y a los que desde otros partidos quieren arreglarle las cosas al PSOE.

Rechazo al nombramiento de Lourdes Quesada

La Ejecutiva Regional del PSOE de este viernes dejó otras cosas para la posteridad, entendiendo por posteridad lo efímero de una decisión política. Por ejemplo, se abordó el nombramiento de Lourdes Quesada como directora general de Relaciones con la Administración de Justicia, un cargo al que ha accedido por decisión “personal” del consejero de Presidencia, Aaron Afonso, que hasta ahora no ha ofrecido al PSOE otra explicación que la de que “es la mujer del fiscal jefe” de la provincia de Las Palmas. El nombramiento no gusta nada a la dirección regional de los socialistas canarios y así se lo ha hecho saber a la vicepresidenta del Gobierno, Patricia Hernández. Su reacción ha sido la de ganar tiempo, la de dejar pasar un lapso prudencial para distanciar la previsible destitución de Quesada de la sonada dimisión de Emilio Mayoral (sustituido este viernes al frente de la Dirección General de Transportes por el experimentado Elías Castro Feliciano –enhorabuena-) y de las tensiones que ahora mismo se viven en el seno del Ejecutivo por los incumplimientos del pacto en cascada. Parece el PSOE dispuesto a aguantar el tirón de ese polémico fichaje hasta que pueda producirse el relevo, como confirma el hecho de que la dirección del grupo parlamentario haya decidido encomendar la defensa del nombramiento a su portavoz, Iñaki Álvaro Lavandera, que hará de tripas corazón y se pondrá de lado en la comparecencia reclamada por Podemos para exigir explicaciones. Lavandera no comparte en absoluto la presencia de Quesada en el Gobierno a instancias del PSOE, pero volverá a comportarse como un disciplinado cargo público hasta que el cuerpo aguante.

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