Pero, ¿quién falsificó los papeles de México?

Ruido mediático aparte, despejadas las insidias y las majerías ilícitas de don Pepito, hemos de centrarnos en el fondo de la cuestión. ¿Quién falsificó los papeles de México? ¿Quién se tomó la molestia de prefabricar una prueba falsa para utilizarla en periodo electoral contra Paulino Rivero? ¿Quién la puso en manos del abogado tinerfeño Felipe Campos? ¿Quién la metió en el buzón blindado de Kanarileaks? La Brigada Provincial de la Policía Judicial ya ha empezado las investigaciones por indicaciones de la Fiscalía General de la Comunidad Autónoma, pero tendrá una difícil tarea por delante, sobre todo para poder dar con el original de la prueba falsa, si es que todavía no ha sido destruido. Sí puede empezar por los autores de las primeras filtraciones y por concretar quiénes podrían haberse convertido en los principales beneficiarios del daño que se pretendió infligir a Paulino Rivero en plena campaña electoral. Paralelamente podría repasar las hemerotecas para verificar quién o quiénes se han dedicado estos últimos años a prefabricar pruebas políticas, judiciales y policiales para tratar de embaucar en conspiraciones extrañas a jefes superiores de Policía, policías, directores de medios de comunicación, periodistas, adversarios políticos y empresarios. De repente van y coinciden ambas líneas de investigación. El Gobierno está convencido de que los autores no fueron un par de indignados con conocimientos de autoedición, y sostiene que no habrá que irlos a buscar a ignotas montañas o lejanos desiertos, en apropiadísima reflexión de Aznar al hilo del 11-M.