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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Ni pincho ni corto “ni falta que me importa”

La vicepresidenta del Gobierno de Canarias, Patricia Hernández

Carlos Sosa

Casi todo el mundo atribuye a Patricia Hernández una inmensa capacidad de absorción de conocimientos. Es una esponja, dicen sus admiradores. Otro nutrido grupo de personas que la observan y la siguen considera sin embargo que no ha absorbido mucho este medio año que lleva ejerciendo como vicepresidenta y consejera de Políticas Sociales del Gobierno de Canarias. Su participación reciente en un foro organizado por la Cadena Ser dejó un sabor bastante amargo, tirando a preocupante, en una buena parte de la concurrencia. Cualquiera que la escuche atendiendo las preguntas de un periodista (ocurrió esta misma semana en la radio autonómica) puede llegar fácilmente a la conclusión de que le cuesta mucho hilvanar un discurso completo, redondo, que se corresponda mínimamente con aquellas sonadas intervenciones suyas en el Congreso de los Diputados. Parece cansada, agotada a principios de mandato, harta… pero en absoluto. Ella y su equipo parecen convencidos de que su impronta está influyendo notablemente en un cambio de signo de las políticas sociales del Gobierno de Canarias, lo que no tiene demasiado mérito si consideramos que partía de una situación catastrófica, la heredada de la consejera Inés Rojas. Pero no lo está sabiendo transmitir muy bien, o al menos eso es lo que traslucen sus intervenciones públicas, de las que habría que descontar por vergonzosas las que van a acompañadas de amplios reportajes fotográficos, con incidencia en redes sociales, acompañados ora de menores en régimen de acogida, ora de personas en desempleo, con las correspondientes vulneraciones de su intimidad, su derecho a la propia imagen y su dignidad misma. Como sostenedora del pacto entre su partido, el PSOE, y Coalición Canaria, su papel deja también bastante que desear. Ha delegado todo en el consejero de Presidencia y Justicia, Aaron Afonso, lo que no casa demasiado con quien se presentó ante la militancia y el electorado como futura lideresa regional de los socialistas. No ejerce liderazgo alguno, ni en el Gobierno ni fuera de él y, una vez Pedro Sánchez pase el trago de formar Gobierno (si lo forma) y el correspondiente congreso federal (si salva el primer escollo), vendrán los congresos regionales. Es decir, a la vuelta de la esquina.

Los de La Victoria, en la estacada

Un buen ejemplo del desdén con el que Patricia Hernández y los socialistas en el Gobierno cuidan a su gente lo pudimos contemplar este mismo viernes en el pleno de la moción de censura en La Victoria. Manuel Domínguez, presidente insular del PP, y Rosa Dávila, consejera de Hacienda y secretaria de Organización de CC en Tenerife, arroparon a los censurantes, mientras que por parte del Partido Socialista Canario sólo pudo verse a Aurelio Abreu y a Gustavo Matos, dos segundos espadas que ni quisieron dejar tirados a los suyos. Como los dejó la Consejería de Presidencia y Justicia del Gobierno de Canarias, en manos de Aaron Afonso, ese mirlo blanco del PSOE que se estrenó metiendo en su equipo a una ex alto cargo del PP y remató este viernes su buen hacer engañando a los del PSOE de La Victoria. El jueves les dijo que el informe que había solicitado el alcalde censurado a Administraciones Públicas iba a ser favorable a sus tesis y lo que salió –suponemos que previa presión de CC- fue completamente opuesto. Y para que no quedaran dudas de la mala baba, Presidencia y Justicia envió el informe al Ayuntamiento para que sirviera de desayuno envenenado en las horas previas al pleno censor. ¿Y Patricia? Pues ni sabe ni contesta, y lo que es peor, no se espera nada de ella en estas trifulcas con Coalición Canaria. El resultado es que esta semana el PSOE ha sufrido otra tomadura de pelo sin que se resuelvan las anteriores. Continuamos para bingo.

¿Las leyes? Cuando estén redactadas

Y si existe absoluta desidia hacia las cosas orgánicas, lo de Patricia Hernández con los asuntos que atañen directamente al Gobierno del que es vicepresidenta causa espanto. Cuando se le pregunta por los grandes temas (vamos a llamarles grandes para que parezca que este Gobierno hace algo) como la Ley del Suelo que elabora Política Territorial; el desaguisado permanente con la Ley Turística, el baile de la yenka con el reparto de los (inexistentes) fondos del IGTE, las respuestas acostumbran a ser la evasiva y el desistimiento. La ley del Suelo que prepara Clavijo con un grupo de “sabios” muy interesantes y muy interesados obtendrá un pronunciamiento del PSOE “cuando conozcamos el texto”, es decir, como si se tratara de un grupo más de la oposición parlamentaria. Verbigracia, Podemos. Lo que demuestra que no ha habido un debate previo en el Gobierno sobre cuáles van a ser sus líneas maestras. ¿Y el reparto del fantasmagórico IGTE? Un cuarto de lo mismo. Las pretensiones de Patricia Hernández de que hubiera fondos para inversiones en infraestructuras sociales fue negado con cajas destempladas y públicamente sin que la vicepresidenta haya proferido el más mínimo quejido. Y encima tiene que soportar que el presidente vaya por esos mundos de dios despotricando contra el Plan E, o Plan Zapatero, quizás porque alguien erróneamente quiso comparar su IGTE con aquel programa de miles de millones de euros con el que se pretendió activar la economía y generar empleo. Clavijo sabe muy bien por qué no resultó exitoso el Plan E: lo desnudó crudamente el Tribunal de Cuentas del Estado cuando relató que los ayuntamientos españoles y las empresas contratistas hicieron exactamente lo que les salió de la higa. Y el señor presidente canario era el mandarín del Ayuntamiento de La Laguna. Claro que sabe.

Primarias muy reñidas

Ya pueden irse espabilando Patricia Hernández y los demás cargos públicos del PSOE en Canarias si quieren hacerla secretaria general del partido. Su proyección pública no resulta en estos momentos la más positiva por esa sumisión penosa a Coalición Canaria que deja en pelotas a los que criticaban a José Miguel Pérez por su posición de segundón en el Gobierno de Paulino Rivero. La vicepresidenta socialista no ejerce el liderazgo de su partido dentro del Gobierno, no lleva la iniciativa política en ningún asunto de interés transversal y no aporta nada novedoso a la política canaria si descontamos su decisión de ocupar el apartamento presidencial de la sede gubernamental de Santa Cruz de Tenerife. Habrá de enfrentarse a duros adversarios en unas primarias a la Secretaría General del PSOE sin la ayuda de todas las agrupaciones locales que la apoyaron decididamente en el proceso para la candidatura a las elecciones autonómicas y, por lo que cuentan en Santa Cruz, ni siquiera controla la agrupación de la que es secretaria general. Otras grandes agrupaciones como La Laguna, se posicionan de momento en contra. Va a contar con el respaldo de un grande, Juan Fernando López Aguilar, desgraciadamente venido a menos, pero ni siquiera así parece tener la victoria garantizada. Pesos pesados como Sebastián Franquis, apoyado desde Ferraz por el equipo de Pedro Sánchez y desde Gran Canaria por el aparato que controla Ángel Víctor Torres, le harán frente a su candidatura. Tiene cabreadas a las insulares de Lanzarote y de Tenerife por la tibieza frente a los “incumplimientos” de CC y los suyos propios de ella. Y se le acusa de defender sólo su consejería y pasar olímpicamente del resto del universo socialista. No termina de cuajar su liderazgo y todavía le quedan enanos que crecerle alrededor.

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