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El suplemento de viajes de Canarias Ahora te invita a visitar el mundo de otra manera. Aquí encontrarás datos útiles, ideas y, sobre todo, muchas experiencias de viajeros como tú.

Retos de altura después de los 60

Los participantes en la expedición canaria a Nepal.

Jonás Oliva

Las Palmas de Gran Canaria —

Ángel Zurdo y Jesús Beitia forman un tándem perfecto y un claro ejemplo de que la edad no supone impedimento para calzarse las botas, coger la videocámara y emprender aventuras por todo el planeta. Y es que ambos, a sus 61 y 77 años, natural de Ávila el primero y del País Vasco el segundo, aunque afincados en Gran Canaria desde hace varias décadas, son dos apasionados de la montaña y de plasmar sus vivencias en películas documentales.

Dieciséis expediciones ha grabado Ángel hasta la fecha para que Jesús se encargue de editar los vídeos. Con imágenes insólitas de la propia isla hasta expediciones a los Pirineos; Patagonia; Kilimanjaro y Parques Nacionales; Himalaya por el norte de la India y por Nepal; Aconcagua o Toubkal, a donde partirán en apenas unos días -y por tercera vez en el caso de Ángel- a conquistar los 4.167 metros del pico más alto de África del Norte.

“Yo ya no concibo ir a la montaña sin una cámara de fotos y una cámara de vídeo, necesito reflejar lo que vemos y lo que vivimos en un documento, como he hecho desde que cogí por primera vez una videocámara con 19 años, para no soltarla nunca” confiesa Ángel Zurdo, quien abrió a Viajar Ahora las puertas de su casa en La Isleta, uno de los barrios más auténticos de Las Palmas de Gran Canaria. Un hogar donde, sin duda, se respira naturaleza entre las fotografías que coronan las paredes de la vivienda, los animados colores de las banderas de oración budista que cuelgan del techo y las docenas de botas desgastadas que han sido testigo de sus hazañas. “Y necesito contarlo, no por estar en la picota o porque se hagan eco de nuestros viajes, solo por contar las cosas que hacemos”.

Jesús asiente con la cabeza y subraya que “siendo aficionados grabamos las expediciones tal y como son, porque cuando van los programas de televisión con grandes equipos profesionales, todo queda muy bonito y sufrido para el montañero protagonista, siempre rubio y guaperas”. Sin embargo, prosigue con cierta vehemencia, “no muestran que detrás hay un equipo de sonido y grabación o porteadores y porteadoras que van en alpargatas cargando hasta 80 kilos de comida y materiales para ellos, que han subido antes y les estaban esperando en la cima de la montaña”.

“Es que si sacan mucho las alpargatas de las señoras, eclipsan o desvirtúan al artista que ellos pretenden valorizar y que va completamente equipado con material técnico de marca” le interrumpe Ángel. “¿De qué vamos a presumir? ¿De haber subido a un 6 mil cuando esta mujer con 45 años y en zapatillas ha subido lo mismo que yo, pero yo voy con 10 kilos y ella con 50 a la espalda? Hay que tener el atrevimiento de explicar eso como nosotros lo explicamos y en ese sentido tanto Jesús como yo siempre hemos tenido claro que hay que contar la realidad”.

“Hay que enseñarlo, hay que enseñarlo” repite Jesús, economista de profesión. “Vivimos en un mundo absolutamente materializado, mientras hay millones de personas que con un bocadillo al día viven felices o al menos lo parece”. En referencia al último documental que han presentado, Del Nublo al Himalaya,Del Nublo al Himalaya en el que además del trekking al Campo Base del Everest que culminó un grupo de montañeros canarios en octubre de 2013, organizado por Javi Cruz, de Calima Trek, y grabado por Ángel Zurdo, nos muestran las costumbres de los lugareños, el caos de ciudades como Katmandu y los ritos funerarios en el río Bagmati. “Ese conjunto de cosas es lo que hace que la gente aguante una hora de documental y algo haremos bien, pues suelen quedar encantados” apunta el responsable de la grabación, quien se muestra muy satisfecho porque más de trescientas personas han acudido a las dos proyecciones que han organizado de este último trabajo.

Aunque en este viaje no participó Jesús, nos describe la expedición al corazón de las grandes montañas de Nepal con todo lujo de detalles, como si lo hubiera vivido in situ. El Gokyo Peak (5.310 m.); Cho-La Pass (5.330 m.) y Kalapattar (5.550 m.), con el intento fallido por las condiciones meteorológicas del Island Peak (6.173 m.). Por eso funcionan tan bien y se complementan trabajando juntos, afirman. “Hay veces que se sabe los nombres de los picos mejor que yo, o me dice graba esto o aquello otro como si supiera lo que vamos a ver” se ríe su compañero.

Si bien ambos reconocen que es muy difícil gestionar las relaciones humanas en la alta montaña pues “las condiciones son muy duras, pasas mucho tiempo fuera de casa, con las mismas personas, repitiendo mecánicamente los mismos actos... Te crea un estado extraño, diferente al de tu vida cotidiana y las emociones evidentemente cambian” explica Ángel. “La montaña te pone al límite y no te queda más remedio que convivir con esas personas, seas compatible con ellas o no. Por eso cuando haces amistad, la amistad es muy fuerte y se crean lazos que no se olvidan, pero cuando sucede lo contrario, mal asunto”. Para Jesús “se trata de una cuestión de convivencia que hay que gestionar con buena educación y manteniéndose en las normas de respeto mutuo”. Lo que no es viable, asegura “es pretender cambiar a las personas, hay que admitirlas como son porque no dejan de ser compañeros y en la montaña la solidaridad es vital”.

“Una cosa son los viajes de turismo organizados y otra muy distinta las expediciones de alta montaña, donde vas a dormir en un refugio, con condiciones higiénicas casi inexistentes y la comida escasa y de aquella calidad, por eso la montaña o te genera rechazo o te crea adicción” prosigue Ángel en una apasionante conversación a tres que podría prolongarse durante horas. Pues narran sus peripecias con un entusiasmo envidiable. “Pese a todo, la compensación de la experiencia está por encima de cualquier sufrimiento y verte rodeado de aquellos paisajes, de montañas imponentes, es impresionante lo que se siente”.

“Y en mi caso, cuando uno llega a mi edad, con 77 años hay dos formas de entender la vida: irte al desguace, como llamo yo a los locales sociales, y dedicar los últimos años a jugar al tute o bien irte de escalada, a hacer rápel, bajar barrancos y subir al Toubkal”. Todo depende, afirma Jesús, de la manera que cada uno tiene de sentirse vivo “y yo me siento vivo de verdad en la montaña, cuando estoy subiendo una pared de 150 metros y tras hacer un esfuerzo sobrehumano llego al final, con esa satisfacción de ver que lo he conseguido”.

Como consiguió también hace cinco años descender el Trou de Fer (Agujero de Hierro), en la Isla de la Reunión y considerado uno de los barrancos más difíciles del mundo, merced a un cañón de casi mil metros de profundidad y tres cascadas impresionantes que confluyen en el río Bras de Caverne, y cuyo descenso precisa de un total de once rápeles. Un reto que intentan cumplir una decena de grupos de montañeros cada año y lo consiguen apenas la mitad. Entre ellos Jesús Beitia, pese a que se inició en este deporte con los 70 ya cumplidos, a raíz de practicar por los barrancos de Gran Canaria.

“Allí pasé la peor noche de mi vida” comienza a narrar reviviendo la proeza en su memoria y manteniéndonos expectantes, casi sin pestañear. “Después de bajar una pared de 300 metros, la Badina de los Grandes Vientos, con cascadas, un ruido ensordecedor y el agua que se pulveriza, tienes que dormir debajo de una piedra de poca altura, aprovechando un pequeño entrante; mojados, casi sin comer después de pasar todo el día bajando barrancos” nos pone en situación Jesús. “Y recuerdo que el suelo era cuesta abajo y que por encima de mí tenía a un tipo de 1,90 metros, que no paraba de dar vueltas y por debajo a otro de 100 kilos” contiene la respiración. “El de arriba se me empezó a echar encima, aprisionándome contra el otro, y tuve que pasarme toda la noche moviendo los dedos de los pies, lo único que podía mover, para reactivar la circulación sanguínea y que no me diera un ataque de hipotermia, hasta que empecé a dar gritos porque no podía más. ¡Toda la noche sin dormir, con un frío y una mala leche insoportable!”. Ahora con la perspectiva del tiempo bromea y ríe “¡para que luego digan que es bonito dormir en la naturaleza, mirando las estrellas!”

“Practicar deporte de alta montaña no está al alcance de cualquiera” matiza Ángel. “Se necesita experiencia, un estado físico adecuado, salud adecuada, muchas ganas y tener la cabeza bien amueblada”. “También hace falta capacidad de sufrimiento”, añade Jesús. “Que se adquiere con la edad, por eso los jóvenes normalmente se rinden antes que los viejos ante una dificultad. Muchas veces se sufre en la montaña, pero uno debe tener el amor propio y esa capacidad de sobreponerse incluso al dolor físico, para llegar al objetivo”.

Entonces Ángel extrae de un mueble de su salón el archivador en el que guarda los dieciséis dvds con los documentales que ambos han editado. “Nos gustaría que alguna televisión o productora se interesara por nuestros viajes y por lo menos nos ayuden a financiar las expediciones, que es el principal hándicap que nos encontramos. Creemos que es un trabajo muy importante” explica orgulloso mientras Jesús revisa uno a uno los títulos. “A ver si algún día se mojan...”

Antes de despedirnos, tras un largo rato escuchando sus aventuras, les pedimos que nos enumeren en un listado los pasos imprescindibles para organizar una expedición de alta montaña y culminarla con éxito.

1.- Imprescindible antes que nada estar federado a través de cualquier asociación de montañeros para garantizar la cobertura económica del rescate en caso de accidente.

2.- Fijar los objetivos y los integrantes de la expedición, conociendo el nivel de experiencia de cada uno en alta montaña.

3.- Recopilar información sobre el tipo de montañas, las dificultades y riesgos que se pueden encontrar, como nieve o hielo, para preparar el material más idóneo.

4.- Definir el itinerario a seguir durante la expedición, analizando los pros y contras de cada recorrido y las posibilidades que ofrece más allá de la ascensión a la montaña, como actividades turísticas o puntos de interés para ser visitados.

5.- Organizar el aparato logístico del viaje. Contratar la agencia para el traslado, los guías, porteadores y cocineros.

6.- Preparar físicamente al grupo meses antes del viaje con rutas de entrenamiento adecuadas al objetivo que se pretende cumplir.

7.- Preparar y comprobar el adecuado funcionamiento de todo el material necesario para la expedición.

8.- Gestionar los requerimientos sanitarios y administrativos como los permisos de ascensión, etc.

9.- Preparación mental del grupo ante la dureza de la expedición.

10.- Muchas ganas de disfrutar de la experiencia.

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