Dos visiones de Tauro

Mientras, en el Parlamento, volvía a quedar de manifiesto el desastre que es el Gobierno de Canarias que padecemos, que navega entre el escándalo, la incertidumbre interna y la inseguridad jurídica de todo aquel que pretende encontrar un punto de referencia riguroso. Comparecía en la Cámara el consejero de Turismo, Manuel Fajardo, para informar sobre el proyecto de Anfi Tauro de hacerse con una excepción a la moratoria por importe de 3.500 camas, cama arriba, cama abajo. Fajardo dijo no tener pajolera idea de lo que le hablaban, sencillamente porque -según dijo- aún no ha tenido entrada en el Ejecutivo el informe del Cabildo reclamando el interés general. Es curioso, porque del mismo Gobierno forma parte Domingo Berriel, consejero de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, que sí debe conocer a la perfección las cualidades y debilidades del proyecto. De no ser así, no se entendería que lo haya defendido con la pasión con la que lo ha hecho. Quizá convendría una unidad de criterio en el Ejecutivo, de modo que un consejero no deje a otro in puris naturalibus, no espantemos a los inversores y no volvamos locos a los ciudadanos ni a los humildes periodistas.