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Negro y de Móstoles: una exposición autobiográfica recoge la experiencia del racismo cotidiano

Rubén de pequeño, con su familia

Yeray S. Iborra

Rubén pasea con su abuela cuando un niño utiliza la palabra “negrito” para referirse a él. Rubén no dice nada. Ya en la escuela, sus compañeros entonan en corrillo la canción del Cola Cao, y la de los Conguitos. Y se dirigen a él como Nocilla. Rubén no dice nada. Un día, su profesor, Don Ramón, da la bienvenida a un nuevo chaval a la clase: “Él es de tu raza. Bueno este es negro puro”, dice aludiendo a su color de piel, más oscuro que el de sus padres y amigos de recreo. Rubén calla.

Estos son sólo algunos de los muchos ejemplos de racismo cotidiano que Rubén H. Bermúdez (Madrid, 1981), fotógrafo de profesión, recoge en “Y tú, ¿por qué eres negro?”. La obra, un libro autobiográfico, tiene ahora su traducción en exposición en Barcelona y podrá visitarse en CaixaForum, dentro de la muestra Fotopres. Nueva imagen documental, hasta finales de agosto (a partir de setiembre también irá a Madrid).

El proyecto de Bermúdez, trabajado a conciencia con material propio y de archivo los últimos tres años y “de forma inconsciente los últimos 30”, es un paseo por –sostiene el autor– el “empoderamiento en la negritud”.

Se trata de un trabajo identitario de una realidad en ciernes, la del racismo en España. Racismo que afecta, “y mucho”, en el día a día; demasiado a menudo se nos escapen expresiones de menosprecio que afectan en el ámbito personal, laboral y político.

De hecho, tuvieron que pasar los años hasta que Rubén, dando una vuelta por Lavapiés, recibiera un crucial saludo en la calle que despertó su conciencia como afrodescendiente. “Eh”, dijo un extraño. “Él también era negro, aquello fue un gesto de comunicación íntima”, recuerda ahora.

Otro episodio que lo zarandeó: el caso de Lucrecia Pérez, que está considerada como la primera víctima por asesinato racista en España. Pérez murió a manos de un Guardia Civil en 1992. Lo cotidiano y lo estructural empezaron a juntarse en su cabeza con el crimen racista. “La veía como yo, sentí una mezcla entre miedo y orgullo por lo que nos unía”, destaca Rubén.

“¿Por qué yo soy negro? ¿Qué es ser negro? ¿Cual es la construcción social que hacemos del negro? ¿Cuál es la relación entre España, como nación, y la negritud?”, a partir de esas preguntas Rubén empezó a trabajar conceptos primitivos y espontáneos, todo a partir de imágenes (de su biografía: propias y documentales). Las recogió en un blog, que a la postre sería su primer libro y la actual exposición.

Los referentes culturales también le ayudaron en la construcción de su identidad. Una de las pocas veces que Rubén habló de raza con su padre fue durante un Celtics-Lakers, en el que el progenitor le dijo: “Tú no puedes ir con los Celtics: son racistas”. El deporte fue otra de las herramientas con las que Rubén construyó su discurso. “De pequeño sentía empatía hacia los Lakers, claro. Hacia Magic Johnson. Igual me pasaba con el fútbol: no podía ir con España. Yo sólo podía ir con alguien que se pareciera a mi: con Gullit [hijo de surinamés]. ¡Yo en el '88 ya había ganado la Eurocopa!”, recuerda, entre risas.

De la misma forma, a Rubén se le ponía la mosca tras la oreja cada vez que veía a Steve Urkel, un negro construido como gracioso y torpe, en la serie de los años noventa “Cosas de casa”. Tuvo que ser otra serie, “El príncipe de Bel Air”, la que le descubriera a Malcolm X.

Uno de los problemas, según él, sigue residiendo en las representaciones. Y en quién las hace. “Necesitamos explicar nosotros, los afrodescendientes, nuestra propia experiencia. Lo único irrefutable es la experiencia. Así otros podrán sentirse representados”, remarca Rubén, poco después de la rueda de prensa de su exposición en Barcelona. “Ves el cine, la tele, las series y no hay nada para nosotros. Es una vergüenza. Yo he hecho esto para nosotros”, zanja.

“En España lo negro se ha ignorado siempre”, acompaña. Eso pese a la presencia en la historia del país –rememora el fotógrafo– de personas africanas utilizadas entre los siglos XV y XIX como esclavos; también en el pueblo natal del abuelo de Rubén, otro de los motivos para su comienzo de reafirmación como afrodescendiente.

Según Bermúdez, lo más costoso tras la asimilación de la identidad es llevar esta a todas las parcelas de la vida. “Yo siempre me había sentido muy político, pero dejando fuera de ello la negritud. Y no, ya no: la he hecho entrar en la ecuación”, comenta Rubén, que –como en su libro– cita durante la conversación a compatriotas como el doctor Alphonse Arcelin; el médico, de origen haitiano y residente en España desde 1957, luchó por la repatriación del conocido como Negro de Banyoles.

El fotógrafo madrileño cree que las cosas poco a poco están cambiando, aunque todavía quede “demasiado” por hacer. El Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona; el Black Barcelona en la misma ciudad; o el espacio y festival Afroconciencia –del que él participa– están dotando de voz a diversos colectivos afrodescendientes. “Vamos a los CIE; hay una diputada negra [Rita Bosaho, de Podemos-Compromís-Es el momento]... Hay burbujeo. La lucha es colectiva y posible. No quiero responder más veces de dónde soy por mi color”.

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