Una de flashes y de palcos

Somos conscientes de que este lunes volveremos a recibir un correo electrónico del lector que nos reprocha no haber encontrado todavía algo positivo que contar de la nueva UD Las Palmas de la catarsis. Seguimos en ello, les aseguramos, pero es que el consejo de administración y sus hombres fuertes en la cosa técnica nos lo ponen difícil. El presidente provoca en la ciudadanía un sentimiento mitad de cariño y conmiseración, mitad de cabreo. La primera sensación nace de esa cara que pone cuando cuenta a los aficionados que la cosa va proa al marisco, que si no se produce un milagro o “un golpe de efecto”, el club podría desaparecer. Es el mismo presidente que, a continuación, dice que hay que gastarse una pasta gansa en los palcos de un estadio para ver a un equipo que, treinta segundos antes, iba a desaparecer víctima el abandono institucional y empresarial. Y empieza el cabreo. Que se acrecienta cuando ves al mismo presidente y a varios de sus consejeros deambular por despachos oficiales con el único objeto de posibilitar que sus ocupantes se saquen una foto y digan que hay que seguir jugando a las quinielas, que allí no van a trincar ni un duro. ¿Y Angulo? Terminando el estadio.