Entre 10 y 20 kilos

En esta historia del pulso norteño con la vía plateada hay más actores. Por poner un nombre al tercero en discordia le llamaremos, sencillamente, El Ladrillo, apodo que ya en su día le pusieran otros en momentos históricos del centro democrático español por las cualidades que adornaban a este tercer personaje en lo que tiene relación con la espesura de sus explicaciones. Paliza, le decían también. El Ladrillo, para entendernos, descubrió mundo en sus continuos viajes entre Las Palmas y la Carrera de San Jerónimo, y se sorprendió muchísimo cuando supo que podía adquirir cuadrículas mineras, que vienen a ser algo así como espacios del subsuelo en el que pudiera o pudiese existir cierto tipo de minerales. Y se puso manos a la obra, de tal modo que adquirió cuadrículas en diversas zonas, incluso debajo de plataneras galdenses, con lo que eso tiene de arriesgado. Enterado el enterado plateado de la cuestión, ofrecióse gentilmente al patrono norteño a cambio, cómo no, de los debidos estímulos, cifrados según qué fuente, entre los diez y los veinte estímulos anteriores al euro. Y ya la tenemos armada.