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Javier Fraga (Raons Públiques): “La burbuja inmobiliaria de ayer es la burbuja turística de hoy”

Javier Fraga, arquitecto y urbanista del colectivo Raons Públiques / Ana Inés Falcone

Jordi Molina

Un día después de la visita del alcalde, Xavier Trias, a la avenida del Paralelo, hablamos con Raons Públiques, una asociación de urbanismo que trabaja para acercar a la ciudadanía la gestión y el diseño de sus barrios. Hace un año que se han instalado en el Poble-sec (c./Concòrdia, 30), un barrio que escenifica el choque entre la turistificación y las experiencias cooperativas muy arraigadas en el territorio. El arquitecto Javier Fraga (Santiago de Compostela, 1982) nos hace de portavoz de un colectivo que acaba de ganar el XIII premio Barcelona Asociaciones del Ayuntamiento de Barcelona por el proyecto ‘Hagamos comunidad transformando el patio de la escuela'.

¿Qué supone este galardón para vosotros?

El premio apoya un proceso en marcha desde hace tres años con los profesores, padres y madres y, sobre todo, los alumnos de la escuela La Pau. Durante este tiempo hemos construido juegos en el patio, pintado murales y realizado numerosas actividades que han contribuido a fortalecer los vínculos entre todos los miembros de la comunidad educativa. Demostrando que la educación es también aprender a vivir juntos, sintiéndonos parte y protagonistas de las transformaciones de nuestro entorno.

¿Para cambiar algunas dinámicas de la sociedad, lo mejor es empezar por la escuela?

Todos nuestros proyectos tienen tres pies: educación, construcción y participación. Para hacer proyectos transformadores creemos que hay que cumplir estas tres vertientes, como es el caso de 'Hagamos comunidad transformando el patio de la escuela’. A través de la construcción de un objeto, en este caso la mejora del patio de la escuela, hacemos un proceso educativo en el que se involucra a toda la comunidad y en el que se hace participar a todos los miembros de la escuela.

Os caracteriza la crítica a la política municipal. Es paradójico que os entregara el premio el Ayuntamiento...

El Ayuntamiento ha contratado nuestros servicios para algunos proyectos y sabe cómo somos. El hecho de que nos contrate no evita que hagamos nuestro trabajo, que es precisamente criticar. Pero también creemos que es insuficiente quedarse en la crítica y no proponer alternativas. Tratamos de aprovechar los espacios que nos ceden para poder introducir cambios, pequeños pero efectivos.

Este matiz os diferencia de otros colectivos de activistas, menos partidarios de abrir el diálogo con quienes, consideran, rivales.

Hemos hablado mucho con ellos sobre el tema y tenemos posiciones diferentes. Ellos consideran que no hay lugar al diálogo con las instituciones, mientras que nosotros creemos que para lograr algún cambio hay que dialogar, aunque a veces el diálogo comporte ceder. Hay que ser radicales en los principios, pero pragmáticos en las acciones.

El teniente de alcalde de Hábitat Urbano, Antoni Vives, uno de los máximos defensores del ‘Pla Paral·lel’, fue el encargado de entregar el premio. ¿Qué análisis hace de esta remodelación?

Está muy condicionada por las alianzas que tomó el Ayuntamiento desde un principio. Es un proyecto impulsado por una entidad privada, la Fundación El Molino (FEM ), y como tal tiene intereses privados, totalmente legítimos. Pero si el Ayuntamiento, que debería ser el guardián del interés público, decide aliarse con una entidad de este tipo, acabará defendiendo unos intereses no necesariamente públicos. Si la alianza se hubiera tomado con otra asociación, o se hubieran recogido otros intereses o necesidades, hubiera salido un proyecto diferente.

La reforma toma sentido si analizamos el Plan de Usos de Ciutat Vella y la idea de conectar el puerto de Barcelona con la Fira...

Es una avenida que conecta puntos neurálgicos de gran escala, de dos kilómetros de largo, muy importante a nivel metropolitano. Se podría trabajar teniendo en cuenta las necesidades de los barrios que atraviesa, pero la política del Ayuntamiento ya ha dejado claro qué tipo de ciudad quiere. La burbuja inmobiliaria de ayer es la burbuja turística de hoy, la única cesta donde se ponen todos los huevos. El urbanismo debe cubrir las necesidades de los barrios y no del mercado turístico.

El Paralelo muere a los pies de la montaña de Montjuïc. En lo más alto tenemos el Castillo, que desde marzo ya no es de acceso gratuito...

Nos encontramos ante la construcción de una gran mentira y el precedente lo tenemos con el Parque Güell. Vemos que se aplica la misma fórmula, en el caso del Parque Güell nos decían que podía morir de éxito, que era deficitario porque se utilizaba demasiado y había que regular la entrada; ahora con el castillo es el mismo caso, pero al revés, se dice que la única manera de hacerlo rentable es pagando. Esta estrategia responde únicamente a la voluntad de hacer rentable la cultura y la memoria. Ni siquiera se molestan en justificarse, privatizan porque sí. El Ayuntamiento está vendiendo la ciudad a trozos.

¿Hay que poner más control a la actividad privada?

La calle Blai de Poble-sec, muy cerca del Paralelo, es un buen ejemplo de lo que pasa si no lo hacemos. Hoy es un parque temático monopolizado por las terrazas. Habría que empezar por regular estas cosas. Por ejemplo, la Coordinadora de Entidades quiere un Plan de Usos para el Poble-sec. Y puede ser una solución, pero alerta, un plan de usos puede ser horrible, como es el caso de Ciutat Vella. Dependerá de qué criterios obedezca.

Una de las consecuencias de este modelo de ciudad es el riesgo de que los barrios populares caigan en un proceso de gentrificación...

Es una manera de hacer ciudad que responde a una estrategia muy estructurada . Se deja caer un barrio, se deja que se empobrezca y las clases poco atractivas para el capitalismo se sustituyen por una capa social más preparada para el consumo y los intereses del mercado. Hay mucha gente que ve este proceso como algo bueno. Entienden que es una transformación hacia una ciudadanía mejor.

Pero la pobreza no desaparece, se desplaza...

Es como sacar los bancos de las plazas para que los pobres no puedan usarlos para dormir. Quizás no dormirán en la plaza, pero está claro que no desaparecen. En este caso es lo mismo, pero lo que se desplaza es el conflicto.

¿Participamos suficientemente los vecinos en el diseño y la construcción urbanística de la ciudad?

Todos los mecanismos tradicionales, como los consejos de barrio o las comisiones de seguimiento, han demostrado tener un alcance muy limitado. Son mecanismos de legitimación, no de decisión. Las nuevas formas de hacer política desde el asociacionismo y el cooperativismo están desbordando las vías que la administración tenía previstas. La ciudadanía reclama su derecho a decidir y ya no nos sirven las consultas aisladas, al estilo del referéndum sobre la Diagonal.

¿Este gobierno actúa de manera distinta a como lo hacía el anterior?

Este al menos se ha quitado la careta. Ellos saben que Barcelona está en venta y la venderán a quienes la compren más cara. Hay un vídeo de Antoni Vives en el que explica que Barcelona es el mejor lugar para comprar. Te vendo bien y barata, nos viene a decir. Y así ha sido: Parque Güell, el Castillo de Montjuïc, Vodafone Bicing... Lo más preocupante es que tampoco vemos un discurso alternativo creíble desde la oposición.

Con eso quieres decir que los anteriores gobiernos eran más hipócritas...

No sé hasta qué punto tenían capacidad de controlar los intereses que vuelan sobre Barcelona. Esta ciudad es una pieza dentro de un tablero que excede por completo las capacidades municipales. Desde una defensa férrea de lo público, como la que hizo Itziar González, con unos principios muy claros, incompatibles con la mercantilización de la ciudad, sí que se podrían cambiar las cosas.

Hace poco más de una semana se celebraron las jornadas 'Barrios cooperativos, ciudad común', vosotros estabais entre los impulsores.

Es necesario un lugar de encuentro de colectivos, entidades y personas que defendemos una alternativa a la construcción post-industrial y capitalista de la ciudad. Es un buen momento para darle forma material a esta emergencia de nuevas y multitudinarias formas de hacer política que en los últimos años están surgiendo fuertemente arraigadas en el territorio. No sólo compartir experiencias y visiones, sino avanzar en la producción de un discurso político desde los conceptos de “cooperación” y “producción de comunes”.

¿Qué función tienen para la ciudad espacios alternativos como Can Batlló, Flor de Maig, Can Vies o La Base?—Algunos han estado a punto de ser desalojados recientemente—.

Estos espacios son la prueba material de la existencia de este discurso que cuestiona el sistema establecido y propone alternativas fuera de la lógica capitalista. Un discurso alternativo es peligroso, pero si además hay un lugar físico donde se materializa, puede llegar a convertirse en una verdadera amenaza. Es por ello que los mecanismos del sistema tratan de perseguirlos y cerrarlos. Estos espacios son a la vez producto y productores de autogestión, de intercambios cooperativos que desbordan los valores únicamente dinerarios, de la producción de comunes. En una palabra, de economía social.

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