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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Seguir la línea marrón

El otro día, no hace mucho, con motivo de las fiestas de Barrial, pudimos comprobar que la oratoria no es precisamente la virtud que más adorna al alcalde de Gáldar, Manuel Godoy, que cada día nos sorprende más en sus intervenciones públicas. No es que Demetrio Suárez fuera Demóstenes, pero es que lo de Godoy -la verdad- supera cualquier marca. Es Godoy un alcalde que deja huella, como hiciera para la eternidad aquella película de David Swift, de 1962. Lo malo es que en otras fiestas, en las de Santiago de Gáldar, en las principales de la ciudad, fue otro tipo de huella, mucho más llamativa, peor que lo que le ocurrió al concejal músico de Arafo, que el pobre dimitió de un exceso de ensayos en el auditorio porque lo suyo es sencillamente la música. En el caso de nuestro valido del Norte (el del Sureste está por resucitar tras la luna de miel) es que el exceso no fue de ensayos, sino de la mezcla de 21 yerbas diferentes peligrosamente revueltas con otros mejunjes.

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