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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

A Madrid con el traje de los entierros

Carlos Sosa

- Chacho, José Miguel, ¿qué traje me pongo mañana para ir a lo de Rajoy?, preguntó Fernando Clavijo a su consejero de Presidencia y secretario general de Coalición Canaria, José Miguel Barragán.

- Mira, presidente, dadas las circunstancias y la que está cayendo, yo para todo esto procuro ir con el traje de los entierros, camisa blanca y corbata negra. Por lo menos que no digan que fuimos a Madrid de parranda.

Justo el día que José María Aznar presumía de la fotografía de las Azores, con ese estilo tan a lo Julio Iglesias que le caracteriza, los canarios contemplábamos absortos la foto de nuestro presidente y nuestro Barragán firmando una suerte de documento por el que parece ser que la única diputada de Coalición Canaria votará que sí a los Presupuestos Generales del Estado a cambio de que Canarias empiece a recuperar los fondos que el Gobierno del Partido Popular le ha arrebatado estos últimos seis años. El regocijo era indescriptible, y la solemnidad con esos trajes de entierro, de nivel máximo. Parecía como si lo que se firmara fuera la aprobación de los presupuestos y no el voto número 175, dicho sea con la venia del Partido Nacionalista Vasco, que se supone pedirá unos fastos similares a los que vimos ayer urbi et orbi.

Los fastos los pidieron los canarios, como se podrán todos ustedes imaginar, que no están las cosas para despreciar cualquier oportunidad de anunciar algo que tenga la pinta de obtenido aunque todavía esté pendiente, fíjate tú qué cosas, de otro diputado canario, por más señas el que representa en el Congreso de los Diputados a la alternativa más firme para sustituir a Coalición Canaria en el concierto nacionalista nacional archipielágico. Chimpún.

A medio metro de Rajoy, a la izquierda, fuera del plano natural de la foto, estaba también con cara de regocijo Asier Antona, el presidente del Partido Popular de Canarias, sin traje de entierros y con cara de primera comunión. Es el primer hito político de cierto realce que vive tras su investidura formal como líder conservador, también muy forzado por unas circunstancias que ni ha elegido ni sean las que más convenga a sus intereses políticos. Pero Rajoy no se olvidó de él y lo incluyó en el paquete. Poco después, desde la sede de la Delegación del Gobierno, la señora delegada, Mercedes Roldós, cerraba el círculo con un comunicado anunciador de una lluvia de millones de la que no se hablaba por estos lares desde la época de aquel famoso conseguidor -actualmente en trance de banquillo- conocido por el nombre de José Carlos Mauricio Rodríguez. ¡Qué tiempos, Pepe Carlos!

Con menos cornetas y tambores también se lanzó este miércoles al ruedo la gente de Nueva Canarias a los pocos minutos de la foto del entierro en la Carrera de San Jerónimo. Las advertencias del partido del disputado diputado Quevedo son cosa seria, y no solo porque incluyan la dichosa agenda canaria, cuya paternidad empieza a ser más discutida que la provocada por cualquier histórica escapada nocturna de La Zarzuela, sino porque hace un añadido muy endiablado: la reforma del sistema electoral canario. Si el Partido Popular quiere el voto del único diputado de Nueva Canarias deberá atender a otras reclamaciones presupuestarias y, además, garantizar que en la actual reforma del Estatuto de Autonomía que se tramita en las Cortes Generales se incluya esa reivindicación electoral con la que, al menos sobre el papel, está de acuerdo el PP de Canarias.

Ya saltaron los Cabildos controlados por Coalición Canaria (y que nos perdone La Gomera) amenazando con una auténtica rebelión si se viola el principio intocable de la triple paridad. Una fórmula que en estos momentos esconde realmente el acta de defunción de Coalición Canaria, lo que podría darnos una explicación de la vestimenta escogida por nuestros dos dignos representantes en la foto de las Azores. Perdón, de Las Cortes.

Una defunción que ya se manifiesta a través de los aromas que se respiran en la isla de Tenerife, el penúltimo reducto que le queda al invento de Coalición Canaria, atorrado de manera vergonzosa tras una ATI que también se descompone por momentos.

La derrota sin paliativos que sufrió este martes el presidente del Cabildo de Tenerife en el Parlamento de Canarias resultaría absolutamente impensable hace muy pocos años. Casi me atrevería a decir que hace unos meses, cuando todo parecía indicar que la abducción a la que ATI tiene históricamente sometidos a muchos integrantes de partidos políticos serios como el PSOE o el PP iba a ser suficiente para sacar adelante ese adefesio de la Ley Plasencia, apoyada a regañadientes por Coalición Canaria sencillamente porque a Fernando Clavijo se le ocurrió mandarla a tramitar aun con todos los informes en contra de su propio Gobierno. Un auténtico desaguisado que solo se le puede ocurrir a un descerebrado. O a un representante de ese estado de impunidad perfectamente definido por el diputado socialista Gustavo Matos en una de las intervenciones parlamentarias más directas y eficaces de los últimos tiempos.

Que el PSOE, el PP y Sí Se Puede (el peligroso remedo de Podemos en el Cabildo de Tenerife) apoyaran en esa Corporación el Proyecto de Ley sobre los barrancos de Güímar, cuya mera tramitación acaba de tumbar el Parlamento, dice mucho del grado de componenda o de contaminación (que cada cual tache lo que proceda) que siempre ha reinado en esa institución. Que esos mismos partidos hayan votado en sentido contrario en el Parlamento desde luego les dignifica, por mucho que, solo para el caso de Podemos, al portavoz parlamentario de CC, José Miguel Ruano, la salida más ocurrente haya sido la calificación de “estalinistas”. Chupito.

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