Olarte, arrasando

Lo normal cuando alguien está cabreado con otro u otros y planea una venganza es que trabaje en el taller al golpito y en silencio. Pero Lorenzo Olarte, candidato seguro, es mucho animal político como para andarse con esos cuidados maquiavélicos. Tan es así que ni le retuvo en Gran Canaria el hecho de que fuera su santo. Qué va. Se fue para el Parlamento y en el posterior bochinche se dedicó a dejar caer los nombres de quienes le apoyan y los de quienes son blanco de sus iras. De los primeros destaca a su portavoz “de lujo”, García Ramos, y al populista Dimas Martín, si es que no se lo pisa Soria a cambio de un indulto, que en ello está. Así de chungo va lo de la ideología en Lanzarote. Entre los cuellos para los que Olarte afila su hacha se cuentan nombres que en boca del histórico toman forma de sapo o culebra según el caso: Julio, José María, Ignacio y hasta Esteban “que me salió rana”. Proclama su estrategia a los cuatro vientos, sabedor de que ocultarla ya de poco sirve. Quiere romper a Coalición Canaria desde fuera, hasta hacerle perder los votos suficientes para que salga del gobierno o, por lo menos, no pueda exigir presidirlo. Por cierto, también se comentó la Vida Ejemplar que sobre el candidato seguro publica este periódico. A Lorenzo Olarte no parece desagradarle, sin embargo, uno de los congregados insistía en que faltaba por contar la otra mitad de esa vida. “Cállate, escríbela y mándala, para que nos enteremos todos”, le espetó su interlocutor. Estamos esperando.