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Sobre este blog

Este blog pretende servir de punto de encuentro entre el periodismo y los viajes. Diario de Viajes intenta enriquecer la visión del mundo a través de los periodistas que lo recorren y que trazan un relato vivo de gentes y territorios, alejado de los convencionalismos. El viaje como oportunidad, sensación y experiencia enlaza con la curiosidad y la voluntad de comprender y narrar la realidad innatas al periodismo.

La elegante decadencia del mercado de Bolhao, en Porto

Una de las puertas de acceso al mercado de Bolhao.

Maria Chamón

Bajo la atenta mirada de las gaviotas de Porto, entre bodegas añejas y húmedos callejones adoquinados, encontramos uno de los mercados con más historia de Portugal: el mercado de Bolhao.

Pasear por el mercado de abastos de la ciudad tiene mucho encanto. Es fácil imaginar que, unos cien años atrás, este núcleo comercial del centro de Porto gozó de su máximo esplendor. Fue construido por primera vez en 1838 y reformado en 1914, cuando se levantó el edificio, más o menos, como lo conocemos ahora. Y digo más o menos, porqué Bolhao no siempre fue así. Dos plantas construidas alrededor de un gran patio central, con un puente que lo atraviesa y cuatro salidas abiertas a las calles principales de la ciudad, completan la arquitectura de este singular edificio de estilo neoclásico.

Por sus pasillos se pueden encontrar una gran variedad de productos que van desde las verduras recién cogidas de la huerta, puestos abarrotados de cabezas de ajo, apetitosos embutidos portugueses, pescado que aun mueve la cola, huevos todavía calientes o a las propias gallinas y pollos vivos que se remueven dentro de la jaula. El color y el aroma lo ponen las flores. Aquí, la flor es una de las protagonistas. Ramos por encargo, centros a medida o un puñado de margaritas para decorar la casa, cualquier excusa es buena para llevártelas dentro del carro de la compra y regalarlas por sorpresa.

Turistas y locales aprendiendo a convivir

Sin duda, al mercado hay que ir temprano. Si no madrugan, cuando lleguen, ya estará todo el pescado vendido. Es realmente interesante ver despertar y montar los puestos, algunos de ellos instalados temporalmente en las puertas de acceso, para disfrutar de la calma y la compañía de los autóctonos, evitando así las horas puntas. Cuando hayan echado la mañana y se acerque la hora del vermut, tienen varias opciones que el mismo mercado les ofrece con productos de gran calidad. Eligen mesa, piden una tapa de sardinas o un platito de jamón y lo acompañan con un buen vino local, mientras contemplan como transcurre la rutinaria vida del mercado.

Llama la atención el orden dentro del caos de vivir y comerciar entre obras interminables. Como en cualquier famoso mercado europeo, en Bolhao también se mezclan turistas curiosos con vecinos del barrio que realizan su compra diaria en la panadería de toda la vida. Las dueñas de los puestos más concurridos tienen que lidiar con aquéllos que buscan una buena fotografía e impiden el paso a los posibles clientes. No teman pararse a preguntar por el precio de los dulces o las legumbres a granel, pueden elegir llevarse una taza, un delantal o el clásico gallo de Bárcelos. Y uno puede incluso darse el capricho de entablar una breve conversación con algún portuense que cuente las delicias de su gastronomía o traslade su queja sobre el abandono del lugar.

Una reforma que nunca llega

Muchas promesas incumplidas de reformar el mercado están permitiendo que el edificio se sustente gracias a las numerosas visitas de turistas, sus persistentes mercaderes y unos entrometidos andamios que apuntalan cada puesto de comida.

A pesar de la imagen de mercado en vías de abandono, Bolhao sigue en pie. Resulta difícil pensar que Bolhao cerrará algún día sus puertas cuando la llave maestra, que abre la verja de hierro, la tienen sus ancianas tenderas. Y es que la vida que acumulan las manos que atienden a los clientes se mide en sus arrugas, fruto del trabajo y el esfuerzo para sacar adelante el negocio, al margen de cualquier ayuda que se demora en llegar.

Vueling vuela de Barcelona a Porto.

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