Más abogados, que es la guerra

Las revelaciones hechas este jueves por Paulino Rivero dejan con el culo al aire a don Pepito y a su periodismo de investigación. Porque por no acertar, el ilustre editorialista no acertó ni a la hora de verificar si en México existen sociedades mercantiles bajo la fórmula de la “Co. Limited”, como adelantábamos ayer en esta misma sección. Ni contrastó la existencia del documento, ni llamó a alguna de las personas que en él aparecen a ver si podían confirmarles que, al menos, habían estado alguna vez en Acapulco. No hizo las más elementales averiguaciones antes de esta monumental cagada (“y perdonen nuestros lectores por el empleo de un lenguaje al que sólo recurrimos en el cénit de nuestra indignación”, como decía el editorial pepitiano de este miércoles) que le va a suponer tener que acudir a los tribunales próximamente con cierta asiduidad. Pronto lo hará para sentarse en el banquillo de los acusados como imputado por los delitos que le ha atribuido el ex socialista Santiago Pérez, al que machacó de manera inclemente durante meses. A continuación, por la denuncia que le ha interpuesto el Ministerio Fiscal instado por el Consejo General del Poder Judicial por sus infamias a la juez Rosell; luego, por los anuncios del presidente del Gobierno y su familia, y finalmente, por la demanda civil de vulneración del honor e intromisión en la intimidad que le ha presentado el director de CANARIAS AHORA, Carlos Sosa. Va a necesitar con urgencia reforzar su equipo de abogados y elevarles la iguala, a ver si así se estudian mejor los códigos antes de permitir que este desbocado editorialista se meta en los berenjenales que se mete. Nosotros nos comprometemos a llevarle la bacinilla.