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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Vacilando con los dineros del buen rollito

Representantes del Gobierno de Canarias, Cabildo de Tenerife y de los 31 ayuntamientos de la isla, tras el acuerdo sobre el anillo insular / Fotografía Cabildo de Tenerife

Carlos Sosa

En el corto periodo de tiempo que resta para las elecciones generales, el Gobierno de Mariano Rajoy no va a poder resarcir a Canarias de todos los atropellos que le infligió estos cuatro últimos años. Se ponga como se ponga el presidente del Gobierno de allá y nuestro presidente del Gobierno de aquí, Fernando Clavijo. Es verdad que por algo se empieza, oye, y esos anuncios contenidamente triunfales de que las relaciones han cambiado han conseguido en apariencia (de momento sólo en apariencia) desbloquear viejos litigios que se multiplicaron exponencialmente desde que llegó José Manuel Soria al Gobierno. Porque no fue Paulino Rivero quien inició las hostilidades –bueno es recordarlo de vez en cuando- sino el ministro de Industria en confesada venganza por la decisión de Coalición Canaria de no reeditar el pacto eterno con el Partido Popular y dejar a su excelencia en la oposición aquellos aciagos cinco meses de 2011. No ha sido solamente la desaparición de Rivero del mapa político y, consecuentemente, la llegada de Fernando Clavijo lo que ha desbloqueado la situación y frenado la persecución a Canarias, sino la promesa evidente de que si Rajoy consigue repetir en La Moncloa, habrá pacto CC-PP. Ahora, de buenas a primeras, las autoridades de ambos lados se lanzan piropos, hacen causa común contra los adversarios, incluidos los propios socios, se prometen concordia y respeto; y se besan y se meten mano por debajo de la mesa, y se vuelven a besar. Pero los arrumacos había que completarlos con una buena dote, de manera que los invitados al convite pudiéramos ver que el amor se podía celebrar con buenas viandas y buenos vinos. En Madrid se pusieron a buscar como locos cómo convertir en cifras con muchos ceros las exiguas cantidades que ya tenían pensadas para Canarias. Y se encontraron con el Impuesto General de Tráfico de Empresas, el famoso (IGTE), que se viene descrestando a favor de Canarias desde el año 2012 y que, efectivamente, podría significar que en 2016 no tengamos que reintegrarle al Estado más de 190 millones de euros. Pero resulta que se corresponde, mira tú qué cosas, con un acuerdo que se tomó en 2009 y que el PP, en su línea habitual, nos ha vendido como novedoso justo en el momento en el que se ha visto obligado a tener que cumplirlo. Felicitamos a Fernando Clavijo por haberlo conseguido, que lo cortés no quita lo valiente.

El convenio de carreteras

Un tanto de lo mismo le pasa al convenio de carreteras Canarias-Estado. Cuando Rajoy y Soria decidieron castigar a las Islas Canarias, se dejaron de invertir de repente los dineros comprometidos, lo que a día de hoy suma un déficit de más de 600 millones de euros que Madrid se ha negado a aportar. Sumen a esa cantidad los 400 que el Gobierno de Canarias sí ha desembolsado para, en alguna medida, paliar esa merma y mantener activas algunas obras cuya parada podía ser catastrófica. Este escenario tan elocuente de absoluto desprecio a un territorio necesitado de obra pública, con un desempleo muy por encima de la media nacional, trata de ser corregido ahora por el Gobierno de España con una cantidad ridícula: 94 millones de euros para 2016 dentro del convenio de carreteras, 26 menos de los inicialmente prometidos. En ese lote se incluyen, se pongan los ministros, consejeros, presidentes y más presidentes como se pongan, los 27 millones para la carretera de La Aldea que este lunes pregonaron al mundo entero como “extras” las autoridades madrileñas que giraron visita a la ultraperiferia. Un comunicado elaborado por los servicios de prensa del Ministerio de Fomento situaba en La Aldea una reunión que en realidad tuvo lugar en la Delegación del Gobierno de Las Palmas de Gran Canarias con la presencia de dos subsecretarios, ahí es nada, escenificando ese nuevo clima de cordialidad y entendimiento. Los 27millones no son nuevos, están en el convenio de carreteras, como lo están los 15 del cierre del anillo insular de Tenerife, una cifra mágica que la han vendido tantas veces que se parece a ese pollo que se pasea de olla en olla para dar sabor a unas cuantas sopas hasta que queda exhausto. Los dineros del anillo insular, efectivamente, volvieron a salir en la reunión de este lunes en La Aldea, perdón, en la Plaza de la Feria, desautorizando al presidente del Cabildo de Tenerife, Carlos Alonso, que en la famosa cumbre de alcaldes de la isla con Fernando Clavijo lanzó como rabiosamente novedosa a su regreso de una fugaz visita a Madrid en la que curiosamente no se vio con nadie del Ministerio de Fomento. A los anales de la deslealtad institucional pasará aquella convocatoria municipalista en la que, para hablar de la principal obra pública de Tenerife, se esperó a que la consejera regional del área, Ornella Chacón, estuviera fuera de Canarias.

Rematar o rematarse

Pero por si alguien alberga alguna duda acerca del destino concreto de cada una de las partidas que este repentino buen rollito nos ha vendido dentro del convenio de carreteras, sólo tiene que esperar al próximo día 24, fecha en la que se reunirá en La Aldea, perdón, en Madrid, la comisión bilateral Canarias-Estado. Allí quedarán fijados con precisión los destinos finales de cada partida, es decir, las veces que esos 27 millones para La Aldea llegarán a la ansiada carretera, o si los 15 con los que Carlos Alonso entusiasmó al municipalismo tinerfeño, son para rematar el actual tramo del viaducto de Erques, o colocarlos como gota en el océano en la siguiente fase, de más de 350 millones de presupuesto. Las rebajas del buen rollo no afectarán a esas dos obras principales de Gran Canaria y de Tenerife, pero ya tienen muy mosqueados a los presidentes de los cabildos de las restantes islas. Porque si los 120 millones iniciales se quedan en 94 y a éstos hay que restarles 27 y 15, lo que queda para el resto de Canarias son apenas 52 millones. Atentos a Casimiro Curbelo, presidente del Cabildo de La Gomera, cuyos tres diputados serán decisivos para cualquier escenario posterior a las elecciones de diciembre que quiera montarse en la política regional.

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