Política gastronómica

Entretenido, como siempre, el almuerzo de Navidad que celebró este martes el alcalde Soria con casi todos los representantes de los medios informativos. Decimos entretenido porque hemos visto las fotografías y les podemos asegurar que las caras de los comensales eran de eso, de mucho entretenimiento. Y decimos “casi todos” porque, como viene siendo norma habitual, no fue invitado este periódico. No nos encontramos en este caso ante una nueva interpretación de la política informativa del Consistorio soriano, sino ante una clarísima discriminación gastronómica. Pero, ahora bien, si como es natural ese almuerzo se paga con dinero público municipal, bien haría el señor alcalde y sus mariachis en explicar los criterios de invitación para un acto a todas luces oficial. Pero si, por el contrario, lo paga el señor alcalde de su bolsillo, nos encontraríamos ante un acto privado al que puede invitar a quien le dé la gana. Pero puestos a analizar la extrema cercanía del restaurante elegido respecto al domicilio particular del señor alcalde, hemos de colegir que paga él de su bolsillo para, una vez concluidos los brindis de rigor, ir caminando a casa, sin utilizar el coche oficial y evitándose cualquier control traicionero. Y si, como dicen los rumores, se trata de un acto oficial, es decir, pagado por las arcas públicas, y al que se accede mediante coche oficial por parte de la autoridad competente, ya puede algún concejal de la oposición hacer una pregunta en el pleno de la Corporación. No es que estemos necesitados de comer caliente, palabra, es que nos encanta ver la cara que se le pone a Larry cuando le recordamos sus obligaciones. Y a Soria cuando le hablamos de cosas de la democracia y tal.