En destrucción

Siempre ganan y pierden los mismos. Ya pueden vendernos los apóstoles del capitalismo y los portavoces del Gobierno todo el humo de la recuperación que quieran, que un huracán de datos se lo acaba de llevar volando. No los “datos alternativos”, que diría Trump, con los que Rajoy le retuerce el cuello a la realidad, no, los datos del Banco de España, que confirman a otros muchos indicadores anteriores. La Encuesta de las Familias publicada por nuestro banco central esta semana es incontrovertible, la crisis la han pagado los que menos tienen y se la han cobrado los que tienen más. El neoliberalismo era esto: socialismo para las élites.

El 10% más rico de nuestro país acumula más de la mitad de la riqueza del país, el 1% tiene el 20%, mientras la renta media de los hogares se redujo un 18% y la riqueza un 37%, desde que empezó la crisis en 2008. Quienes más lo han acusado han sido los pobres y los jóvenes. Los hogares de menor renta han perdido el 50% de su escaso patrimonio, o sea, han pasado de pobres a paupérrimos. Peor aún ha sido para las familias de menos de 35 años que han perdido un 93% de su riqueza. Se han quedado con lo puesto, temblando, sin capacidad de ahorro, viviendo al día, malviviendo.

Si esta es la salida de la crisis, como proclama el Gobierno, eso quiere decir que éste es el país en el que vamos a vivir a partir de ahora. Un país en el que los más vulnerables han caído tan bajo que no pueden ver el horizonte, sólo el polvo a ras de suelo que les golpea los ojos. Un país en el que los jóvenes no pueden pensar en formar una familia, comprar un piso, proyectar una vida, mirar al futuro, porque sólo les da para sobrevivir en el presente. El sueño de la eterna juventud convertido en pesadilla.

La recuperación ha llegado y así nos vamos a quedar. La crisis no es transitoria, es el tránsito a un estado crítico permanente. Tampoco es crisis sino reajuste para cuadrar balances que se les descontrolaron en noches locas de especulación, despilfarro y cocaína en el casino que ellos mismos dirigen. La banca siempre gana, ya saben. La crisis no ha sido más que una forma de redistribución de la riqueza a la inversa, de abajo arriba, en lugar de arriba abajo. Bravo. El colapso del capitalismo ha radicalizado al capitalismo.

Lo vemos todos los días. Ahora mismo con las eléctricas, privatizadas, que siguen subiendo sus facturas hasta niveles históricos y obteniendo beneficios millonarios cada año, sin que el Gobierno les ponga freno, mientras el país tirita aterido por la pobreza energética y una inclemente ola de frío. Siempre perdemos los mismos y ganan los de siempre.

Así están levantando no el país sino a ellos mismos sobre una pila de gente cada vez mayor que les hace llegar cada vez más alto. Una pira funeraria formada por trabajadores que son pobres, por pobres con paro crónico, jóvenes que serán precarios hasta la madurez y las mejores mentes de la nuevas generaciones desperdiciadas por el trabajo basura, el desempleo o la emigración.

Los únicos que han mejorado con la crisis, además de las grandes fortunas, son los mayores de 65 años, que es una de las razones por las que siguen votando al Gobierno. No es país para jóvenes. Es país para viejos y para los que votan a lo viejo. Cuando miran a las obras, no se dan cuenta de que este país no está en reconstrucción, está en destrucción.

MAÑANA EN CARNE CRUDA HABLAMOS DEL ACTIVISMO Y DE LOS RIESGOS QUE CONLLEVA DEFENDER DERECHOS. A las 10h en http://carnecruda.es

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