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El Diari de la Cultura forma parte de un proyecto de periodismo independiente y crítico comprometido con las expresions más avanzadas del teatro, la música, la literatura y el cine. Si quieres participar ponte en contacto con nosotros en  fundacio@catalunyaplural.cat.

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Cuando los muros hablaban

"Amnsitía"

Oriol Puig

Entre 1974 y 1977, el colectivo de fotoperiodistas Foto FAD trabajó en el registro del grafiti de calle en Barcelona, recopilando una serie de más de 6.000 imágenes procedentes de baños públicos y reivindicaciones políticas. Felix Camprubí, Lluís Crusellas, Joan Fontcuberta, Eusebio González, Siso Mitjanas, Josep Moliner, Miquel Moix, Lluís Muñoz, Salvador Obiols, Ramon Pi, Enric de Santos, Manel Úbeda, Raül Vendrell y Crisitina Zelich son los 14 fotógrafos que retrataron las consignas políticas, la represión y los anhelos democráticos de la ciudadanía a través de los grafitis. Hicieron 1.620 fotografías en Barcelona y en diferentes poblaciones del Vallès Occidental y el Baix Llobregat.

Una vez muerto Franco, siguieron con la tarea hasta la época de la Transición. En 1977 la editorial La Gaya Ciencia publicó su trabajo con el título Pintadas. Barcelona: De Puig Antich al Referéndum. Aunque originalmente el proyecto pretendía tener más complejidad y envergadura temática, en Pintadas se publican pintadas políticas realizadas entre la ejecución de Salvador Puig Antich (marzo de 1974) y el referéndum (diciembre de 1976). De este proyecto-libro, la selección de imágenes del que estuvo determinada por “la urgencia política que, por ahora, domina la atención cívica” y de otros fondos relevantes del Arxiu Fotogràfic parte la exposición para genera unos relatos que son más actuales que nunca.

Los comisarios de la muestra, Natasha Christia, directora artística del festival DOCfield 16 y Jordi Calafell, del Arxiu Fotogràfic, explican que los grupos políticos buscaban visibilidad en las paredes de la ciudad en una época convulsa. Al principio la mayoría de grafitis eran sólo de consignas políticas, pero poco a poco las paredes de la calle se convirtieron en espacios para la libertad de expresión en el que la ciudadanía pedía mejores condiciones de vida, de trabajo o libertad sexual. Las fotografías se agrupan por temáticas, desde las reivindicaciones huelguistas de los sindicatos y trabajadores hasta las peticiones de amnistía. Durante estos tres años aparecieron pintadas de todo tipo, afirma Calafell, “incluso los monárquicos reivindicavan al rey”.

Observando las fotografías respiraremos la opresión de una época gris y donde el humor se pagaba a un precio muy alto. Precio al ingenio y mofa a un régimen moribundo. Alguien, por ejemplo, hizo sorna de la visita de Samaranch en Madrid: “Samaranch visita el rey y Viola la reina” [Viola fue el alcalde de Barcelona de septiembre de 1975 a diciembre de 1976]. Otros hacen referencia al 20-N, el día de la muerte del dictador (“20-Nabos”) o las huelgas de Roca y Motor Ibérica (“Cuando cagues acuerdate en Roca”). Los hay en contra y a favor de la monarquía: “Menos rey, más cultura” y “Viva el rey”. Otros adoptan un carácter ideológico, y hay réplica y contrarréplica: donde alguien escribió PSC, alguien añadió “Pa Sucat amb Oli”. Hay grafitis que defienden la libertad de Santiago Carrillo y otros que lo quieren hacer desaparecer: “Carrillo te harémos Picadillo” o “Rojos al paredón”. Y los hay subidos de tono: “Jodo luego existo, jodo luego insisto” o “Manos arriba, bragas abajo”.

Pintar las consignas y ejecutar las fotos tenía un riesgo. Todos algún momento u otro fueron detenidos los primero años de la Transición. La aventura era de noche. Sin embargo, la policía sin perder tiempo las tapaban de madrugada para que nadie las pudiera leer. Exceptuando, eso si, las que provenían de la extrema derecha: estas se respetaban. Uno de los fotógrafos, Salvador Obiols, explica que desarrolló un método especial para esquivar las fuerzas policiales: su mujer conducía y él hacía las fotografías con el coche en marcha. De mur a mur se convierte en un grito de rabia espontáneo que incorpora el ADN combativo de una época. Su testimonio, 40 años después, está vivo. Algo quiere decir. Aquella era una lucha por el empoderamiento de las paredes. A menudo, se pintaba sobre una existente; las paredes establecían un diálogo sincero. Cuando abrir la boca estaba prohibido, los muros hablaban.

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