Sobre este blog

El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Saberlo para reventar

La cuestión que se plantea de inmediato es sencilla: si existe ese acuerdo en el seno de la asociación de cajas rurales respecto al derecho de tanteo, ¿cómo es posible que CajaCanarias lanzara su intento de oferta? Lo sabe todo el mundo que trabaja en el sector, como lo sabe una entidad madrileña que hace algún tiempo hizo un tímido y educado intento y se dirigió a la cúpula de la asociación a preguntar si había alguna posibilidad de que no se ejerciera el derecho de tanteo. La respuesta fue que no, que en el supuesto caso de que los socios de la Caja Rural de Canarias quisieran vender, fusionarse, casarse o divorciarse, sería otra caja rural española la que pujaría. La entidad canaria es muy atractiva para todo aquel que quiera implantarse en el mercado financiero canario. Y ahí radica una parte de los malos pensamientos de los malpensados: forzando la entrada de una caja rural peninsular, ¿no querría por ventura la Caja tinerfeña desgastar hasta ese punto a la Caja Rural de Canarias para que pierda su canariedad y, combinando ese factor con un crecimiento a costa de rebañarle clientes con los fichajes realizados, potenciar su presencia en la provincia hermana de Las Palmas como paso previo a convertir en fusión la alianza estratégica con la otra Caja? La pregunta es tan larga como cargada de mala uva, lo cual no significa que sea aventurada en exceso, porque una sola caja canaria, con la que sueñan algunos mesías, se tropezaría al día siguiente con la realidad incontestable de que cajas canarias hay, en realidad, tres. Como las hijas de Eva.

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