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Kyle Kuric: “El tumor fue una lección de vida que me ha hecho mejor persona”

El alero del Herbalife Gran Canaria Kyle Kuric (Indiana, EEUU, 1989), durante el encuentro con Efe, con motivo del aniversario de la intervención que sufrió para extirparle un tumor cerebral. EFE/Elvira Urquijo A.

Efe/Pepe Aguilar

Las Palmas de Gran Canaria —

El alero Herbalife Gran Canaria Kyle Kuric (Indiana, EEUU, 1989) afronta estos días una semana especial, con dos compromisos de Eurocopa y Liga que apenas dejan espacio para distracciones, pero en la que casi nadie olvida que se cumple un año de la operación que le ha cambiado la vida.

Con motivo de ese aniversario (el 5 de noviembre le extirparon un tumor cerebral, en una intervención que se complicó y le llevó a un coma), Kuric ha conversado con Efe sobre cómo vivió aquel episodio, casi sin tiempo de asimilar su situación, de la angustia que sufrió su esposa Taraneh y lo duros que resultaron los primeros momentos de su recuperación, cuando casi no se tenía en pie.

El jugador estadounidense asegura que la enfermedad le ha hecho mejor persona, confiesa que le gustaría retirarse del baloncesto en Gran Canaria y asegura que, cuando ese día llegue, aspira a convertirse en un hombre de negocios.

¿Cómo se encuentra un año después de que le detectaran el tumor?

He cambiado bastante mentalmente tras todo lo que me pasó. Ahora soy mucho más fuerte y eso se refleja en la cancha. Por otro lado, no tomo ninguna medicación y solo me hacen un escáner anual, para comprobar que todo sigue bien.

Hay fechas que se quedan grabadas en la vida de una persona: su nacimiento, la boda, el nacimiento de sus hijos...

Sí, y el jueves 5 de noviembre del 2015 es también una fecha muy importante para mí, que tengo marcada para el resto de mi vida (ese día fue operado por espacio de siete horas del tumor cerebral).

¿Qué pasó por su mente cuando recibió la noticia?

Dentro de todo lo malo que me ocurrió, estuve bastante calmado. Recuerdo que hice una foto al escáner de mi tumor y la envié a mi mujer y a mi padre, y esperé al siguiente paso, que era la operación. Era escéptico en cuanto a lo que me había sucedido, pero nunca perdí los nervios.

¿Llegó a pensar que había llegado su final?

No, en ningún momento pensé que iba a morirme ni que sufriría una parálisis que me impediría seguir jugando al baloncesto.

Creo que en la vida todo pasa por una razón. Tuve la suerte de que en Barcelona estuvieron los mejores médicos a mi disposición y no me he parado a pensar más allá. Simplemente, si estoy aquí es por algo, y tendré que demostrar que eso es un motivo para seguir viviendo.

¿Hoy en día está vivo gracias a los médicos o un milagro?

Quizás sea una mezcla de medicina y divinidad, al 50 por ciento, no lo sé. Estoy tremendamente agradecido de seguir disfrutando de mi familia. No sigo ninguna religión en concreto, pero sí pienso que hay algún tipo de Dios por encima de nosotros.

Lo que me pasó me ha servido de lección de vida y me ha convertido en mejor persona.

Su esposa reflejó en las redes sociales el sufrimiento e impotencia que padeció ella y el resto de su familia.

Sufrir algo como lo que yo pasé es muy duro, pero lo fue mucho más para mi familia y, en concreto, para mi mujer, que me vio paralizado y sin poder hacer nada. Taraneh es mi esposa y mi mejor amiga, y ambos nos necesitamos mucho. Además, también somos padres.

Hubo una foto impactante, antes de su primera operación: su esposa y sus dos hijos junto a usted, en la camilla de camino al quirófano.

Pensé, poniéndome en lo peor, que podría ser la última imagen que tendríamos los cuatro juntos, pero por suerte todo salió bien.

La situación fue especialmente crítica en la segunda operación (el sábado 7 de noviembre).

Yo quedé en coma, pero tanto mi padre (Steve Kuric, neurocirujano) como el resto de la familia fueron los que verdaderamente sufrieron y se pusieron en lo peor. Fue un momento muy grave, pero gracias al apoyo y los rezos de mi familia y de los aficionados estoy aquí.

¿Quizás sufrió usted más cuando se vio recuperándose en el hospital?

Sí, para mí lo más duro fue cuando comprobé que había perdido 15 kilos y que los músculos no respondían. No podía estar de pie ni sentado, sino tumbado. Por suerte, poco a poco fui levantándome y me centré en la recuperación, paso a paso, hasta el día de hoy.

Tuvo incluso que aprender a caminar de nuevo.

La primera vez que me levanté me tuvieron que ayudar dos enfermeras y, tras el primer paso, me tuve que sentar, porque estaba cansado. Eso da idea de cómo me había afectado lo que me sucedió.

¿Con qué imagen o gesto se queda de este último año?

Para mí, el mejor momento es cuando a medianoche me despierta uno de mis hijos, lo cojo en brazos y lo llevo a su cama. Esos pequeños detalles son los que más aprecio. También quiero destacar el apoyo de toda la gente durante mis operaciones y el periodo de recuperación, en un lugar que ya considero mi casa. Creo que estar en Gran Canaria me ha ayudado a recuperarme más rápidamente.

¿Qué hubiese sucedido si le llegan a prohibir jugar al baloncesto de alto nivel?

Seguramente estaría en Estados Unidos, donde mi esposa trabajaría como dentista. En el futuro me gustaría ser un hombre de negocios.

Hay gente que creyó que Kuric no volvería a jugar.

Me he esforzado y he hecho un trabajo duro. Poco tiempo después de las dos operaciones ya tenía el gusanillo de volver a ser jugador de baloncesto y no paré. Cuando vi que mis músculos respondían y el cuerpo me exigía cada vez más, no dudé en volver a la cancha.

Actualmente tiene 27 años. ¿Le gustaría retirarse en el Gran Canaria?

Esta es mi tercera temporada en la isla, donde he vivido muchas experiencias y he pasado muy buenos momentos, y me encantaría retirarme aquí, sí.

¿Qué le diría a toda la gente que se ha interesado por usted?

Solo puedo darles muchas gracias por su apoyo y por los mensajes de ánimo durante todo este tiempo, porque esos detalles marcan la diferencia cuando uno se encuentra tan delicado.

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