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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal
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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

''Yo le pedí luz verde y me la dieron''

El fiscal se oponía a levantar la orden de prisión que había contra Cubillo, así que nuestro audaz delegado del Gobierno pidió permiso a Barrionuevo para operar por su cuenta: “Yo le pedí que me diera luz verde para tomar la iniciativa por mi cuenta. Y me la dio. Inmediatamente, crucé la calle Génova y me fui a ver al juez de instrucción del Juzgado número 1 de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, que había sido compañero mío. Él sacó el sumario, que estaba perdido en las estanterías... y me dijo que se le podía poner en libertad con una fianza de 300.000 pesetas”. Pero la guinda a tan estridente actuación la coloca Hernández cuando la periodista Cira Morote le hace una pregunta clave: ¿Por qué era la causa que se seguía contra Cubillo en la Audiencia Nacional? Y esta es la respuesta: “Por una de las bombas que pusieron. Estaba procesado por inductor, pero los autores materiales habían sido absueltos. No tenía sentido”. Por unas bombas que pusieron. Con esas cinco palabras se despachó todo un magistrado en excedencia, un hombre de leyes capaz de excomulgar a toda la carrera judicial, desde Baltasar Garzón hasta Carla Bellini, las bombas que el MPAIAC colocó en el aeropuerto de Gran Canaria el 27 de marzo de 1977, una de las cuales provocó heridas a siete personas y el desvío de todos los vuelos al aeroperto de Los Rodeos, donde como consecuencia de una saturación imprevista se produjo el mayor accidente aéreo de la historia, con 583 muertos. “Por unas bombas que pusieron”.

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