A ver, que levanten la mano los enchufados

La segunda escapatoria que intentó el presidente del Gobierno también es ridícula. No nos referimos a ese juramento solemne y por su honor que pronunció para ahuyentar al demonio de la duda que sobre su comportamiento tiene la inmensa mayoría del pueblo canario. Que cada cual debe administrar su honor como le plazca. Nos referimos concretamente a su ofrecimiento a que se le investigue su larga trayectoria política como alcalde de El Sauzal, como consejero del Cabildo de Tenerife y como presidente del Gobierno. Pero, ¿cómo se hace eso? ¿Cómo se puede investigar a un político canario? ¿Cómo saber si ha enchufado a alguien durante esos 30 años de gestor público? Sólo se nos ocurre una fórmula tan económica como difícilmente fiable: recorrer cada una de esas instituciones y preguntar a los funcionarios, asesores y asimilados si alguno está allí por intercesión del actual presidente. Ya, ya sabemos que nadie levantará la mano inculpándose, pero por lo menos le ahorraremos unos dineros al Parlamento para llegar al mismo resultado: todo el mundo es bueno.