El síndrome ruso

Desde luego, hay noticias que a los periodistas nos vienen al pelo, y más en estas fechas tan pintorescas en las que hay que sacar lascas hasta a la tal Belén Esteban, a la que no teníamos el gusto de conocer hasta anteayer por la noche. Bien entrada la noche. Resulta -y vamos a lo que vamos- que se ha armado una gorda en Moscú a cuenta de la amenaza de una investigación sobre la compra ilícita por extranjeros de acciones del gigante de gas Gazprom, que en canario hubiera sido Gascan, si se nos permite. La revuelta provocó este miércoles más pánico en las bolsas rusas, congestionadas por el escándalo de Yukos. Pero es que la cosa tiene más concomitancias. El escándalo de Gazprom -que monopoliza la extracción, transporte y distribución del gas- fue provocado por una denuncia oficial de un diputado, que acusó al moscovita banco de inversión United Financial Group (UFG) de elaborar esquemas ilegales que permitieron a propietarios extranjeros adquirir un 6,5% de títulos del estratégico monopolio ruso. O sea, sin pasar por lo legal, o mejor dicho, pasándose lo legal, por el arco del triunfo. ¿A que les sigue sonando?