La culpa, del más allá

Por lo demás, adivinamos a un Paulino Rivero firme en sus convicciones y en el acierto que cree que ha tenido nombrando a los consejeros que ha nombrado. No escondió en absoluto que uno de los motivos para la elección es recuperar a Coalición Canaria en Gran Canaria, momento en el que reivindicó su derecho a ganar las próximas elecciones. “Es que nos dedicamos a esto”, dijo en ese entrañable momento de confesión política. Pero fue menos generoso a la hora de repartir las culpas del descrédito de la clase política, o de las responsabilidades para salir de la crisis. Madrid para todo, siempre Madrid. Ahí no hemos mejorado, presidente. Estuvo genial, sin embargo, explicando a la concurrencia en qué consistió el proceso que vivió para llegar a conocer en profundidad el arcano de las aguas territoriales canarias, aguas interiores o aguas archipielágicas. Ahí se puso pedagógico, sin dejar de reconocer nunca el valor que para él ha tenido el asesoramiento de un catedrático adscrito al Ministerio de Asuntos Exteriores. Fue él quien le ilustró sobre la conveniencia de llamar “canarias” a las aguas interiores y de encontrar la mediana entre las aguas territoriales marroquíes y las españolas adscritas al Archipiélago. Será la próxima tarea común que acometamos como pueblo, imprescindible antes de decirle que sí a Repsol.